Argentina está lanzando un puente aéreo para evacuar a sus ciudadanos de Israel, cuatro días después de que Hamás atacara Israel, matando e hiriendo a miles de personas y desencadenando una guerra que podría ser duradera.
El Ministerio de Asuntos Exteriores del país abrió el sábado, día del ataque, una línea directa para que los ciudadanos argentinos solicitaran la repatriación. El ministro de Asuntos Exteriores, Santiago Cafiero, dijo el martes que se habían recibido más de 713 solicitudes.
Ahora, el programa “Retorno Seguro” permitirá salir del país a un máximo de 625 personas. Un avión militar Hércules y un Boeing se desplegarán primero en Chipre y luego en Tel Aviv. El jueves despegarán tres vuelos de Tel Aviv a Roma, cada uno con unas 200 personas.
“Hay gente que estaba allí por turismo, por trabajo, por estudios y otros que llevan mucho tiempo viviendo”, dijo Cafiero a la agencia nacional de noticias Télam.
Hasta ahora, la mayoría de las personas en Israel que desean salir están solas para hacerlo, y muchos vuelos han sido cancelados, lo que dificulta la salida.
La decisión de evacuar a los expatriados, que solo suele tomarse en las circunstancias más extremas y peligrosas, refleja la creciente conciencia de que la guerra emprendida en respuesta al atentado podría ser larga y penosa. Argentina no es el único país que ha enviado aviones para recuperar a sus ciudadanos: Polonia y Australia, por ejemplo, han dicho que evacuarán a los ciudadanos que quieran salir del país. Canadá tiene previsto anunciar el miércoles una iniciativa de evacuación con aviones militares y disposiciones especiales para las personas que no puedan llegar con seguridad al aeropuerto internacional de Israel.
La evacuación aérea de Argentina -donde se calcula que viven 180.000 judíos, la sexta población judía más grande del mundo- es especialmente notable porque, hasta esta semana, el país ostentaba el ignominioso récord de ser el escenario del peor atentado terrorista contra judíos desde el Holocausto. Ochenta y cinco personas murieron en el atentado de 1994 contra la sede de la AMIA, el centro comunitario judío de Buenos Aires, que, al igual que el atentado de Hamás, se cree que fue perpetrado en colaboración con Irán.
Jorge Knoblovits, presidente de la DAIA, la organización que agrupa a los judíos de Argentina, condenó a Hamás durante una concentración multitudinaria en Buenos Aires, ante un centro comunitario judío situado en la esquina de la avenida Estado de Israel y la avenida Estado de Palestina. El grupo, dijo, pretendía destruir no solo a Israel “sino a todos nosotros, a todos los judíos, en cualquier parte del mundo”.
La manifestación, una de las docenas que han tenido lugar esta semana en todo el mundo en apoyo de Israel, ocupó dos manzanas enteras y atrajo a personalidades destacadas como el embajador de Estados Unidos, el alcalde de la ciudad y Patricia Bullrich, candidata a la presidencia en las elecciones de este mes. Moshe y Sara Korin, de cuyo hijo Abi no se sabe nada desde el ataque a su kibbutz, también participaron en la manifestación.
En el atentado de Hamás murieron varios expatriados argentinos, todos ellos en kibutz del sur de Israel, que eran destinos populares entre los sudamericanos que se trasladaban a Israel. Según los últimos datos del Ministerio de Asuntos Exteriores, Argentina ha confirmado la muerte de siete de sus ciudadanos y 15 permanecen desaparecidos.