Afganistán se enfrenta a un colapso de sus sistemas económicos y sociales que corre el riesgo de convertirse en una catástrofe humanitaria, declaró el domingo el jefe de la política exterior de la Unión Europea.
Para evitar el peor de los escenarios sería necesario que los talibanes cumplieran con las condiciones que permitirían una mayor asistencia internacional, escribió Josep Borrell en una entrada de su blog.
“Afganistán sufre una grave crisis humanitaria y se avecina un colapso socioeconómico, que sería peligroso para los afganos, la región y la seguridad internacional”, escribió Borrell.
Los precios de los alimentos en el país se han disparado más del 50% desde que los talibanes tomaron el poder en agosto, ya que la congelación de 9.000 millones de dólares de los activos afganos depositados en las reservas del banco central extranjero y la retirada de los ingresos procedentes del exterior avivan la inflación.
El sistema bancario afgano está en gran medida paralizado, y la gente no puede retirar dinero, mientras que el sistema sanitario del país -que dependía en gran medida de la ayuda extranjera- está a punto de colapsar, según Borrell.
“Si la situación continúa y con la llegada del invierno, esto corre el riesgo de convertirse en una catástrofe humanitaria”, escribió, añadiendo que podría desencadenar una migración masiva hacia los Estados vecinos.
Los 27 países de la UE han aumentado su ayuda humanitaria a Afganistán desde que los talibanes tomaron el poder, pero han interrumpido su ayuda al desarrollo, medida que también han tomado otros países y el Banco Mundial.
La respuesta de la UE a la crisis dependerá del comportamiento de las nuevas autoridades afganas, dijo Borrell, y cualquier reanudación de las relaciones requerirá el cumplimiento de condiciones que incluyan los derechos humanos.
“Esto requiere sobre todo que los talibanes tomen las medidas que permitan a la comunidad internacional ayudar al pueblo afgano”, dijo, y añadió que el personal femenino de las agencias internacionales debe poder hacer su trabajo.
Los informes generalizados sobre abusos de los derechos humanos y la exclusión de las niñas de las escuelas han mermado el optimismo de que el enfoque de los talibanes haya cambiado desde que dirigieron Afganistán entre 1996 y 2001.
Borrell se reunió con funcionarios qataríes la semana pasada en la capital qatarí, Doha, donde los talibanes tienen una representación.
Afirmó que los contactos de Qatar con los talibanes tenían como objetivo moderar su comportamiento, e instó a Doha a utilizar sus contactos con ellos para garantizar que se pueda evitar el “peor escenario” para Afganistán.