Habiendo seguido las actitudes y declaraciones de los líderes del Cuerpo de la Guardia Revolucionaria Islámica (CGRI) en los últimos años, sé muy bien cómo el chovinismo está arraigado en su visión del mundo y cómo se refleja en su interpretación de los acontecimientos y; en consecuencia, en sus decisiones y actitudes hacia lo que ocurre a su alrededor.
Este chovinismo tan arraigado parece tener una estrecha relación con las ideas que lo impulsan, algunas de las cuales están más cerca de las ilusiones y las fantasías que de la realidad. Nuestro problema en Oriente Medio, y especialmente en el Golfo, no es este chovinismo, sino su reflejo en el comportamiento militar de Irán.
Desempeña un papel clave en las políticas y decisiones militares y de seguridad que han sumido a muchas regiones y países de la región en un caos total. Recientemente, el general de división Hossein Salami, comandante en jefe del CGRI, dijo que “los enemigos del islam y de la revolución están disminuyendo, e Irán se convertirá gradualmente en una de las potencias mundiales”.
“Cuando se oyen noticias sobre la comunidad política sionista, se da cuenta de que se está desintegrando políticamente, cuando se mira a Estados Unidos, se ve que no ha conseguido nada y se piensa en huir porque no pueden permanecer en el mundo musulmán”, añadió. “Los enemigos no creían que Irán pudiera difundir por sí solo la ideología de la revolución en todo el mundo”, continuó.
En definitiva, no son más que declaraciones perfectamente populistas. Reflejan un pensamiento ingenuo que mira las cosas desde una perspectiva estrecha y no se ocupa de los hechos puros para formar una visión estratégica coherente.
Cuando el líder de la mayor y más peligrosa milicia de la región piensa de esta manera tan desastrosa, debemos esperar más bravuconadas regionales, mientras crea que los que él ve como enemigos de su país están en estado de decadencia y retroceso. Su país está a punto de girar en la órbita de las grandes potencias, sin darse cuenta de que la cuestión no sólo depende de la potencia militar dominante, si es que la hay, sino también de un sistema de poder global multifacético. Los arsenales de misiles, los aviones no tripulados y los buques de guerra no dan a ningún país una ventaja real a nivel regional o internacional, sobre todo si su comportamiento implica la propagación del caos y el malestar o el menoscabo de la seguridad y la estabilidad.
Reforzar la moral
Independientemente de la convicción del general Salami, no cabe duda de que las declaraciones del comandante del CGRI estaban destinadas a elevar la moral del mando. El sistema en el que opera se basa en crear ilusiones, introducir ideas falsas en las mentes de sus seguidores y luego reforzar y promover estas ideas de todas las maneras posibles.
Esto ya no es así en la era moderna. En la era de la información, en la que nadie, por muy cerrado de mente que sea, puede permanecer ajeno a este rápido flujo de información, cuyas consecuencias son difíciles de evitar, por mucho que se controle, individual o sistemáticamente, el flujo y la transmisión de la información.
En nuestra opinión, este panorama político no puede generalizarse sobre nuestro vecino iraní. Existe un ciclo político y de gobierno. Existe un círculo revolucionario entre los guardianes del régimen del Vilayate Faqih.
No tienen por qué ser apolíticos o estar desinformados políticamente. Pero una de las principales condiciones para su elección y promoción a puestos de liderazgo es, sin duda, la capacidad de hacer cosquillas a las emociones, influir en las posiciones y tocar los corazones de las milicias subordinadas con eslóganes.
Las milicias representan el principal baluarte de un régimen revolucionario que, a pesar de haber transcurrido más de tres décadas desde el acontecimiento más notable de la historia moderna de Irán -el desembarco del ayatolá Jomeini en el aeropuerto de Teherán a su regreso del exilio en febrero de 1979-, no ha conseguido pacificar ni hacer la transición de la revolución al Estado. Desde entonces, el país ha cambiado, su comportamiento se ha trastornado. El problema de este modelo es que crea ilusiones en su interior que conducen a desastres para sí mismo y para los demás, y nuestra región está pagando el precio de esta ideología destructiva.