El complejo del Monte del Templo en la Ciudad Vieja de Jerusalén reabrirá la próxima semana, anunció el martes el Waqf islámico, dos meses después de cerrarlo debido al coronavirus y con el brote continuando a la baja.
El monte es venerado tanto por judíos como por musulmanes, que la llaman la Mezquita Al-Aqsa o Noble Santuario, y es un lugar donde muchos palestinos se reúnen a menudo, especialmente para las oraciones del viernes. Ha sido durante mucho tiempo una fuente de tensión entre israelíes y palestinos.
“El consejo decidió levantar la suspensión de la entrada de fieles a la bendita mezquita de Al-Aqsa después de la fiesta de Eid al-Fitr”, dijo una declaración de la organización Waqf, refiriéndose a la fiesta musulmana que se espera comience este fin de semana. La fecha exacta en que termina la fiesta aún no se ha determinado.
La fecha exacta de la reapertura se anunciará más tarde, incluyendo si también se reabrirá a los judíos y turistas.
El director de la mezquita, Omar al-Kiswani, dijo a la AFP que esperaba que no hubiera restricciones en el número de creyentes, pero que el órgano rector anunciaría “mecanismos y medidas precisas en una fecha posterior”.
Dijo que los detalles se elaborarán para “asegurar que no se nos critique con el pretexto de que hemos violado las normas sanitarias”.
El Monte del Templo ha estado cerrado desde el 22 de marzo, cuando el brote de COVID-19 estaba ganando fuerza. Los empleados del Waqf continuaron trabajando como de costumbre y rezando en Al-Aqsa.
El Waqf está respaldado por el Ministerio jordano de Awqaf y Asuntos Islámicos, que administra el sitio.
Tanto Israel como la Autoridad Palestina, que gobierna Judea y Samaria, han ido suavizando gradualmente las restricciones sobre las reuniones públicas a medida que las tasas de infección se han ido reduciendo.
En virtud de un acuerdo vigente desde la victoria de Israel en la Guerra de los Seis Días de 1967, se permite a los no musulmanes visitar el Monte del Templo pero no rezar allí.
Los judíos con vestimenta religiosa pueden entrar en pequeños grupos durante horas limitadas, pero son llevados por una ruta predeterminada, son vigilados de cerca y se les prohíbe rezar o exhibir cualquier símbolo religioso o nacional, o incluso beber de las fuentes de agua.