Uruguay, después de haber recuperado hace trece años un águila de bronce nazi de un destructor alemán hundido durante la Segunda Guerra Mundial, ha decidido darle una nueva identidad.
El presidente Luis Lacalle Pou anunció el viernes que este artefacto de 350 kilogramos, representativo de un tiempo violento y bélico, se reconfigurará para convertirse en un ícono de la paz.
El águila, con una altura de dos metros y sosteniendo una esvástica en sus garras, se encontraba en la popa del Admiral Graf Spee, un buque de guerra que tuvo participación en los primeros enfrentamientos navales de la Segunda Guerra Mundial. Hans Langsdorff, capitán del Graf Spee, ordenó el hundimiento de su propio acorazado, uno de los más significativos del Tercer Reich, el 17 de diciembre de 1939, tras la Batalla del Río de la Plata.
En 2006, la escultura fue localizada en el Río de la Plata, frente a Montevideo, después de una década de búsqueda. En 2019, una resolución judicial estableció que este artefacto debía ser vendido, dividiendo las ganancias a partes iguales entre el gobierno y el equipo de rescate, según un acuerdo que habían firmado con la marina uruguaya en 2004. No obstante, este convenio fue objeto de un litigio por parte de los buscadores de tesoros, que argumentaron que el gobierno había incumplido con el pacto.
El veredicto final llegó el año pasado, cuando la Corte Suprema de Uruguay determinó que el águila era propiedad del Estado. Lacalle Pou informó que el reconocido artista uruguayo Pablo Atchugarry ha sido seleccionado para transformar el águila nazi en una paloma de la paz, cuya finalización se prevé para noviembre.