Cientos de partidarios de un influyente clérigo chiíta en Irak se manifestaron el martes en la fuertemente fortificada Zona Verde de Bagdad, exigiendo la disolución del Parlamento y la celebración de elecciones anticipadas.
La manifestación ante el Consejo Judicial Supremo y los edificios del Parlamento en la capital iraquí puso de manifiesto lo intratable que se ha vuelto la última crisis política de Irak.
Los seguidores del clérigo Muqtada al-Sadr y sus rivales políticos, los grupos chiíes respaldados por Irán, están enfrentados desde las elecciones parlamentarias del año pasado.
Al-Sadr obtuvo el mayor número de escaños en los comicios de octubre, pero no consiguió formar un gobierno mayoritario, lo que ha dado lugar a una de las peores crisis políticas de los últimos años en Irak. A finales de julio, sus partidarios irrumpieron en el Parlamento y han celebrado frecuentes protestas en él.
El primer ministro interino, Mustafa Al-Kadhimi, convocó la semana pasada una reunión de altos dirigentes políticos y representantes de los partidos para encontrar una solución, pero el partido de al-Sadr no asistió.
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Los partidarios del clérigo incendiario montaron tiendas de campaña frente al Consejo Judicial Supremo y portaron pancartas en las que pedían a las autoridades que disolvieran el Parlamento, programaran elecciones parlamentarias anticipadas y combatieran la corrupción. Denunciaron lo que, según ellos, es la politización del poder judicial en favor del Marco de Coordinación, una alianza de partidos respaldados por Irán y los rivales chiíes de Al Sadr.
El Consejo Judicial Supremo y el Tribunal Supremo Federal declararon en un comunicado que han suspendido las sesiones judiciales tras recibir “amenazas por teléfono” para presionarles a disolver el Parlamento. Esa medida dejaría a Irak con un parlamento y un poder judicial paralizados, y un gobierno provisional que solo puede desempeñar algunas de sus funciones.
La oficina de Al-Sadr en Bagdad pidió en un comunicado la dimisión del jefe del Consejo Judicial Supremo, que ha emitido órdenes de detención contra tres miembros del partido de Al-Sadr, acusados de amenazar al poder judicial.
El Marco de Coordinación ha dicho que el Parlamento tendría que reunirse para disolverse. El martes, instó al bando de al-Sadr a “retirarse de la ocupación de las instituciones constitucionales del Estado, y volver a las fuerzas que creen en las soluciones pacíficas y democráticas”.
El martes, Al-Kadhimi abandonó una reunión regional de líderes en Egipto para regresar a Bagdad tras los acontecimientos. Un comunicado de su oficina advertía de que la suspensión del poder judicial podría llevar al país a “graves peligros” y pedía calma y la reanudación de las conversaciones políticas.
El presidente del Parlamento iraquí, Mohammed al-Halboosi, tuiteó un llamamiento a los manifestantes para que no se peleen con el poder judicial, que, según dijo, es crucial en un momento de crisis.
Las Naciones Unidas también dieron la voz de alarma sobre una mayor parálisis política en Irak.
“El derecho a la protesta pacífica es un elemento esencial de la democracia. Igualmente importante es la afirmación del cumplimiento constitucional y el respeto a las instituciones del Estado”, dijo en un comunicado. “Las instituciones del Estado deben funcionar sin obstáculos al servicio del pueblo iraquí, incluido el (Consejo Judicial Supremo)”.
El miércoles pasado, Al-Sadr dio al poder judicial una semana para disolver el Parlamento, al que respondió diciendo que no tiene autoridad para hacerlo. Sus partidarios irrumpieron en el Parlamento a finales de julio.
El sábado, pidió a sus seguidores que estuvieran preparados para celebrar protestas masivas en todo Irak, pero luego las pospuso indefinidamente después de que grupos respaldados por Irán convocaran concentraciones similares el mismo día, diciendo que quiere preservar la paz y que “la sangre iraquí tiene un valor incalculable” para él.