Los rebeldes hutíes, respaldados por Irán, rechazaron renovar la tregua en Yemen mediada por las Naciones Unidas esta semana, mientras la presión internacional para poner fin a la guerra ha crecido de forma unilateral. En su reciente viaje a Oriente Medio, el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, anunció un acuerdo conjunto con Riad para “profundizar y ampliar” la fecha de vencimiento del alto el fuego, que se acerca rápidamente, el mes que viene.
Un posible bloqueo crítico para ampliar el alto el fuego entre Riad y los hutíes es la ocupación de Taiz y otras provincias. La oposición de los hutíes a liberar el territorio ocupado que poseen y la resistencia a un cese de la paz han obstaculizado la paz en Yemen anteriormente.
Una historia de la tregua
En marzo de 2021, Arabia Saudita también propuso a los hutíes un acuerdo de alto el fuego. Buscando poner fin a la guerra que entonces duraba seis años en Yemen, el plan incorporaba a las Naciones Unidas como supervisor de la serie de diálogos que abarcaría el acuerdo.
Inmediatamente después de proponer el acuerdo, los rebeldes hutíes denunciaron su contenido, criticando específicamente que no revirtiera el bloqueo aéreo y marítimo que rodea el norte de Yemen. La vacilación de los hutíes para avanzar en términos pacíficos no augura nada bueno para el futuro de la guerra civil que se ha convertido en la peor crisis humanitaria del siglo XXI.
Una historia de disturbios
Desde 2014, Yemen está inmerso en un conflicto civil cuando los militantes hutíes, respaldados por Irán, tomaron el control de la provincia de Saana, en el norte de Yemen, y forzaron la destitución de su gobierno. Tras el exilio del entonces presidente de Yemen, Abdrabbuh Mansour Hadi, el conflicto se intensificó.
En ese momento, una coalición liderada por Arabia Saudita y apoyada por Estados Unidos, Francia y el Reino Unido inició una guerra cinética contra los insurgentes. Desde el inicio del conflicto, Riad ha acusado a la República Islámica de Irán de alimentar la ofensiva de los Houthi mediante ayuda monetaria y transferencias de armas. De hecho, parte de la justificación de Arabia Saudita para impedir la toma de Yemen por parte de los Houthi es evitar que el régimen canalla se sitúe tan cerca de sus fronteras.
Aunque el interés de Irán en las perspectivas de Yemen se remonta a muchas décadas atrás, su influencia aumentó considerablemente a mediados de la década de 2000. En 2011, las manifestaciones barrieron las calles de Yemen y las luchas políticas internas condujeron a una etapa de agitación. Al igual que el modus operandi de Irán en todo Oriente Medio, explotó el vulnerable vacío de poder en el país ampliando su influencia en las estructuras del país. Tras la toma de Saana en 2014 y la consiguiente guerra cinética que siguió, las contribuciones de Irán a la estrategia de los hutíes crecieron hasta incluir la transferencia de armas.
Como describe War on the Rocks, Teherán comenzó a exportar un arsenal de armas pequeñas a los Houthis, seguido de armas más avanzadas y letales a medida que la guerra continuaba. Irán utiliza complejas rutas de contrabando para transferir sus armas a sus apoderados regionales, incluidos los rebeldes hutíes. En el caso de los Houthi, Irán también distribuye componentes de armas, que luego los militantes combinan con productos de fabricación nacional u otras importaciones para construir armas que funcionen.
“Ensamblan estas piezas para convertirlas en armas funcionales con la asistencia técnica de Hezbolá y de asesores del Cuerpo de la Guardia Revolucionaria Islámica. Este enfoque ha permitido a los Houthis disponer de aviones no tripulados de corto y largo alcance y de una flota de misiles cada vez más diversificada capaz de atacar en el interior de Arabia Saudita. Las fuerzas Houthi también han utilizado misiles antibuque C-801 de fabricación china, con un alcance de 42 kilómetros, para atacar a los petroleros en el Mar Rojo. Estos misiles formaban parte del arsenal del ejército nacional antes de 2014 y fueron incautados durante la guerra. Pero muy posiblemente fueron modificados aún más con ayuda iraní o de Hezbolá”.
Aunque no está claro el alcance de las armas que Irán ha suministrado a los rebeldes Houthi, los expertos han identificado una amplia gama de estas transferencias. Según el Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales, Irán ha exportado tecnología para misiles guiados antitanque, minas marinas, vehículos aéreos no tripulados (UAV) y misiles balísticos y de crucero, entre otro armamento.
El CSIS detalló que “los componentes iraníes también se integraron en los misiles tierra-aire SA-2 yemeníes para construir la serie Qaher de misiles tierra-superficie. Los Houthis también han desarrollado una versión modificada de los misiles de crucero iraníes Quds-1 y Quds-2, con ayuda iraní”. Los datos indican que el ejército de Arabia Saudita ha interceptado más de 4.000 drones y proyectiles lanzados por los insurgentes Houthi solo desde 2017.
La profunda implicación de Irán en el conflicto de Yemen sugiere que la negativa de los Houthi a aceptar un alto el fuego o un acuerdo de paz se debe, al menos en parte, a los planes del régimen. Después de que los rebeldes rechazaran el acuerdo de paz mediado por la ONU esta semana, los líderes Houthi amenazaron con lanzar ataques mortales en todo el país, concretamente en la provincia de Marib, para romper “el bloqueo” y tomar el control de las infraestructuras energéticas de la provincia. Sin un acuerdo de alto el fuego ampliado, la devastadora guerra que asola Yemen desde hace más de ocho años no tendrá un final a la vista.