Hesamoddin Ashena, asesor durante mucho tiempo del presidente Hassan Rouhani de Irán y miembro influyente de su oficina, ha dimitido, según informaciones que circulan por los medios de comunicación iraníes el 29 de abril.
Rouhani nombró al portavoz del gobierno Ali Rabiei como director del Centro de Investigación Estratégica, afiliado a la Oficina Presidencial de Irán, donde se realizó una entrevista con el ministro de Asuntos Exteriores Mohammad Javad Zarif para archivos confidenciales, pero que se filtró a los medios de comunicación persas con sede en el extranjero la semana pasada.
En la cinta de audio, se escucha a Zarif revelar la influencia rusa en la política exterior iraní. Sus críticas sin precedentes sobre la forma en que el asesinado comandante de la Fuerza Quds de Irán, Qasem Soleimani, manipuló la diplomacia iraní han puesto especialmente de manifiesto las divisiones en los pasillos del poder en Teherán.
En su carta de nombramiento dirigida al nuevo director del centro, Rouhani ignoró la tradición administrativa común iraní al no expresar ningún reconocimiento al servicio de Ashena, lo que alimentó las especulaciones de que éste había sido despedido.
Ashena, clérigo de formación, ha sido un abierto defensor del presidente iraní frente a sus implacables críticos. Como asesor de medios de comunicación y director de campaña de Rouhani, Ashena también ha visto su carrera política entremezclada con interminables polémicas.
Desde que se filtró el expediente, Ashena ha intentado en vano mantener a raya el aluvión de ataques de los medios de comunicación conservadores iraníes, que se apresuraron a señalarle como “principal culpable” del fiasco.
Incluso antes de la filtración, los partidarios de la línea dura no dejaron de apuntar a Ashena por sus supuestos vínculos con medios persas “hostiles” basados en el extranjero. En particular, lo implicaron en las filtraciones de documentos confidenciales al periodista y denunciante Rouhollah Zam, radicado en París, que fue atraído a un viaje a Irak por el aparato de inteligencia de la República Islámica en octubre de 2019 y ejecutado un año después. Sin embargo, los partidarios de la línea dura nunca lograron presentar cargos formales contra el asesor de Rouhani por las supuestas conexiones con el periodista disidente.
Un furioso Rouhani argumentó durante una reunión televisada del Gabinete el miércoles que el escándalo de las cintas de audio estaba destinado a hacer descarrilar las conversaciones en curso en Viena sobre la reactivación del acuerdo nuclear iraní que podría conducir a la eliminación de las sanciones de Estados Unidos contra la República Islámica. El presidente iraní se enfrenta a una carrera contrarreloj para reimpulsar el acuerdo y la economía iraní, cuyo declive ha sido costoso para su popularidad. Las elecciones para elegir al sucesor de Rouhani se celebran el 18 de junio.
Zarif está sometido a una creciente presión por parte de los leales a Soleimani para que explique sus declaraciones en la cinta de audio en lugar de limitarse a presentar una disculpa formal. El veterano diplomático también se ha enfrentado a las reprimendas de las altas esferas de la República Islámica, como el comandante del Cuerpo de la Guardia Revolucionaria Islámica, Hossein Salami, y el presidente del Tribunal Supremo, Ibrahim Raisi.
El misterio sigue envolviendo la saga de plomo y el escándalo parece tener todo el potencial para afectar a la trayectoria de las elecciones presidenciales. El bando reformista iraní, que contaba cada vez más con Zarif para presentarse a las presidenciales, podría estar buscando otro candidato, ya que ahora hay llamamientos abiertos para que su candidato soñado deje de ser el máximo diplomático de la nación. Por ejemplo, Manouchehr Mottaki, un ex ministro de Asuntos Exteriores a las órdenes de Zarif, dijo después de la entrevista filtrada que Zarif ha perdido sus calificaciones para continuar en su puesto. “El precio que tiene que pagar es la dimisión”, dijo Mottaki.