En un momento clave de las negociaciones de Berlín II de la semana pasada sobre el futuro político de Libia, el ministro de Asuntos Exteriores de Turquía intervino para asestar un golpe al comunicado al concluir la conferencia.
En la larga sala con paneles de roble situada en una zona frondosa de la capital alemana, Mevlut Cavusoglu apuntó al artículo V sobre la retirada de las tropas extranjeras del país. El resultado fue una única nota a pie de página en todo el documento. “[1] Turquía introdujo una reserva”, decía.
Funcionarios que asistieron a la reunión dijeron que Turquía insistió en que sus fuerzas militares en Libia gozan de un estatus excepcional con una invitación formal de las autoridades gobernantes que preceden al actual gobierno interino. Turquía distingue entre estas tropas y los mercenarios -muchos de ellos miembros de las milicias rebeldes sirias- que ha llevado allí y dirigido en los combates de primera línea.
Pocos tienen que convencerse de que el gobierno turco estaba manteniendo de plano su posición en Libia. En un momento en el que todo el proceso diplomático libio se postula sobre la retirada de las fuerzas extranjeras, Turquía es un escollo. Al fin y al cabo, el reloj está en marcha en cuanto a las promesas de celebrar elecciones bajo una nueva constitución el 24 de diciembre.
En medio de la agitación desde la desaparición del coronel Muamar Gadafi, Libia ha sufrido dos retos fundamentales: la invasión de su capacidad soberana para gestionar sus propios asuntos y la expansión de las milicias extremistas.
Por una vez en una década lamentable, hay algo más que una pizca de esperanza en Libia. El gobierno alemán ha trabajado intensamente en las reuniones de Berlín de 2020 y 2021 para recomponer el proceso político. Jan Kubis, el enviado especial del Secretario General de la ONU, ha conseguido un valioso respaldo a sus esfuerzos a través del Foro de Diálogo Político Libio.
Ha habido falsos amaneceres. Incluso en comparación con las elecciones de 2012 para el Congreso Nacional de Libia y las de 2014 para la Cámara de Representantes, hay que admitir que el proceso actual está todavía en fase de gestación. Los peligros de intentar formar un gobierno nacional a partir de un proceso de acuerdo de paz ya se han ilustrado en las fallidas negociaciones de 2015 en Marruecos.
Todas las facciones de Libia pueden, de alguna manera, remontar su autoridad -tal como es- a uno de estos episodios. Ahora todas son entidades prácticamente agotadas. Esto ha dado una oportunidad al gobierno interino de trabajar con los diplomáticos para un nuevo comienzo para el país.
Turquía parece aferrada a las viejas estructuras que le permitieron un punto de aterrizaje en Libia. La ministra de Asuntos Exteriores, Najla Mangoush, quiere que la retirada sea inmediata. La última vez que lo dijo, los edificios del gobierno estaban ocupados en Trípoli en un claro acto de intimidación.
Turquía ve por delante un periodo de trueque. Ya sea directamente con Rusia o a través de los círculos diplomáticos que apoyan al gobierno interino, podría retirar a unos 300 mercenarios sirios a cambio de una concesión similar.
Los turcos, sin embargo, pueden contar con un cierto cansancio por parte de otros que, no obstante, podrían ver esto como un primer paso tangible. Al fin y al cabo, el llamamiento del Consejo de Seguridad de la ONU a una retirada inmediata de las fuerzas extranjeras no ha funcionado. Tampoco ha funcionado el plazo de 90 días para la retirada establecido en el acuerdo de alto el fuego de 2020.
En los enfrentamientos en la sala de Estado en Berlín, Cavusoglu hizo varios esfuerzos para ampliar el lenguaje que protege la presencia de tropas turcas. Su primer esfuerzo se habría aplicado únicamente a la retirada de los mercenarios. Al no conseguir que se abriera esa puerta, el ministro de Asuntos Exteriores turco pidió que se añadiera un texto que dijera que la retirada debía ajustarse a los términos del acuerdo de alto el fuego acordado en Túnez el año pasado. Esto también fue rechazado. Las conclusiones siguieron adelante con la nota a pie de página entre corchetes pegada al final.
Lo que se demostró fue cómo la energía detrás del proceso de reconciliación puede ser socavada por un solo actor de peso.
Turquía no solo pretende mantener su presencia uniformada sobre el terreno en Trípoli y Misurata. También ha repartido la cuenca oriental del Mediterráneo al acordar una zona económica exclusiva común en un Tratado de Límites Marítimos que acordó con el extinto Gobierno de Acuerdo Nacional el año pasado. El Servicio de Investigación del Parlamento Europeo elaboró un informe en el que afirmaba que el acuerdo rompía con la tradición republicana de Kemal Ataturk en la política exterior turca y suponía una vuelta a la extralimitación imperial propia del antiguo Imperio Otomano.
“El Memorando de Entendimiento entre Turquía y Libia trazó de hecho una línea divisoria entre las partes oriental y occidental del Mediterráneo, amenazando la seguridad marítima, la exploración de gas natural y nuevas infraestructuras como el gasoducto EastMed”, decía. “El comportamiento de Turquía, más allá de sus intereses geoeconómicos, refleja una agenda geopolítica “neo-otomana” más ambiciosa que pretende remodelar toda la región extendiendo la influencia del país desde el norte de Irak y Siria hasta Libia y dejando atrás la tradición kemalista de secularismo y neutralidad regional”.
La oportunidad de impulsar una solución en Libia está abierta. El momento es una buena prueba de las pretensiones del presidente estadounidense Joe Biden de ofrecer un liderazgo serio y bien pensado. Lo que se necesita es presión para defender los principios del Estado libio que se gobierna a sí mismo como un actor regional adulto.
Después de Berlín, el primer ministro interino de Libia, Abdul Hamid Dbeibah, viajó a Downing Street para reunirse con el primer ministro británico, Boris Johnson. Al parecer, los dos hombres hablaron de la devolución a Libia de una estatua de la diosa Perséfone que había sido saqueada, lo que supone, a su manera, un acto de normalización.
Según la leyenda griega, Perséfone está a caballo entre la oscuridad y la luz. Escapó del inframundo para traer la abundancia de las cosechas, pero cuando la estación cambió, tuvo que volver al infierno.
Este es el mejor resumen de la trayectoria reciente de Libia. Turquía es un peso muerto en sus esfuerzos por escapar de un periodo oscuro de su historia.