El comportamiento escalofriante de Irán ha llegado ciertamente a su punto álgido este verano. La orquestación de planes de asesinato, la amenaza de volar Nueva York y el lanzamiento de nuevas naves espaciales con Rusia son sólo algunos ejemplos recientes de la retórica y las acciones cada vez más peligrosas del régimen. En respuesta a la conducta de la República Islámica de Irán, Estados Unidos, junto con sus aliados del Golfo e Israel, han reforzado sus vínculos para establecer un eje más formidable contra Teherán. La alianza no oficial ha dado prioridad específicamente a un sistema de defensa aérea cohesionado a la luz del creciente arsenal de misiles de Irán. La afirmación del régimen de que su creciente arsenal de misiles sirve únicamente como elemento disuasorio es, en el mejor de los casos, dudosa, lo que hace que su capacidad para golpear a su principal adversario, Israel, sea aún más preocupante.
En junio, el rey del Reino Hachemita de Jordania, Abdullah II, anunció que apoyaría la creación de una alianza militar similar a la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN). Este sorprendente comentario es representativo de las cambiantes alianzas en la región. Jordania, junto con varios de sus vecinos árabes, ha comenzado incluso a trabajar más públicamente con el Estado judío para promulgar esfuerzos de colaboración para disuadir a Irán y su malicia regional. Antes de la declaración del rey Abdullah, el ministro de Defensa israelí, Benny Gantz, proclamó que el Estado judío se había unido a una red de defensa aérea liderada por Estados Unidos, denominada Alianza de Defensa Aérea de Oriente Medio (MEAD). Este esfuerzo parece haber dado sus frutos este mes, cuando tanto los Emiratos Árabes Unidos (EAU) como Arabia Saudí solicitaron a EE.UU. misiles de Defensa de Área de Gran Altitud Terminal (THAAD) y misiles balísticos de orientación mejorada Patriot (GEM-T), según el Departamento de Estado.
El hecho de que países que durante mucho tiempo se han negado a colaborar públicamente con el Estado judío hayan dado un repentino giro refleja la creciente amenaza que proyecta Irán. Aunque los apoderados de Teherán llevan a cabo frecuentes ataques con proyectiles en toda la región, Israel ha seguido siendo un objetivo primordial para el régimen. De hecho, el proxy terrorista de Irán con sede en el Líbano, Hezbolá, se autodenomina la resistencia contra el Estado judío, jurando eliminar la existencia de Israel. El objetivo declarado de Irán de aniquilar a Israel se complementa con su creciente arsenal de misiles y sus constantes amenazas.
En marzo, el entonces general del Mando Central de Estados Unidos, Kenneth McKenzie, detalló que muchos de los 3.000 misiles balísticos de Irán tienen el alcance necesario para llegar al Estado judío. Según el Jerusalem Post, McKenzie calificó la fuerza de misiles de Teherán como “la mayor amenaza para la seguridad de la región, y que Irán ha desarrollado un arsenal de misiles balísticos con capacidad para una cabeza nuclear y ha probado estas plataformas armamentísticas en múltiples ocasiones”. Añadió que “en los últimos 5-7 años Irán ha invertido mucho en su programa de misiles balísticos”.
Estas declaraciones se produjeron un mes después de que el régimen hiciera debutar su misil Khaybar Sheikan de fabricación nacional, dotado de un alcance de casi 1.500 kilómetros. Irán afirma que algunos de sus misiles balísticos tienen un alcance de hasta 2.000 kilómetros, capaces de alcanzar al Estado judío y a los activos estadounidenses en la región. Los medios de comunicación estatales iraníes se jactan de que su nuevo misil de largo alcance se caracteriza por su “gran precisión” y está propulsado por “combustible sólido y es capaz de penetrar los escudos antimisiles”. Dado que el ejército iraní carece de potencia aérea y capacidad de ataque de precisión, depende de su arsenal de misiles para proyectar poder y apuntar a sus adversarios.
La capacidad de Irán para golpear a Israel con misiles de menor alcance frente a sus apoderados es igualmente preocupante. Las milicias alineadas con Teherán en toda la región dependen de un flujo constante de armas suministradas por el Cuerpo de Guardias Revolucionarios Islámicos (CGRI). En el último estallido entre Israel y Gaza este mes, muchas de las armas disparadas por la Yihad Islámica fueron proporcionadas por Irán. La estrategia táctica del régimen de rodear a Israel con “bases de fuego” desde Gaza, Líbano y Siria deja al Estado judío vulnerable a sus ataques. Sin embargo, los vanguardistas protocolos de defensa aérea de Israel minimizan notablemente los impactos de las andanadas de Irán.
Aunque los funcionarios iraníes suelen afirmar que su arsenal de misiles balísticos sólo sirve para fines defensivos, la retórica del régimen y sus acciones patrocinadas sugieren lo contrario. Además, Irán se ha acercado recientemente al Kremlin, lo que podría acelerar los esfuerzos de desarrollo conjunto de misiles. La semana pasada, un cohete ruso puso en órbita un satélite de vigilancia iraní, mostrando la cooperación militar entre ambos países. Es probable que Teherán esté interesado en contrarrestar el nuevo frente antiiraní en Oriente Medio liderado por Estados Unidos, que percibe como ofensivo. La posibilidad de una prolongada colaboración ruso-iraní puede no ser un buen augurio para Israel.