La ciudad de Jerusalén dedicó el lunes una plaza en el barrio de Kiryat Yovel en memoria de Chiune Sugihara, un diplomático japonés que expidió más de 2.000 visados a personas y familias judías, en contra de la política japonesa, cuando ejercía de vicecónsul japonés en Kovno (hoy Kaunas), en Lituania, en 1940.
Los beneficiarios eran en su gran mayoría refugiados y familias judías que habían huido de la Polonia ocupada por los nazis antes de la invasión alemana de la entonces independiente Lituania. Con estos visados, y un complejo mecanismo de ayuda de otros cónsules, empresas y particulares, se cree que hasta 10.000 judíos se salvaron de la Europa de la Segunda Guerra Mundial, escapando a través de la Unión Soviética hacia Japón.
Entre los beneficiarios se encontraban los profesores y todo el alumnado de la Yeshiva Mir, que hoy prospera en el barrio Beit Yisrael de Jerusalén.
La gesta de Sugihara fue reconocida en 1984 por Israel, que le otorgó el título de Justo entre las Naciones, y a título póstumo por Japón, en 2000.
El hijo de Chiune, Nobuki Sugihara, de 72 años, que vive en Bélgica, intervino en el acto, tras recibir un visado de última hora después de que un informe del Times of Israel revelara que Israel le denegaba la entrada por falta de documentación relacionada con la COVID.
Nobuki, que fue invitado a estudiar en la Universidad Hebrea de Jerusalén a finales de la década de 1960, después de que la historia del heroísmo de su padre empezara a resonar tardíamente, dijo que solía vivir en el barrio cercano a la plaza, y que la zona se había desarrollado de forma irreconocible: “La vista es diferente, los árboles son más grandes, la gente creció, los supervivientes hicieron hijos y nietos”.
Dijo que su padre “nunca imaginó” que tantos beneficiarios de los documentos que emitió lograran sobrevivir; ahora, estimó Nobuki, hay varios cientos de miles de descendientes de los que pudieron escapar a un lugar seguro.
Cuando le preguntó a su padre por qué había actuado en favor de los judíos, recordó Nobuki, Chiune le explicó que sentía compasión por las personas que se reunían frente al consulado japonés en Kovno, y que “no tenían ningún otro lugar al que ir… ningún hogar… No le gustaba oír ‘salvados’. Sólo hizo lo que podía hacer”.
Más de 100 personas asistieron al acto, que fue cubierto por las televisiones japonesas, entre las que se encontraban supervivientes y sus descendientes. Algunos de ellos llevaban listas de los beneficiarios de los visados de Sugihara y copias enmarcadas de la propia documentación.
El embajador japonés en Israel, Koji Tomita, se encontraba entre los oradores, y expresó su orgullo por “tener un colega superior tan decidido” como Sugihara.
El alcalde Moshe Lion dijo que el acto era “el más emotivo” de este tipo de ceremonias de dedicación al que había asistido desde que asumió su cargo hace tres años, debido al gran número de descendientes a los que se les dio vida gracias a las acciones de Sugihara.
“Te queremos”, dijo León, dirigiéndose a Nobuki y a otros miembros de la familia Sugihara. “Siempre apreciaremos lo que hicisteis – y por ‘nosotros’ me refiero a los residentes de Jerusalén y al pueblo de Israel”.