Cuando se trata de examinar la decisión de la administración de Trump de designar al Cuerpo de Guardias Republicanos Islámicos de Irán (CGRI) como una entidad terrorista, la decisión se juzgará en última instancia por el éxito que tendrá cambiando la conducta de Irán.
En el nivel de las normas y las éticas internacionales, la designación es ciertamente adecuada, ya que el CGRI y su unidad de operaciones en el extranjero, la Fuerza Quds, son hoy la principal agencia de producción terrorista en el mundo.
Creado como una fuerza paralela al ejército regular iraní después de la Revolución Islámica de 1979, el CGRI y la Fuerza Quds armaron, entrenaron, financiaron y desplegaron fuerzas radicales en todo el Medio Oriente. Estos se han convertido en el cordón umbilical de Irán a su variedad de proxies terroristas, como Hezbolá en el Líbano, milicias chiítas de línea dura en Siria e Irak, la Jihad Islámica Palestina en la Franja de Gaza y los Hutíes en Yemen. Durante años, la comunidad internacional ha sido asombrosamente tolerante con estas actividades.
El CGRI y la Fuerza Quds establecieron bases de ataque, sitios de producción de armas y fuerzas de ataque asimétricas en toda la región, amenazando la seguridad de Israel y los estados sunitas como Arabia Saudita. El CGRI es directamente responsable de un papel en el trabajo para desestabilizar el Medio Oriente.
El CGRI también desempeña un papel central dentro de Irán, donde administra una gran parte de la economía del país, incluidos los sectores de energía, los principales programas de infraestructura, el programa nuclear, los productos petroquímicos, los bancos y las empresas de construcción.
Como resultado, la designación puede crear una presión económica significativamente mayor en la República Islámica, ya que las compañías internacionales y los estados temen la posibilidad de hacer negocios con las compañías del frente de CGRI y no tienen claro qué compañías pertenecen a esta categoría. Este temor podría hacer que eviten hacer negocios con Irán por completo.
La designación se une a las severas sanciones estadounidenses unilaterales impuestas por la administración Trump en dos oleadas en 2018, dirigidas a los sectores petrolero, bancario y naviero del país. Ocho países recibieron exenciones de las sanciones.
Es probable que Turquía, India, Japón, Corea del Sur y China reciban exenciones después de que expiren en mayo, lo que podría limitar las exportaciones de crudo iraní en alrededor de 1.1 millones de barriles diarios, mientras que a Grecia, Taiwán e Italia no se les otorgará otra exención.
La prueba: ¿Cambiará el comportamiento de Irán?
Al igual que las sanciones de 2018, la última designación del CGRI se juzgará en última instancia por la eficacia (o la ineficacia) de cambiar el comportamiento de Irán.
Estas medidas están diseñadas para lograr que Irán entre en negociaciones con Washington sobre un nuevo y mejor acuerdo nuclear, y para hacer retroceder su conducta agresiva y peligrosa en el Medio Oriente. Si bien la capacidad de los Estados Unidos para causar un daño económico muy significativo a Irán es real, Washington también está actuando en gran medida solo y no ha podido reclutar a los estados europeos, China o Rusia para que se sumen a las sanciones. Sin embargo, las empresas multinacionales europeas temen ser expuestas a las sanciones estadounidenses y a la última designación de terror, a pesar del intento de la Unión Europea de proteger a estas empresas de las sanciones estadounidenses contra el sistema bancario iraní.
Significa que el liderazgo de Irán podría ser alentado por la idea de que Estados Unidos se ha separado de otros actores internacionales y que la comunidad internacional no actuará en unidad para empujar a Irán a la esquina, como lo hizo antes del acuerdo nuclear de 2015.
Otra pregunta que sigue sin respuesta hasta el momento es si será posible rastrear a todas las compañías del frente vinculadas a CGRI para hacer cumplir la nueva designación.
La medida también podría exacerbar aún más las tensiones dentro de Irán entre el bloque reformista, encabezado por el presidente iraní Hassan Rouhani, que negoció el acuerdo de 2015, y el bloque conservador del CGRI, que sospechaba del acuerdo y ha acusado a Rouhani de no cumplir con su promesa de acceso económico al mercado mundial. Esta acusación cuenta con el apoyo del último y más importante responsable de la toma de decisiones en Irán, el líder supremo, el Ayatollah Ali Khamenei.
En el fondo, las manifestaciones en curso del público iraní que exigen mejores condiciones económicas están poniendo al régimen bajo cierta presión.
¿Irán se lanzará contra la última designación?
Hasta el momento, Irán ha optado por doblar todas sus posiciones, negándose a renegociar el acuerdo nuclear, continuando con su comportamiento agresivo en el Medio Oriente, mientras mantiene su programa nuclear congelado, hasta donde se conoce públicamente.
La última medida de la administración Trump planteó perspectivas de represalias iraníes a través del poder contra las fuerzas estadounidenses en el Medio Oriente, en lugares donde Irán puede ordenar ataques, como Irak. Los funcionarios estadounidenses ya han declarado que se han tomado “todas las medidas” necesarias para proteger a las 5,000 fuerzas estadounidenses en Irak.
Irán también podría atacar teóricamente a Israel a través de una entidad proxy u otros aliados de Estados Unidos en la región, aunque se expondría a represalias al hacerlo. Irán ha amenazado repetidamente con cerrar el Estrecho de Hormuz, que es la arteria petrolera más importante del mundo. Sin embargo, un movimiento tan drástico probablemente desencadenará la acción militar de los EE. UU., e Irán ha demostrado una habilidad astuta para perseguir sus intereses y asumir riesgos sin entrar en conflicto militar directo con rivales y enemigos.
Otra respuesta más probable será que continúen los intentos de Irán de evitar las medidas estadounidenses, utilizando su influencia regional en vecinos como Irak, que el mes pasado firmó grandes pactos comerciales con Irán.
Se puede esperar que Khamenei pida a los iraníes que apoyen la “economía de resistencia”, un término que describe la autosuficiencia y la voluntad de soportar la presión económica del exterior, al tiempo que culpa a Rouhani y su bloque reformista.
Ya, varias compañías europeas y asiáticas se han ido de Irán, y la República Islámica sin duda estará preocupada por la última designación del CGRI.
A nivel nacional, el CGRI podría usar la designación para debilitar aún más a Rouhani.
Por último, pero no menos importante, la cuestión de cuándo Irán decide reactivar su programa nuclear sigue siendo una pregunta abierta.