El Coronavirus es ahora oficialmente una pandemia global. De repente nos encontramos con una plaga de severidad bíblica.
La Pascua nos pide que recordemos las 10 plagas que Dios envió contra los egipcios. Con la ayuda de la Biblia sabemos el propósito detrás de estas aflicciones de un pueblo. Dios tenía un plan. El sufrimiento egipcio tenía un significado. Lo que hace nuestra angustia contemporánea tan particularmente insoportable es su aparente incomprensión.
En la era de los profetas habría habido un esfuerzo por discernir algún mensaje divino en esta tragedia global. Pero hoy en día de alguna manera asumimos que el conocimiento científico excluye la posibilidad de incluir a Dios como parte de la gestión del universo. Después de todo, ¿quién puede discutir con Louis Pasteur y Robert Koch que, en la última mitad del siglo XIX, probaron la teoría de los gérmenes de la enfermedad – que los patógenos demasiado pequeños para verlos sin aumento son la verdadera causa de la enfermedad. Los gérmenes son los villanos y los virus son las únicas razones de la presencia de enfermedades que determinan si vivimos o morimos.
Y me atrevo a preguntar: ¿No exige la creencia en Dios que fusionemos la teoría de los gérmenes de la enfermedad con la convicción de la fe en un ser supremo que decide realmente dónde, cuándo y hasta dónde se propagan los virus?
Por favor, entienda exactamente lo que estoy diciendo. Maimónides dejó claro hace tiempo que es nuestra obligación asegurar nuestra buena salud. No podemos simplemente confiar en Dios; Dios nos ha hecho sus socios en nuestra búsqueda de la longevidad. La higiene es un mitzvah; es una obligación. El cuidado de nuestros cuerpos es un requisito espiritual similar a la protección de nuestras almas. Cuando los médicos nos ordenan lavarnos las manos, la ley de la Torá nos obliga a hacerlo.
Pero la decisión final de vida o muerte permanece, como lo dejamos claro cada año en Rosh Hashaná y Iom Kipur cuando nuestro destino está sellado, con el Todopoderoso.
Por eso me sorprende que de las innumerables sugerencias sobre cómo contrarrestar y hacer frente al coronavirus oigamos tan poco de la palabra Dios y la posibilidad de que esta pandemia mundial traiga consigo un profundo mensaje divino.
Obviamente no soy un profeta, pero aquí hay un pensamiento que creo que vale la pena considerar y tomar en serio. Todo padre sabe que una de las respuestas más obvias al mal comportamiento de un niño es lo que comúnmente se conoce como “tiempo muerto”. El niño no puede disfrutar de actividades placenteras. El niño tiene su vida normal interrumpida. Se le anima a reflexionar sobre su desobediencia. ¿Es demasiado considerar que mientras nuestro mundo continúa hundiéndose cada vez más en nuestro compromiso con la virtud que Dios respondió con un virus que ha forzado a millones a un “tiempo muerto” de cuarentena y aislamiento?
Los 10 Mandamientos son la fuente bíblica del sistema más básico de comportamiento ético y moral. Representan la justificación principal para nuestra existencia continua en la Tierra. Y los comentaristas tomaron nota de un número notable. En el hebreo original, el idioma en el que los mandamientos fueron inscritos por Dios en las dos tablas, hay exactamente 620 letras.
620 parecería ser un número sin un significado teológico particular. Habría sido perfecto y fácilmente comprensible si hubiera exactamente 613 letras en los 10 Mandamientos. Esos son los números de las mitzvot dadas al pueblo judío en la Torá. Los 10 Mandamientos son los principios inherentes a toda la ley judía. ¿Pero cuál es el significado de 620 letras? Los rabinos lo explicaron. Mientras que el número de mitzvot para los judíos es 613, el número siete representa la ley universal – lo que comúnmente se conoce como las siete leyes de los descendientes de Noé, requeridas como mínimo para toda la humanidad. Y 620, por supuesto, es la suma de 613 y siete, la totalidad de la guía divina tanto para los judíos como para el resto del mundo.
El comentario no termina aquí. 620 es la gematría, el valor numérico, de una importante palabra hebrea, keter, que significa corona. Un keter – una corona – se coloca en la parte superior de cada pergamino de la Torá. El simbolismo es obvio. La corona sobre la Torá demuestra la relación de los 10 Mandamientos con el resto de la Torá. De los 10 – en número de letras 620 – tenemos los principios que posteriormente encontraron expresión en la totalidad de la Torá.
El keter – la corona – es el símbolo más poderoso de nuestra conexión con Dios.
La palabra corona – como en coronavirus – viene de la palabra latina para corona.
Tal vez necesitamos considerar la aflicción actual del mundo no solo en el contexto de una enfermedad causada por patógenos, sino como un mensaje divino que nos recuerda que se nos ha dado nuestras vidas para investirlas de significado y virtud como se define en los 10 mandamientos de Dios.