El Ministerio de Defensa de Israel frustró la semana pasada un intento de introducir de contrabando miles de pastillas de Captagon en la Franja de Gaza. La noticia se vio ensombrecida por el aumento de las tensiones, en medio de los continuos disturbios en Judea y Smaria y el lanzamiento de cohetes desde la Franja de Gaza, controlada por Hamás.
Las pastillas, ocultas en el interior de un cargamento de frigoríficos de oficina, se dirigían desde Judea y Samaria cuando fueron incautadas por las fuerzas de seguridad israelíes en el paso fronterizo de Tarqumiyah. La exposición de Israel al tráfico de Captagon ya no puede ignorarse.
¿Qué es el captagon?
El captagon, conocido coloquialmente como la “cocaína de los pobres”, es un estimulante de tipo anfetamínico producido ilícitamente en Levante. Aunque se trafica principalmente en Jordania y los países del Golfo, el comercio de captagon ha empezado a extenderse más allá de sus fronteras tradicionales. El captagon está evolucionando lenta pero inexorablemente hacia un problema regional más amplio que merece una intervención coordinada. La redada antidroga llevada a cabo esta semana en Israel confirma esta realidad cambiante.
Originalmente, “Captagon” era el nombre comercial de una droga legal que contenía fenetilina y se recetaba para tratar afecciones como el trastorno por déficit de atención con hiperactividad, la narcolepsia y la depresión. Sin embargo, la fenetilina se ilegalizó de forma generalizada en la década de 1980, lo que obligó a la producción clandestina de captagon. Desde entonces, la producción de captagon falsificado ha proliferado; las píldoras altamente adictivas de hoy en día tienen poco o ningún parecido químico con sus predecesoras.
En la actualidad, la industria del captagon se concentra en Siria y Líbano, donde la guerra civil, el colapso financiero y los efectos devastadores de las sanciones estadounidenses y europeas han dejado a los representantes iraníes sin dinero. En busca de nuevas fuentes de ingresos, el régimen de Bashar al-Assad y Hezbolá recurrieron a la producción y venta de captagon. Y resultó ser una bendición financiera.
Los datos de incautaciones regionales de 2021 valoraban el comercio de captagon en más de 5.700 millones de dólares, eclipsando el valor total de las exportaciones legales de Siria juntas. Los beneficios van directamente a las arcas de Assad y sus compinches, proporcionando un salvavidas financiero a un régimen económicamente moribundo. Según el ex enviado especial de Estados Unidos para Siria, “el régimen de Assad no sobreviviría a la pérdida de los ingresos de Captagon”.
Desde sus centros de producción en Siria y Líbano, el captagon se trafica principalmente por tierra a través de Jordania hacia el Golfo, donde Arabia Saudita está ampliamente considerada como el mayor mercado de consumo.
En Jordania, la creciente escala y sofisticación de las operaciones de contrabando por tierra supone un grave riesgo para la seguridad y puede incluso presagiar una crisis de salud pública. El año pasado, las autoridades jordanas interceptaron más de 54 millones de pastillas de captagon; en abril, se habían incautado de más pastillas que en todo 2021. El aumento de las operaciones de contrabando llevó a las autoridades jordanas a instaurar una política de “disparar a matar” a lo largo de la frontera siria; en una escaramuza murieron 27 contrabandistas.
Resulta alarmante que el mercado de consumo de captagon en Jordania esté en expansión. “Antes estábamos orgullosos de que Jordania fuera un país de tránsito”, lamentó el Secretario General del Consejo Económico y Social de Jordania, “pero ahora es un país de acogida”. Los jóvenes jordanos consumen la adictiva píldora, que alcanza un precio más bajo que en otras partes del Golfo. La decisión de vender allí parece estratégica por parte de los aliados de Irán, dado lo mucho que la píldora puede alcanzar en el Golfo, donde el elevado desempleo y las franjas de jóvenes desencantados alimentan la demanda.
Estados Unidos tomó medidas legislativas en diciembre, cuando el Congreso aprobó la Ley Captagon, que exige al gobierno desarrollar una estrategia interinstitucional para “negar, degradar y desmantelar” el comercio levantino de captagon. Aun así, se puede hacer más.
Mientras Assad, Hezbolá y sus benefactores iraníes llenan sus arcas con los ingresos del captagon, Jordania y los Estados del Golfo están intentando que el régimen sirio vuelva al redil regional. A principios de enero, el ministro de Asuntos Exteriores emiratí visitó a su homólogo sirio en Damasco. La reunión se produjo menos de un año después de que Mohamed bin Zayed, príncipe heredero de Abu Dhabi y gobernante de facto de Emiratos Árabes Unidos, se convirtiera en el primer dirigente en recibir a Assad desde el estallido de la guerra civil siria. Jordania también se ha acercado al régimen sirio, como demuestra una llamada telefónica entre el rey Abdullah y Assad en octubre de 2021.
Un error de política
En lugar de normalizar las relaciones con el mayor narcotraficante de la región, Washington debería dejar claro que la cooperación regional en la lucha contra el narcotráfico es un enfoque más adecuado. La administración puede aprovechar las estructuras de los Acuerdos de Abraham para desarrollar una estrategia regional de lucha contra el tráfico de captagonistas y ampliar la asociación entre Israel y el Golfo. Esto podría incluir el establecimiento de procesos para que las fuerzas de seguridad intercambien información al margen de INTERPOL, a la que Siria se reincorporó en 2021. El Centro Internacional de Formación Policial de Jordania puede albergar un centro multilateral de interdicción que ayude a proporcionar información en tiempo real sobre las operaciones de contrabando.
La amenaza compartida del captagon también da a Israel y Jordania motivos para impulsar su paz, a menudo fría y tenue. Y, mientras los responsables políticos prevén la incorporación de Arabia Saudita a los Acuerdos de Abraham, Washington debería recordar a la región que tanto Jerusalén como Riad se preocupan profundamente por la estabilidad de Jordania, que el tráfico de narcóticos vinculado a Assad amenaza con socavar.
Por último, la administración Biden debería tomar medidas adicionales para castigar al régimen de Assad por su papel en la producción y el tráfico de captagon. La Casa Blanca excluyó a Siria de su lista de principales países productores de drogas ilícitas para 2023, y el Departamento de Estado no dio cuenta del captagon en su informe sobre la riqueza de Bashar al-Assad, encargado por el Congreso. La redada antidroga en Israel es una llamada de atención de que los tentáculos del captagon de Assad están extendiendo su alcance. Es hora de que la administración Biden tome medidas enérgicas.