El Estado Islámico de la provincia de Jorasán (ISIS-K) en Afganistán reivindicó el lunes la autoría de un atentado suicida en la embajada rusa en Kabul. En el atentado murieron dos miembros del personal ruso y al menos otros cuatro civiles.
El grupo reivindicó en su canal de Telegram que el atentado había sido perpetrado por un combatiente extranjero no afgano dentro de la capital de Afganistán. El Ministerio de Asuntos Exteriores de Rusia indicó más tarde que dos ciudadanos rusos -un guardia de seguridad y un secretario adjunto responsable de asuntos consulares- habían perdido la vida en la explosión. Sin embargo, la mayoría de las víctimas eran ciudadanos afganos que visitaban la embajada para solicitar visados. Al parecer, las fuerzas de seguridad de los alrededores de la embajada detectaron al terrorista suicida y le dispararon antes de que pudiera entrar en el edificio, lo que le hizo detonar su chaleco en el exterior y probablemente salvó decenas de vidas, según Associated Press.
El gobierno ruso condenó rápidamente el ataque, y el portavoz del Kremlin, Dmitry Peskov, lo describió como un “acto terrorista” y “completamente inaceptable”. El ministro de Asuntos Exteriores ruso, Serguéi Lavrov, anunció durante una reunión con el ministro de Asuntos Exteriores tayiko, Sirojiddin Muhriddin, que los protocolos de seguridad en torno a la embajada se habían reforzado en respuesta al incidente. Los dos ministros de Asuntos Exteriores guardaron también un minuto de silencio en recuerdo de las víctimas, según la cadena estatal rusa de noticias RT.
Tras la toma de Kabul por los talibanes a mediados de agosto de 2021, la mayoría de los países occidentales cerraron sus embajadas, suspendiendo su representación diplomática en Afganistán. Aunque Rusia ha evitado reconocer a los talibanes como el gobierno legítimo de Afganistán, ha tratado de establecer conexiones con los líderes talibanes, incluso invitando a una delegación al Foro Económico Internacional de San Petersburgo (SPIEF) en junio. Moscú también ha dejado abierta su embajada en Kabul, y sigue prestando servicios consulares a los afganos y a los ciudadanos rusos que permanecen en el país.
Tras el ataque, Lavrov afirmó que se habían asignado fuerzas adicionales de los talibanes, incluidos funcionarios de inteligencia del grupo, para aumentar la seguridad en torno a la embajada. El ministro de Asuntos Exteriores ruso añadió que “espera que los organizadores de este acto terrorista y sus autores sean castigados”.
La situación de la seguridad en Afganistán se ha deteriorado en el último año, debido en parte al aumento de la actividad de los terroristas del ISIS-K. Frustrado por la negativa de los talibanes a participar en los esfuerzos internacionales contra el terrorismo, el ISIS-K ha lanzado varios ataques de gran repercusión contra objetivos civiles dentro de Afganistán, socavando la autoridad del nuevo gobierno. A mediados de agosto, el grupo reivindicó la autoría de un atentado suicida contra una mezquita de Kabul en el que murieron decenas de personas.