Para los islamistas la existencia de Israel como Estado judío es un insulto añadido a la ofensa. No es una coincidencia que cuando un país de mayoría musulmana cambia de gobierno secular a gobierno islámico el odio a Israel aumenta considerablemente. Esto ocurrió en Irán cuando el régimen secular del Shah fue reemplazado por la dictadura teocrática de los Ayatolas. Lo mismo está sucediendo en Turquía desde que el partido islámico Justicia y Desarrollo gobierna el país.
La ofensa de Israel
La ofensa de Israel al Islam es que existe como Estado no islámico en una región que en el pasado fue parte integral del mundo islámico. Para el Islam el mundo está dividido en dos partes, Dar al-Islam, (“la Casa del Islam”), y Dar al-harb, (“la Casa de Guerra”).
Dar al-Islam son todas las tierras gobernadas por musulmanes y regidas por Sharía, la ley sagrada islámica. Los no musulmanes pueden vivir allí solo si los musulmanes les permiten y los toleran. Un territorio que fue parte del Dar al-Islam debe serlo para siempre, y si los musulmanes han perdido el control, (como ha sucedido en lo que hoy es Israel y en Andalucía, en España), la situación es puramente temporal y debe ser corregida tarde o temprano utilizando cualquier medio.
Dar al-harb es el mundo exterior, aún no conquistado por el Islam, con el cual hay un perpetuo estado de jihad, guerra santa que puede ser interrumpido por treguas cuando esto se considere conveniente y prudente.
Israel, el territorio gobernado hoy por una mayoría judía, fue durante siglos parte de Dar al-Islam, y, por consiguiente, el hecho de que en ese territorio exista hoy un gobierno no islámico es una ofensa intolerable.
El insulto de Israel
El insulto de Israel al Islam es el hecho de que los judíos, históricamente considerados dhimmis, gobiernan a musulmanes.
Dhimmi es el nombre que el mundo islámico daba a los judíos y cristianos que vivían en sus países. Su presencia era tolerada, de acuerdo a la ley Shaaría, a cambio del pago de impuestos especiales, limitación de derechos, y aceptación de discriminación social. Un musulmán no podía ser condenado por el asesinato de un dhimmi, pero un dhimmi era ejecutado si simplemente levantaba la mano contra un musulmán, aunque fuese en defensa propia. Los dhimmis no podían testificar en tribunales para defenderse. Si un dhimmi tenía relaciones sexuales con una mujer musulmana era condenado a muerte. Los dhimmis debían vestir ropa especial para ser fácilmente reconocidos y estaban prohibidos de tener sirvientes musulmanes. En resumen, los dhimmis eran considerados inferiores a los musulmanes.
Formalmente, ya no existe la categoría de dhimmi en los países islámicos de hoy, pero en la práctica la intolerancia legal y social continúa. Las minorías religiosas son discriminadas, (Arabia Saudita prohíbe a los cristianos la construcción de iglesias y templos), y, hasta perseguidas, (los Bahai en Irán, los cristianos en Gaza).