A la entrada del barrio cristiano de la Ciudad Vieja de Jerusalén, una joven llevaba la cabeza cubierta con dos prendas: un hiyab negro y, encima, un gorro de Papá Noel carmesí.
El gorro de Papá Noel y docenas de otros iguales eran arrojados a la alegre multitud por un palestino encaramado al tejado de una casa de cambio en uno de los barrios más cosmopolitas de la ciudad santa.
Detrás de él, se alzaba un enorme pino, y los celebrantes esperaban en la calle adoquinada con la respiración contenida a ver cómo el árbol estallaba en un despliegue de colores.
Durante las semanas previas, el barrio cristiano se había adornado con luces festivas, como carámbanos de plástico con destellos blancos y cuerdas de pared a pared con esferas de pinchos eléctricos rojos, que añadían un toque invernal.
Cada año, las festividades atraen a cientos de personas -jerosolimitanos y extranjeros de todas las religiones- al barrio cristiano. Entre la multitud se oía árabe, armenio, inglés e incluso hebreo.
Mientras que la mayoría de los asistentes vestían atuendos festivos, los miembros del clero se ciñeron a sus tradicionales tonos oscuros, en representación de la diversidad de diócesis activas en Jerusalén: católica, ortodoxa griega, ortodoxa armenia y otras.
Una figura, en particular, atrajo el afecto de cristianos de todas las tendencias. Issa Kassissieh, el único Papá Noel acreditado de Jerusalén y antiguo jugador profesional de baloncesto, paseó su 1,90 m de estatura con gracia entre la multitud y se hizo fotos con los niños, que se deleitaban tirando de su ondulada barba postiza.
Aunque en Jerusalén se libran batallas entre sectas, se podría haber olvidado este hecho este domingo por la noche, con música en el ambiente y comida en abundancia.
La banda sonora de la velada corrió a cargo de un pequeño coro que ofreció al público serenatas con éxitos como “Jingle Bells”, cantada íntegramente en árabe. Los cantos alcanzaron su clímax en el momento en que se encendieron las luces.
En cuanto a la comida, hubo desde los clásicos palestinos hasta el Stollen, un pastel alemán con fruta confitada, mazapán y un poco de azúcar en polvo por encima para asemejarse a una capa de nieve.
En medio de la abundancia culinaria, un estadounidense lamentó haber venido con el estómago lleno, pero aun así charló brevemente con el dueño de un puesto de comida situado a un lado de la carretera.
Detrás del puesto, un altavoz emitía el clásico navideño “All I Want For Christmas Is You”.
“¿Mariah Carey?”, preguntó el estadounidense con una sonrisa.
“Curry no. Eso es indio. Esto es palestino. Picante, pero no tanto”, respondió pacientemente el chef, con el cucharón preparado.