SANTA CRUZ, Bolivia-El gobierno socialista de Argentina se esfuerza por frenar la hemorragia monetaria, la recesión económica y la hiperinflación, mientras continúan las negociaciones con China sobre los swaps y el alivio de la deuda.
La nación tiene un historial establecido de incumplimiento de préstamos, incluso antes de que China acordara conceder 19 millones de dólares adicionales al gobierno argentino en 2020.
El analista de las relaciones entre China y América Latina, Fernando Menéndez, dijo a The Epoch Times que aunque los préstamos de Pekín en la región pueden parecer arriesgados desde un punto de vista tradicional, al final, siguen saliendo ganando.
“Porque si el reembolso no funciona, pueden simplemente embargar los bienes”, dice Menéndez.
Gran parte de los problemas económicos de Argentina se deben a la falta de coherencia de las políticas macroeconómicas, según el miembro del Instituto de las Américas y profesor del University College of London, Néstor Castañeda.
El economista Martín Rapetti afirma que el subproducto de estas políticas se manifiesta en el producto interior bruto per cápita, que es el mismo hoy en Argentina que durante el régimen peronista de 1974. Sin embargo, hay una diferencia notable ahora: la desigualdad de ingresos es mucho mayor.
“Mientras persiste la resucitación fiscal de Argentina por parte de China, vemos surgir un patrón discernible en toda América Latina, particularmente donde prevalecen los gobiernos socialistas”.
Ampliación de su alcance
Un informe del Congreso de Estados Unidos de noviembre de 2021 destaca la preocupación por la creciente influencia de China en la región a través de préstamos e inversiones.
El informe afirma que China está profundizando sus relaciones estratégicas políticas y militares con las naciones latinoamericanas, señalando que la cooperación con regímenes autoritarios, como el de Nicolás Maduro, ha facilitado notables “retrocesos democráticos” en Ecuador, Bolivia y Venezuela.
En Venezuela, los préstamos de China ascienden a 60.000 millones de dólares, la mayor cantidad que ha concedido a una nación extranjera, aunque el país sigue sumido en una de las recesiones económicas más profundas de la historia.
A principios de este año, la Corporación Internacional de Financiación del Desarrollo de Estados Unidos intervino y acordó ayudar a Ecuador a devolver miles de millones de dólares en préstamos chinos con la condición de excluir a China de su red de telecomunicaciones.
La deuda de Ecuador con China tiene su origen en el anterior presidente socialista democrático, Rafael Correa, cuya administración dejó de pagar sus préstamos en 2008.
Menéndez señala que el hecho de que China prestara dinero a gobiernos con poca visión económica, con la posibilidad de adquirir activos ofrecidos por las naciones asediadas, fue una maniobra de ajedrez magistral.
“Con todos esos campos petrolíferos en Venezuela y su incapacidad para devolver los préstamos chinos, habría que preguntarse a quién pertenecen hoy en día”, afirma.
Venezuela también tiene las mayores reservas probadas de petróleo del mundo.
Un denominador común entre los diferentes gobiernos de América Latina y su relación con los préstamos chinos es el acceso restringido a otros mercados de crédito para el alivio de la deuda.
Cuando esta situación se da en los países en desarrollo, se crea un patrón de endeudamiento que acaba en dependencia económica, según el Consejo Económico y Social de las Naciones Unidas.
Argentina ha dejado de pagar nueve veces los préstamos a los acreedores extranjeros, cinco de ellas desde 1980.
La diferencia clave entre China y otros prestamistas extranjeros es que Pekín es más reacio a reestructurar cuando los gobiernos sobrecargados aparecen con los bolsillos vacíos.
Ganar amigos y votos
Aparte de las posibles adquisiciones y préstamos, al gobierno estadounidense le preocupan más los puntos de apoyo políticos y militares que China está ganando con estos acuerdos.
Un ejemplo digno de mención es el establecimiento de una estación espacial dirigida por el Ejército Popular de Liberación en la región de la Patagonia, en el sur de Argentina, en 2015.
La construcción de posibles proyectos similares de “doble uso” en América Latina otorga a China la posibilidad de aumentar su futura presencia militar, según el Congreso estadounidense.
Más que asegurar los activos, Menéndez dice que China está ganando amigos y votos a su favor.
Explicó que, gracias a los cuantiosos préstamos e inversiones de China, los países latinoamericanos probablemente los favorecerán en situaciones que requieran votaciones sobre políticas, como en las Naciones Unidas.
Y una de estas inversiones es la Iniciativa del Cinturón y la Ruta (BRI).
Iniciada en 2013 como una serie de proyectos de inversión de distinto alcance en países en desarrollo, la iniciativa se vende como un medio para reforzar las relaciones mundiales mediante la creación de lo que denomina “corredores comerciales.”
Aunque sobre el papel parece buena, entre los posibles riesgos de la iniciativa en países con infraestructuras menos estables se encuentran el endeudamiento insostenible, la degradación medioambiental y la falta de transparencia general de los proyectos, según una evaluación del Banco Mundial.
En 2017, Panamá se convirtió en el primer país latinoamericano en adherirse a la BRI, solo unos meses después de haber cambiado su lealtad diplomática de Taiwán a China.
Dieciocho de los 33 países de América Latina y el Caribe se sumarán probablemente a la iniciativa en los próximos años.
Argentina, Brasil y México han ampliado sus relaciones económicas con China, pero aún no han adoptado plenamente la BRI.
La jefa de la división de América Latina y el Caribe del Centro de Comercio Internacional, Claudia Uribe, dice que “China está impulsando la idea de que cooperar en el área de la infraestructura significa disminuir los costos logísticos, y de esta manera, está vendiendo el modelo BRI”.
“No hay viajes gratis, sino intereses estratégicos”, añade Uribe.
Según datos científicos de la revista Nature, los otros grandes deudores latinoamericanos con China son Brasil (28.200 millones de dólares), Argentina (17.100 millones) y Ecuador (18.400 millones).