Desde que tomaron el control de Kabul el verano pasado, los talibanes han tratado de asegurar a los países vecinos que Afganistán está abierto a los negocios y que pueden proteger las inversiones. El Estado Islámico está dificultando ese argumento comercial.
Por ejemplo, la ambición de Tashkent de construir un ferrocarril a través de Afganistán que conectaría a Uzbekistán con los puertos de Pakistán y enlazaría a Asia Central con nuevos mercados: En los últimos meses, altos funcionarios de Afganistán y Uzbekistán han discutido la posibilidad de avanzar en este proyecto. Al parecer, el Banco Mundial ha manifestado su interés. Los talibanes han prometido seguridad. Y la Provincia de Jorasán del Estado Islámico (ISKP) -la rama local del grupo terrorista, que ha reivindicado una serie de atrocidades contra civiles en todo Afganistán en el último año- ha prometido matar a cualquiera que trabaje en él.
El ISKP considera que el ferrocarril es un ardid de los no musulmanes para arrastrar a Afganistán al mundo moderno. Es el camino por el que los apóstatas planean llevar su democracia”, declaró un mensaje de abril en la Voz de Jorasán (Khorasan Ovozi), un canal de Telegram en lengua uzbeka. “Los muyahidines del califato no permitirán, bajo ninguna circunstancia, que los enemigos del Islam realicen este insidioso plan”. La Fundación de Medios de Comunicación Al-Azaim del ISKP y la Voz de Jorasán publicaron dos declaraciones de audio en uzbeko celebrando un ataque ese mes en la frontera uzbeka y despreciando el proyecto ferroviario.
El ISKP lleva luchando contra los talibanes desde aproximadamente 2015. Como parte de su campaña de reclutamiento, los ideólogos sostienen que los talibanes no son verdaderos musulmanes. El ISKP alega que los nuevos gobernantes de Kabul -los “talibanes 2.0”- han cocinado ahora, en concierto con Tashkent, “un acuerdo secreto contra el Islam”.
El canal Tavhid Khabarlari, favorable al ISKP, también ha alegado que el gobierno uzbeko utiliza a los talibanes como apoderados para realizar su proyecto ferroviario y sus sueños de rutas de exportación al subcontinente.
No solo el ferrocarril transafgano está en el punto de mira del Estado Islámico.
Las cuentas de las redes sociales vinculadas al ISKP están despreciando el proyecto de gasoducto Turkmenistán-Afganistán-Pakistán-India (TAPI). Por ejemplo, el medio de propaganda pro-IS Anfaal Media dijo el pasado noviembre que los talibanes, al trabajar con extranjeros para resucitar el plan de hace décadas, estaban “protegiendo los intereses de los enemigos de Alá en Afganistán”. Los talibanes, conscientes del riesgo potencial que suponen personas como el ISKP, prometieron entonces proporcionar 30.000 soldados para vigilar el oleoducto.
Mientras que los líderes de Tayikistán y Uzbekistán reciben la mayor parte de los abusos en estas plataformas, Tavhid Khabarlari apuntó el mes pasado a Turkmenistán, diciendo en un post del 23 de junio que el gobierno autoritario de Ashgabat debe ser destruido. Por si quedaba alguna duda, publicó imágenes trucadas de yihadistas enmascarados matando al presidente.
La mirada puesta en el Reino Medio
La toma del poder por parte de los talibanes el año pasado agravó la crisis humanitaria de Afganistán y fomentó la necesidad de nuevos socios. China, con su riqueza e influencia, es una fuente natural y evidente de inversión y ayuda. Sin embargo, el gigante asiático no actúa simplemente como una obra de caridad. Pekín y las empresas chinas actúan con cautela.
Mientras tanto, el ISKP ha aumentado considerablemente su propaganda antichina.
El número del 17 de junio de la revista Voice of Khorasan repitió las preocupaciones ya conocidas sobre la represión de Pekín contra los grupos minoritarios musulmanes en Xinjiang y criticó a los talibanes por hacerse amigos de ese Estado, comparando la relación con la de amo y siervo.
“Los guerreros del Estado Islámico atacarán las ciudades modernas de China para vengar a los musulmanes uigures”, declaró La Voz de Jorasán. Del mismo modo, el número de mayo de la nueva revista en pastún del ISKP, Khorasan Ghag, prometía ataques contra China y los intereses chinos en Afganistán.
Sin embargo, a diferencia de Turkmenistán y Uzbekistán, China es un objetivo más difícil. El país está protegido por un robusto aparato de seguridad y por fronteras naturales en las altas montañas de Pamir y Tien Shan. Así que el ISKP parece estar buscando objetivos chinos locales. El medio de comunicación pro-IS Anfaal, por ejemplo, señaló en noviembre la implicación de China en la mina de cobre de Mes Aynak, enumerando el proyecto entre “los intereses de los enemigos de Alá en Afganistán”.
El ISKP sabe que el dominio talibán es débil. Su estrategia incluye tanto los ataques cinéticos -véase el asalto del 18 de junio a un templo sij en Kabul, que el ISKP afirmó que había sido llevado a cabo por un terrorista suicida tayiko- como la guerra psicológica en diversas redes online.
Los talibanes han prometido a los inversores la paz. Cualquier ataque a las incipientes alianzas internacionales de los talibanes aislaría aún más al país asolado por la guerra.