Como candidato, Joe Biden emitió una severa advertencia al presidente egipcio Abdel Fattah el-Sisi, prometiendo “no más cheques en blanco para el dictador favorito de Trump”. Biden y su equipo han señalado que limitarían o en algunos casos detendrían el apoyo a países basados en su historial de derechos humanos, incluyendo Egipto y Arabia Saudita.
El equipo de Biden ha amenazado con condicionar la ayuda bilateral anual de 1,5 dólares que Estados Unidos ha proporcionado a Egipto desde 1946. Tras el tratado de paz entre Egipto e Israel, que se firmó después de los acuerdos de Camp David en 1979, la asistencia militar y económica de los Estados Unidos a El Cairo ha aumentado considerablemente. Todas las administraciones estadounidenses han justificado la continuación de la ayuda a El Cairo como necesaria para mantener la estabilidad regional, salvaguardar los intereses de los Estados Unidos y prolongar la cooperación con el ejército egipcio.
Limitar la ayuda de EE.UU. a El Cairo pondría en peligro la larga relación entre EE.UU. y Egipto en los próximos años. Al mismo tiempo, las denuncias sobre el historial de derechos humanos de El-Sisi son legítimas. Durante su presidencia, El-Sisi ha encarcelado injustamente a defensores de los derechos humanos, periodistas y activistas en Egipto, revirtiendo las libertades logradas en el levantamiento de la Primavera Árabe de 2011. Sin embargo, terminar el diálogo con El Cairo sería perjudicial para la seguridad regional, ya que Egipto se apoyaría en otros violadores de los derechos humanos.
El-Sisi se tomó esta amenaza muy en serio y en los últimos meses comenzó a alejar a Egipto de los Estados Unidos y a acercarse a sus adversarios occidentales, incluida China. El 5 de agosto, Egipto aceptó que China estableciera una terminal de contenedores en el Mediterráneo en Abu Qir, ampliando el alcance y la capacidad de China para reforzar su iniciativa “Un cinturón, una carretera” en el Oriente Medio. El alcance de El-Sisi a China tiene graves consecuencias para la política de los Estados Unidos, ya que demuestra la voluntad de Egipto de trabajar con los adversarios occidentales para garantizar su seguridad económica y militar.
El equipo de Biden en el Oriente Medio también debe considerar la importancia de la cooperación sostenida entre Israel y Egipto mientras contempla las posibles agendas políticas de Egipto. Cuatro decenios de paz entre Israel y Egipto han sido un activo muy importante para la región. Desde que ambos países firmaron el acuerdo de paz de 1979, Egipto ha desempeñado un papel esencial en la salvaguardia de la seguridad de Israel en su frontera occidental con Gaza, que está controlada por Hamás desde 2007. El desprecio compartido de El Cairo y Jerusalén por la autoridad que gobierna de facto en Gaza ha contribuido a su terreno común. Las fuerzas egipcias e israelíes han trabajado juntas para contrarrestar la insurgencia del Sinaí, un levantamiento en curso afiliado al ISIS en la península. Si los Estados Unidos dejan de apoyar los esfuerzos de colaboración de Egipto en la lucha contra el terrorismo mediante transferencias de tecnología militar y ayuda monetaria, se pondrá a prueba la relación entre El Cairo y Jerusalén.
Además de la relación entre Israel y Egipto, la cooperación entre los Estados Unidos y Egipto abarca múltiples esferas, entre ellas la seguridad, la lucha contra el terrorismo y la inteligencia. Tanto el gobierno de Obama como el de Trump defendieron la ayuda continua a Egipto como crucial para la estabilidad regional. En 2013 el gobierno de Obama detuvo parcialmente su suministro de equipo militar a Egipto tras el golpe de Estado que llevó al poder al presidente Abdel Fattah El-Sisi. Sin embargo, estas limitaciones se levantaron dos años más tarde en “nombre de la seguridad nacional de los Estados Unidos”, según funcionarios de la administración Obama. La congelación de equipos se invirtió desde que se priorizaron los esfuerzos antiterroristas y las operaciones anti-SISI de Egipto en la región del Sinaí y Libia.
El presidente francés Emmanuel Macron recientemente enfrentó presiones para limitar y condicionar la venta de armas a Egipto en base a violaciones de los derechos humanos. Sin embargo, Macron eligió un curso diferente al que, según se informa, Biden está planeando. Durante una conferencia de prensa conjunta en París con el Presidente egipcio El-Sisi, el 7 de diciembre, Macron anunció que Francia no se atendría a esta estrategia, ya que iría en detrimento de la capacidad de El Cairo para luchar contra el terrorismo en la región. Macron declaró que “no condicionaría los asuntos de defensa y cooperación económica a estos desacuerdos (sobre derechos humanos)… es más efectivo tener una política de demanda de diálogo que un boicot que solo reduciría la efectividad de uno de nuestros socios en la lucha contra el terrorismo”.
Terminar el diálogo con Egipto no conducirá al cese de las violaciones de los derechos humanos. A fin de mantener su capacidad de lucha contra el terrorismo y su seguridad económica, El-Sisi recurrirá indudablemente a otros violadores autoritarios de los derechos humanos, como China y Rusia, para que le presten apoyo. Los Estados Unidos a menudo tienen que tomar decisiones difíciles en materia de seguridad nacional para cooperar con Estados con un historial deficiente en materia de derechos humanos. En lugar de boicotear El Cairo y, en última instancia, empujarlos hacia nuevas y desagradables asociaciones, los Estados Unidos podrían adoptar un enfoque de dos vías con respecto a Egipto, dando prioridad al avance de las cuestiones de seguridad y, al mismo tiempo, impulsando mejoras en los derechos humanos.
Maya Carlin es una analista del Centro de Política de Seguridad ubicado en Washington DC. Fue becaria Anna Sobol Levy en el IDC Herzliya en Israel, donde completó su Maestría en Antiterrorismo y Seguridad Nacional.