TRIPOLI, Líbano – Varios cientos de personas protestaron contra la corrupción en el Líbano el viernes a pesar del cierre del país por el coronavirus, marcando seis meses desde que estallaron las manifestaciones masivas por la corrupción del gobierno y las dificultades económicas.
Los manifestantes en la ciudad norteña de Trípoli lanzaron piedras a las fuerzas de seguridad, quienes respondieron con gas lacrimógeno para dispersar a un grupo que intentaba acercarse a la casa de un parlamentario, dijo un reportero de AFP.
Quemando neumáticos en la céntrica plaza Al-Nour, punto focal de meses de concentraciones que comenzaron el 17 de octubre, se negaron a salir cuando entró en vigor el toque de queda de las 19 horas (1600 GMT).
Los manifestantes, pocos de los cuales llevaban máscaras protectoras contra el virus, también gritaron consignas contra el gobierno y el jefe del banco central.
Las primeras manifestaciones del año pasado fueron provocadas por una serie de nuevos impuestos, y rápidamente se transformaron en un movimiento callejero que pedía una revisión completa de la clase política.
Esto llevó a la renuncia del primer ministro Saad Hariri.
A medida que la crisis política se profundizaba, la crisis de liquidez provocó controles informales de capital, lo que avivó aún más la ira de los manifestantes.
Karim, que protestó el viernes, dijo que estaba enojado por el aumento de los precios.
“¿Vamos a morir de hambre o de coronavirus?”, preguntó.
Incluso antes de que la pandemia del coronavirus obligara a un riguroso cierre, el Líbano estaba sufriendo su peor crisis económica desde la guerra civil de 1975-1990, con una recesión y una espiral de inflación.
Uno de los países más endeudados del mundo, en marzo dejó de pagar los bonos soberanos por primera vez en su historia.
El Fondo Monetario Internacional predice que la producción nacional se contraerá en un 12% este año, por lo que las autoridades están trabajando en un plan de recuperación.
La pandemia de coronavirus es otro golpe crítico para el Líbano, que ha registrado oficialmente 668 casos de la enfermedad, incluidas 21 muertes.
Para ayudar a los más necesitados durante el cierre del país, el gobierno está dando modestas donaciones en efectivo.
Pero para muchos manifestantes, que ven a los bancos y al gobierno como culpables de su situación, es demasiado poco, demasiado tarde.
En Trípoli, Fátima, de 27 años, dijo que se estaba manifestando a pesar del cierre para exigir los “derechos del pueblo”.
“Pueden intentar asustarnos tanto como quieran, decirnos ‘quédense en casa, se contaminarán’”, dijo.
“Pero el pueblo libanés no lo dejará pasar más”.