El versículo con que comienzan las Sagradas Escrituras, Génesis 1:1, contiene información codificada que a simple vista podría pasar inadvertida. Cuánto más si el lector cuenta con una traducción y no con el texto hebreo.
Hay detalles, que inclusive una persona hebreo-parlante podría no captar si no es por una observación más detallada.
Todo el primer versículo, “Bereshit bará Elohim et hashamaim ve’et ha’aretz”. Está conformado por 28 grafemas, es decir, el producto de 7 x 4:
Estos 28 grafemas están organizados en siete palabras:
La palabra central del primer versículo es את (alef-tav)la primera y última de las letras del Alef-Bet que expresa que lo primero en ser creado fueron las Letras de la Torá.
La letra Álef [א]cuyo valor numérico es 1000 está presentes seis veces en el primer versículo aludiendo a los seis milenios:
Si se toman las primeras letras de cada una de las siete palabras y se las convierte a su valor numérico el resultado es el siguiente:
Son 22 las letras del Alef-Bet.
Si se toma las últimas letras respectivamente desde la segunda palabra, la tercera palabra y la cuarta palabra se obtiene:
Gracias al Eterno por las traducciones de la Biblia, pues de alguna manera se ha podido extender un legado espiritual a casi toda la humanidad. Aún así ha sido inevitable el alejarse en cada traducción, del sentido correcto en este caso en particular de Génesis capítulo uno versículos del uno al tres. Hay bastante diferencia entre lo que dice la versión más popular de la Biblia en castellano de lo que el texto hebreo transmite, compare usted por favor:
Génesis 1: 1-3 versión Reina Valera: En el principio creó Dios los cielos y la tierra y la tierra estaba desordenada y vacía, y las tinieblas estaban sobre la faz del abismo, y el Espíritu de Dios se movía sobre la faz de las aguas y dijo Dios: Sea la luz; y fue la luz.
Y ahora:
Génesis 1: 1-3 versión judía erudita: En el comienzo de la creación de Dios del cielo y la tierra, cuando la tierra estaba informe y vacía, con oscuridad sobre la superficie del abismo, y la Presencia Divina flotaba sobre la superficie de las aguas, dijo Dios: Que haya luz, y hubo luz.
Cuando leo la primera versión entiendo que el tema principal del comienzo del libro es la creación de los cielos y de la tierra. Pero cuando leo la versión judía, entiendo que el tema principal del comienzo del libro es el momento en que D’os dijo: “Que haya luz”.