La gente pide pruebas de que Dios existe. El pueblo judío es esa prueba. ¿Cuánto tiempo puede durar una oveja en una guarida de leones muertos de hambre? Antes de contar hasta diez, no les quedaría ni una hebra de lana con la que limpiarte entre los dientes.
Las más grandes civilizaciones han ido y venido. Todos aquellos que conquistaron el mundo ya han dejado de existir. Sin embargo, el pueblo judío va en contra de todas las leyes lógicas y naturales. A pesar de la persecución constante y el exilio y los poderosos enemigos que no solo nos han amenazado continuamente sino que han hecho todo lo posible por librarse de nosotros, a pesar de todo eso aún estamos aquí. ¿Cómo es posible algo tan ilógico? Rabí Najman de Breslev explica que la plegaria no solo está por encima de la naturaleza sino que incluso la modifica.
Sin embargo, para que la plegaria tenga el poder de modificar la naturaleza, debe alimentarse con emuná. La persona que ora tiene que tener la absoluta convicción de que Hashém escucha sus plegarias y de que el Eterno puede hacer todo lo que desee cada vez que lo desee. Rabi Najman enfatiza que la principal manifestación de emuná es la plegaria ferviente, que es capaz de literalmente obrar milagros. Además, este nivel de emuná, plegaria y milagros es algo propio de la Tierra de Israel.
En la Torá, Hashem le ordena al pueblo judío que tome posesión de la Tierra de Israel y eliminar a las siete naciones cananeas. La Torá da testimonio de que estas son “siete naciones más grandes y más poderosas que tú”. En términos naturales, no hay forma de vencer ni a una sola de ellas, muchísimo menos a las siete. Por lo tanto, el pueblo judío tiene que estar dependiendo de un poder sobrenatural para cumplir con el precepto de Hashem. La emuná es un poder sobrenatural. Sin emuná, no hay forma de cumplir con la voluntad de Hashem. Por lo tanto, podemos llegar a la conclusión de que la emuná es un factor necesario en el cumplimiento de los preceptos de Hashem.
Nuestra soberanía sobre la Tierra de Israel depende de la emuná, donde creemos que nosotros –la pequeña nación del pueblo judío- tenemos el poder de existir en medio de un mar de vecinos hostiles que nos rodean por todos los costados, y estamos completamente solos sin nadie en quién depender excepto en Hashem.
Esta es la rectificación del pecado de los espías, quienes miraban el mundo con ojos de pura naturaleza humana, sin nada de emuná. Es por eso que ellos dijeron que no podían ir a tomar posesión de la Tierra de Israel, ya que las naciones son “más fuertes que nosotros”.
Teniendo en mente lo antedicho, podemos comprender por qué Mosés tanto quería entrar a la Tierra de Israel. Él sabía que la plegaria es la manifestación de y que el más alto nivel de emuná solamente puede alcanzarse en la Tierra de Israel. Es por eso que oró 515 plegarias a fin de revertir el decreto de que él no ingresaría a la Tierra de Israel. Sin embargo, Hashem tenía Sus motivos, y para bien del pueblo judío, no se le permitió a Moisés entrar a la Tierra.
Recientemente, las potencias mundiales capitularon con Irán un acuerdo nuclear que ni siquiera vale el papel en el cual está escrito. Tanto Irán como nuestros otros vecinos están empecinados en destruirnos. Sin embargo, no tenemos nada que temer. La bendición de Moisés, “pues ustedes son la más pequeña de las naciones” nos ha sostenido durante más de treinta siglos y continuará sosteniéndonos. Ni un solo pelo de la cabeza de ningún judío en toda la Tierra de Israel ha de caer a causa del arma nuclear iraní. Esperen y vean los milagros que nos tienen reservados. Nuestra tarea consiste simplemente en fortalecer nuestra emuná y dedicar unos cuantos minutos extras de plegaria cada día por el pueblo judío, y en especial por el pueblo judío en la Tierra de Israel.
Y que dentro de muy poco podamos estar todos reunidos aquí, con el retorno de los exiliados, y la llegada del Mashíaj, muy pronto en nuestros días, amén!.