Cuando alguien muere en circunstancias poco claras, especialmente a una edad temprana, las autoridades suelen realizar una autopsia para determinar la causa del deceso. Sin embargo, en el caso de Michelle Trachtenberg, quien murió a los 39 años, su familia se negó a que se realizara este procedimiento por razones religiosas, según informes de prensa.
La actriz era judía, y la ley judía tradicional prohíbe la profanación de los cuerpos. Dicha normativa establece que los muertos deben ser enterrados lo más intactos posible y sin demoras, lo que explica el rechazo a las autopsias, ya que implican cortes y extracción de tejidos. En situaciones donde el cuerpo ha sufrido daños, se hacen esfuerzos para recuperar todo el material biológico posible antes del entierro.
Algunas autoridades rabínicas han aceptado las autopsias en casos excepcionales, como cuando la información obtenida podría ayudar a identificar y castigar a un asesino o contribuir significativamente al conocimiento médico. Sin embargo, otros líderes religiosos sostienen que la prohibición debe mantenerse en todas las circunstancias.
Trachtenberg murió en Nueva York, donde el médico forense suele ordenar autopsias cuando hay sospechas de un crimen. En este caso, las autoridades afirmaron que no existía evidencia de actividad delictiva. Cuando no hay indicios de delito, los familiares más cercanos, en este caso sus padres, pueden rechazar la práctica del examen post mortem.
Según reportes, la actriz había recibido recientemente un trasplante de hígado. Dado que no se realizará una autopsia, la causa de su muerte será registrada oficialmente como indeterminada.