Es posible que no lo hayas visto, pero desde el 15 de julio han estallado grandes protestas de jóvenes contra el régimen en más de una docena de ciudades de la provincia suroccidental iraní de Juzestán. Los enfurecidos residentes protestan por la grave escasez de agua causada principalmente por la negligencia y la corrupción del Cuerpo de la Guardia Revolucionaria Islámica.
Los manifestantes han coreado lemas como “No aceptaremos la humillación” y “Muerte a Jamenei, muerte al dictador”. Los vídeos de las manifestaciones y de la brutal respuesta del régimen a las mismas, captados y transmitidos por periodistas ciudadanos con gran riesgo para sus vidas, han iluminado las redes sociales.
La región de Khuzestan es importante para el régimen y no es un lugar donde quiera que crezca la disidencia. La región es rica en recursos de petróleo y gas natural y alberga puertos vitales en el Golfo Pérsico. Khuzestan es también la quinta provincia más poblada del país, con 5 millones de habitantes. Aporta el 15% de la producción económica del país, solo superada por la capital, Teherán.
Las protestas de Juzestán son la última gran advertencia al régimen y una clara medida del carácter explosivo de la sociedad iraní. Las quejas de los manifestantes están muy arraigadas y van desde el hartazgo por la corrupción sistémica del Estado hasta el pésimo estado de los servicios de infraestructura como el agua, la electricidad, las carreteras y los puentes.
El régimen ha reaccionado rápidamente y con una violencia despiadada. Las unidades especiales de las Fuerzas de Seguridad del Estado y las unidades de motocicletas han utilizado gases lacrimógenos, spray de pimienta y balas, pero no han conseguido detener las protestas. Teherán ha enviado cientos de refuerzos. Aun así, las protestas persisten y avanzan.
Desde diciembre de 2017, se han producido varias rondas de levantamientos a nivel nacional en Irán, donde los manifestantes han apelado constantemente al fin de la teocracia, un requisito previo para celebrar elecciones libres y justas.
Este año, las protestas han estallado en la empobrecida provincia de Sistán y Baluchistán, en el sureste de Irán. Además, este año los iraníes asestaron un duro golpe al aparato político del régimen clerical mediante un boicot sin precedentes a las elecciones presidenciales. Esto provocó una participación históricamente baja.
Desde el mes pasado, casi la mitad de los trabajadores petroleros contratados en Khuzestan están en huelga. Se quejan de los bajos salarios y de las lamentables condiciones de trabajo. Estas preocupaciones se han extendido a otras provincias.
Mientras tanto, la oposición organizada al régimen está ganando impulso. A mediados de julio, una cumbre mundial “Free Iran 2021”, de tres días de duración, reunió a más de 50.000 puntos de acceso en línea de 106 países (incluido el propio Irán) de seis continentes. El acontecimiento puso de manifiesto el sólido apoyo internacional transpartidista a las aspiraciones del pueblo iraní de derrocar al régimen.
Más de 30 congresistas estadounidenses de ambos partidos políticos también intervinieron en la cumbre y se sumaron al llamamiento para que el presidente entrante del régimen iraní, Ebrahim Raisi, rinda cuentas por crímenes contra la humanidad, incluido su papel clave en la masacre de miles de presos políticos en 1988. Raisi (en la foto), que tomará posesión de su cargo el 3 de agosto, fue elegido por el líder supremo Alí Jamenei para enfrentarse a una sociedad cada vez más inquieta que busca el cambio.
El gobierno de Biden desea reanudar las conversaciones con Irán para detener su desarrollo de armas nucleares. Pero las negociaciones no van a ninguna parte. Los asediados ayatolás están intensificando sus actividades hostiles en todo el mundo a través de sus apoderados con la esperanza de obligar a Estados Unidos a completar el alivio de las sanciones. Pero esa estrategia puede resultar contraproducente a medida que el pueblo iraní pone de manifiesto la vulnerabilidad del régimen.
Teherán nunca ha sido tan débil y vulnerable. El verdadero y duradero socio en esa parte del mundo no es el régimen de Raisi. Es el pueblo de Irán. En las últimas semanas han demostrado que están comprometidos con el cambio de régimen y la democracia.