Funcionarios estadounidenses e iraquíes iniciaron una serie de conversaciones el 11 de junio como parte de un “diálogo estratégico” sobre la cooperación militar, comercial y económica entre ambos países. Es probable que Bagdad dé prioridad al empeoramiento de su situación económica, mientras que Washington se centrará en la perspectiva de reducir las tropas estadounidenses en la región.
Las conversaciones, que se espera que duren meses, se celebrarán prácticamente debido a las restricciones del coronavirus. Irak ha sido testigo recientemente de un aumento de los casos, aumentando su número total de infecciones a más de 16 mil.
El diálogo tiene como fondo el aumento de tensiones a raíz de una serie de fatales ataques con cohetes el año pasado a las tropas estadounidenses. Los lazos bilaterales también se tensaron en enero tras el ataque aéreo estadounidense que mató al general de división iraní, Qassem Soleimani, en suelo iraquí. Pero las tensiones han disminuido considerablemente desde que Mustafa al-Kadhimi, ex director del Servicio Nacional de Inteligencia de Irak, juró el mes pasado como primer ministro. Tras su nombramiento, Washington concedió inmediatamente otra exención de 120 días a Bagdad para mantener la importación de gas y electricidad de Irán “como muestra de nuestro deseo de ayudar a proporcionar las condiciones adecuadas para el éxito”, según el Departamento de Estado de los Estados Unidos.
Kadhimi ha sido muy claro al expresar su desaprobación a los actores no estatales que intervienen en los asuntos iraquíes. En particular, el primer ministro ha tomado medidas enérgicas contra las milicias apoyadas por Irán conocidas como Unidades de Movilización Popular (UPM). Aunque las UPM desempeñaron un papel en la lucha contra el ISIS, se han convertido en una fuerza violenta en Irak, contribuyendo a la brutalidad contra los manifestantes civiles a finales del 2019. Estas milicias vehementemente antiestadounidenses son fundamentales para la empresa de exportación de terrorismo de Irán. No es de extrañar que las UPM estén intentando asegurarse un lugar en estas conversaciones, de acuerdo con los relatos de los medios sociales vinculados a Hezbolá.
Teherán se ha esforzado por insertarse en la conversación entre los Estados Unidos e Irak. El nuevo presidente del parlamento iraní, Mohammad Bagher Ghalibaf, ex comandante del Cuerpo de la Guardia Revolucionaria del país (CGRI), denunció públicamente la perspectiva de tales conversaciones como “inútiles”.
Los funcionarios iraníes también han verbalizado su deseo de expulsar a las tropas estadounidenses tanto de Irak como de Siria durante años. El Líder Supremo de Irán, el ayatolá Alí Jamenei, declaró “los estadounidenses no se quedarán en Irak y Siria, y serán expulsados” en un discurso a los estudiantes el mes pasado. Estos comentarios, junto con la cobertura de los medios iraníes de las reuniones entre los Estados Unidos e Irak, son parte de una renovada campaña de presión sobre el gobierno de Bagdad para cortar los lazos con los Estados Unidos.
Días antes del inicio de las conversaciones, un cohete aterrizó en el aeropuerto de Bagdad, cerca de donde las fuerzas de los Estados Unidos tienen su base. Esta última ronda de disparos de cohetes marca el 29º ataque contra tropas o diplomáticos estadounidenses desde octubre. Aunque no hubo una reivindicación inmediata de responsabilidad, ataques similares han sido llevados a cabo por las milicias pro-iraníes en el pasado.
Mientras los líderes de Irak y de los Estados Unidos discuten el futuro de los lazos bilaterales en el curso del diálogo estratégico, Irán tratará de influir en el resultado. De todas formas, las consecuencias de estas conversaciones repercutirán no solo en Irak, sino en todo Medio Oriente en los años venideros.