Shohreh Aghdashloo puede ser más conocida por su voz profunda y fácilmente identificable que se encuentra en proyectos como The Flight Attendant, The Punisher, un papel nominado al Oscar en House of Sand and Fog y una victoria en el Emmy por House of Saddam de HBO. La actriz, una estadounidense de origen iraní nacida en Teherán, huyó a Inglaterra antes de la revolución iraní de 1979, cuando tenía 25 años.
Aghdashloo habló con Newsweek sobre el tumulto en su país natal tras el asesinato el 13 de septiembre de Mahsa Amini, de 22 años, a manos de la policía de la moral por no llevar hijab. Las autoridades iraníes dijeron que la joven sufrió un fallo cardíaco repentino, pero su familia y los manifestantes afirman que murió, tras pasar tres días en coma, porque la golpearon. Su muerte provocó un movimiento nacional -los vídeos de mujeres cortándose el pelo y quemando sus hijabs inundaron las redes sociales antes de que el país impusiera un apagón mediático- y una protesta mundial contra el código de moralidad islámico.
El 28 de septiembre, la Casa Blanca emitió una declaración del asesor de seguridad nacional, Jake Sullivan, en la que afirmaba que Estados Unidos aplicaría sanciones a Irán. Los dos países habían estado en conversaciones para revivir el acuerdo nuclear del Plan Integral Conjunto de Acción (JCPOA) de 2015, que levantó las sanciones a Irán a cambio de la restricción nuclear.
Aghdashloo advirtió sobre cualquier negociación con el gobierno iraní.
“Ya no estamos hablando de la importancia de la guerra nuclear y de lo cerca que está el gobierno iraní del uranio y de fabricar una bomba nuclear”, dijo Aghdashloo a Newsweek. “Eso no está en juego ahora mismo. Lo que está en juego ahora mismo es la vida de miles de jóvenes iraníes que luchan por sus derechos y, por tanto, cualquier tipo de negociación con Irán es en vano”.
“Obviamente, el gobierno no está dispuesto a ceder”, continuó, “no está dispuesto a escuchar a su juventud, no está dispuesto a hacer de Irán un lugar mejor, no está dispuesto a dar libertad a su juventud, no está dispuesto a ir con la democracia. Es una tiranía religiosa y seguirá siendo una tiranía religiosa si el pueblo de Irán no puede deshacerse de ellos. Cualquier tipo de intento de negociación con el gobierno de Irán y la República Islámica es erróneo y no debe tener lugar”.
La propia Aghdashloo fue una activista en Irán, que huyó en 1978 tras una violenta protesta en las semanas previas a la revolución. “Había participado en una manifestación a favor de la democracia que el Dr. [Shapour] Bakhtiar, el primer ministro de la época, había pedido. Miles de iraníes participaron en esa manifestación y caminaron durante horas para llegar a la plaza de Baharestán [en Teherán] … En cuanto llegamos a la plaza, antes de que el Dr. Bakhtiar empezara a hablarnos, fuimos apedreados por fanáticos musulmanes”.
Ella continuó: “Me rompieron la cabeza… Me cosieron la cabeza, me dieron analgésicos y me fui a casa. Si mi generación supiera cómo derrotar políticamente al enemigo en su propio país… …no me habría ido a casa, aunque tuviera la cabeza rota. Me habría tomado un par de analgésicos y habría vuelto hasta conseguir lo que pedíamos: democracia, libertad. Mi generación no estaba bien educada políticamente”.
Aghdashloo se subió a su coche y condujo a Inglaterra desde Teherán – “fueron 12 días de agonía”, dice- y nunca regresó. Ella ve una diferencia en la capacidad de efectuar cambios en la nueva generación de activistas.
“Ahora se parece mucho al movimiento de entonces, pero la gran diferencia es el hecho de que mi generación no estaba familiarizada con la tiranía religiosa… No habíamos visto cómo colgaban a la gente en las grúas; no habíamos visto cómo torturaban a nuestros jóvenes, cómo los mataban por pedir sus derechos humanos básicos. No habíamos visto tumbas llenas de jóvenes… Esta generación sabe exactamente lo que está pasando, y eso es lo que la hace aún más preciosa y gloriosa”.
La joven da crédito a Internet – “ha marcado una diferencia tremenda”- en lo que respecta a la educación de los jóvenes y su conexión con otras partes del mundo. Desde el comienzo de la reciente agitación en el país, el gobierno ha utilizado el estrangulamiento de Internet y las restricciones para limitar la conectividad.
Aghdashloo dice de los manifestantes: “Saben que van a perder la vida, saben que la lucha va a terminar con su muerte o con la libertad, y siguen corriendo hacia sus enemigos. Les enseñan el pecho y les dicen: ‘Dispárenme, pero no voy a dejar de lado mis derechos humanos básicos. No voy a dejar que me hagan esto’“.
Dice que los miembros de su propia familia que siguen en Irán le dicen: “No te preocupes por nosotros: O morimos o recuperamos la libertad”.
Aghdashloo está especialmente orgullosa del liderazgo del movimiento – “Ver a las mujeres iraníes al frente de esto es simplemente increíble”- y agradecida por el apoyo mundial que exigen los manifestantes. “Los artistas, deportistas y políticos estadounidenses que están con el pueblo de Irán lo están anunciando ahora, publicando clips en las redes sociales. Viola Davis, Sharon Stone, Jessica Chastain, Penélope Cruz… la lista es larga”.
Señala que “recibir el apoyo de cualquier entidad extranjera se consideraría una injerencia en los asuntos internos de Irán y tendría una enorme repercusión en los jóvenes de Irán que luchan por su libertad”, pero que “hacerse eco de su voz [y] publicar sus clips les dará el apoyo y la resistencia que necesitan para seguir luchando y no rendirse ni detenerse”.
En cuanto a si esta generación de activistas será capaz de lograr el cambio y restaurar la democracia en Irán, afirma: “Tengo la fuerte sensación, y no soy la única, de que este movimiento tendrá éxito. Este movimiento va a acabar con la República Islámica para siempre. Es sólo cuestión de tiempo”.
Pero, añade, “¿va a suponer un gran derramamiento de sangre en Irán? Sí, por desgracia, parece que sí”.