La dictadura islámica de Irán anunció el domingo que había recibido una invitación formal para que el presidente Ebrahim Raisi visitara Riad (Arabia Saudita) de manos del rey Salman.
La invitación se produjo tras el sorprendente anuncio la semana pasada de que Irán y Arabia Saudita habían acordado restablecer lazos diplomáticos, restaurando la plena representación diplomática en la capital de cada uno y reconstruyendo los destrozados lazos geopolíticos. El Partido Comunista Chino se atribuyó el mérito de mediar en el acuerdo entre representantes de ambos países en Pekín. Los medios de comunicación estatales chinos elogiaron efusivamente al Partido Comunista por su papel y proclamaron que el restablecimiento de los lazos diplomáticos entre los dos Estados musulmanes rivales anunciaba el fin de la influencia estadounidense en todo Oriente Medio.
Irán, la mayor nación musulmana chií del mundo, y Arabia Saudita, el gobierno custodio de los dos lugares más sagrados del islam, han luchado por contener la influencia del otro durante décadas. Rompieron sus lazos diplomáticos formales en 2016, después de que una turba lanzara una bomba incendiaria contra la embajada saudí en Teherán, y desde entonces se han enzarzado en una guerra por poderes en el vecino Yemen, donde los saudíes apoyan al gobierno legítimo del país e Irán ha armado y ayudado al movimiento terrorista chií de los Houthi.
Bajo el mandato del expresidente Donald Trump, Estados Unidos galvanizó la oposición a un Irán envalentonado, enriquecido por el predecesor de Trump, Barack Obama, que forjó un acuerdo con Teherán que supuso el envío de más de mil millones de dólares en efectivo al Estado patrocinador del terrorismo. Además de Arabia Saudita, Irán vio cómo se deterioraban sus lazos con otros Estados vecinos, entre los que destacan Bahréin y Emiratos Árabes Unidos, así como su influencia fuera de las zonas de guerra de Siria e Irak.
La semana pasada, el gobierno del actual presidente, Joe Biden, acogió con satisfacción el hecho de que China guiara a Irán de vuelta a los buenos ojos de sus vecinos.
“No hay uvas agrias aquí”, dijo la semana pasada el funcionario de la Casa Blanca John Kirby.
“[S]i esto tiene el efecto que queremos que tenga, es algo bueno”, continuó Kirby. “Y el presidente se siente muy cómodo con nuestro liderazgo en la región de Oriente Medio, las asociaciones que tenemos allí, las relaciones y todos los esfuerzos que estamos haciendo para que Irán rinda cuentas”.
El “carnicero de Teherán” visitará Riad
El jefe adjunto de gabinete de Raisi, Mohammad Jamshidi, anunció que la familia real saudí había invitado al presidente a visitar la capital saudí a través de un mensaje en Twitter publicado el domingo. Jamshidi indicó que Raisi había aceptado la invitación, pero que ninguna de las partes había empezado a planificar aún la fecha y hora del acto.
“En una carta al presidente Raisi, el rey de Arabia Saudita dio la bienvenida al acuerdo entre los dos países hermanos, (y) le invitó a Riad”, escribió Jamshidi, según una traducción del medio estatal iraní PressTV.
“El presidente acogió con satisfacción esta invitación y subrayó la disposición de Irán a mejorar la cooperación”, señaló Jamshidi.
Por otra parte, funcionarios del gobierno iraní anunciaron el domingo que habían propuesto al menos tres lugares para programar una reunión entre sus respectivos ministros de Asuntos Exteriores y que esperaban una respuesta.
Arabia Saudita no ha confirmado ni desmentido los informes
Los expertos en derechos humanos consideran a Raisi uno de los peores criminales contra los derechos humanos del mundo actualmente en un cargo de jefe de gobierno. En 1988, Raisi, entonces alto funcionario encargado de las “Comisiones de la Muerte”, recibió el encargo de cumplir una fatwa, o edicto religioso, del líder supremo, ayatolá Alí Jamenei, que ordenaba la ejecución de entre 5.000 y 30.000 presos políticos, muchos de ellos pertenecientes a los grupos opositores Organización Muyahidín del Pueblo de Irán (PMOI) y Muyahidín-e-Jalq (MEK).
Arabia Saudita también tiene un lamentable historial en materia de derechos humanos, pues no ofrece a sus ciudadanos prácticamente ninguna libertad religiosa o política y reprime severamente los derechos de las mujeres. Bajo el gobierno de facto del príncipe heredero Mohammed bin Salman, Arabia Saudita ha dado modestos pasos hacia la mejora, como la legalización de las salas de cine y la autorización para que las mujeres conduzcan automóviles.
El dictador chino Xi Jinping se reunió recientemente tanto con Mohammed bin Salman como con Raisi -Xi visitó Arabia Saudita a finales del año pasado, mientras que Raisi visitó Pekín en febrero-, poco antes de que el Partido Comunista anunciara que los dos países de Oriente Medio habían acordado enviarse embajadores de nuevo. Durante su estancia en China, Raisi hizo hincapié en el interés de Irán por ampliar los lazos económicos con China, que ya es el mayor socio comercial de Irán.
“Como dos civilizaciones humanas vivas y dinámicas, Irán y China se conectaron entre sí a través de la histórica Ruta de la Seda, y constataron el hecho de que la prosperidad y la felicidad como objetivos populares deseables sólo pueden alcanzarse mediante la interacción y la cooperación”, escribió Raisi en un artículo de opinión publicado en el Diario del Pueblo, el periódico oficial del Partido Comunista Chino.
Lazos entre Irán y Arabia Saudita
Irán y Arabia Saudita participan en la “Iniciativa de la Franja y la Ruta” (BRI, por sus siglas en inglés) de China, un plan global de infraestructuras presentado como un intento de reconstruir la antigua Ruta de la Seda. En realidad, China utiliza la BRI para atrapar a los países pobres en onerosas deudas que erosionan su soberanía. A diferencia de la mayoría de las naciones, Xi invitó a Arabia Saudita a participar en el plan ayudando a construir proyectos en terceros países, ya que la pujante economía saudí la convierte en un mal candidato para los préstamos del BRI.
La semana pasada, Irán y Arabia Saudita anunciaron el restablecimiento de sus lazos, que China declaró la sentencia de muerte de la influencia estadounidense en la región.