Los cinco objetivos atacados por la fuerza aérea de Estados Unidos el lunes 29 de diciembre, a ambos lados de la frontera sirio-iraquí, fueron centros de la milicia iraquí Kataib Hezbolá chiíta apoyada por Irán y de los Guardias Revolucionarios Al Qods, en Al Qaim, Irak y la región de Abu Kamal en Siria. Se informó de que al menos 25 personas murieron y 55 resultaron heridas, entre ellas oficiales iraníes.
El asalto se produjo 24 horas después de que 30 cohetes disparados contra la base estadounidense K-1, cerca de Kirkuk, mataran a un contratista civil estadounidense e hirieran a cuatro soldados estadounidenses. Este fue el primer asalto militar directo de los Estados Unidos a las fuerzas de la Guardia Revolucionaria iraní. Empezó poco después de que el Secretario de Estado norteamericano Mike Pompeo hiciera una visita rápida y no anunciada a la base aérea norteamericana de Ain al-Assad con órdenes para los comandantes de la base, tras la decisión alcanzada en Washington de que el ataque K-1 de una milicia apoyada por Irán no debía quedar sin respuesta. Pompeo salió de Irak poco después de su conferencia en la base aérea de Ain al-Assad.
Antes, un funcionario del Ministerio del Interior iraquí informó a los medios de comunicación árabes de la información recibida de que el jefe de Al Qods, el general Qassem Soleimani, había ordenado a la milicia de Kataib Hezbolá en Bagdad que retirara los cohetes suministrados por Irán de sus almacenes y los trasladara a zonas residenciales como medio de disuadir un ataque estadounidense. También se le dijo a la milicia que reservara esos cohetes exclusivamente para su uso contra las fuerzas estadounidenses. Esta revelación indicaba claramente que la milicia de Hezbolá estaba en la mira directa del inminente ataque estadounidense.
Kataib Hezbolá tiene sus orígenes firmemente en Irán, y su despliegue en el este de Siria indica el alto nivel de confianza de Teherán en el grupo.
Junto con otras milicias de Irak, así como con militantes chiítas del Líbano y Afganistán, Kataib Hezbolá invocó la protección de los santuarios chiítas y la lucha contra la ISIS como las principales razones de su presencia en Siria. Sin embargo, se centraron en ayudar al dictador al-Assad a sofocar la revuelta contra su gobierno, contribuyendo de manera significativa a la guerra de asedio del régimen y a la despoblación y traslado forzoso de los habitantes de las zonas rebeldes suníes.
El comandante de Kataib Hezbolá, Jamal Ibrahimi, fundó el grupo a mediados de la década de 2000. Ibrahimi, que tiene formación en ingeniería, había servido desde los años 80 como agente de la milicia vinculada con Qassem Soleimani, jefe de la Fuerza Quds de la Guardia Revolucionaria, que supervisaba a los clientes de la milicia extranjera de Irán.
Conocido por el nombre de guerra Abu Mahdi Al Muhandis, Ibrahimi, anteriormente dirigió el Badr Corps, el brazo militar del Consejo Supremo de la Revolución Islámica en Irak, que fue fundado en Teherán en los años 80 como un grupo de oposición a Saddam Hussein.