Turquía ha solicitado la compra de 40 cazas de combate F-16 de fabricación estadounidense y decenas de equipos de modernización para los aviones que ya posee, según han informado tanto la prensa griega como la turca.
La noticia de la solicitud, que no ha sido confirmada públicamente por el Departamento de Estado de EE.UU., llega apenas unos días después de que el presidente de Turquía, Recep Tayyip Erdogan, dijera que su gobierno estaba planeando ampliar los lazos de defensa con Rusia.
Estados Unidos echó a Turquía del programa F-35 Joint Strike Fighter en 2019 después de que Ankara, aliada de la OTAN, comprara el sistema de defensa aérea S-400 de Rusia. Los funcionarios estadounidenses han dicho que el hardware ruso representa una amenaza para la seguridad de la tecnología incluida en el F-35 fabricado por Lockheed-Martin.
Erdogan ha intentado cada vez más jugar con su relación con Rusia para obtener concesiones de Washington, pero la actual administración estadounidense no tiene mucho que hacer.
El año pasado, la administración Trump impuso sanciones limitadas dirigidas al principal organismo gubernamental de producción de defensa de Turquía. Las sanciones bloquean las nuevas licencias de exportación de EE.UU. para la Presidencia de Industrias de Defensa turca (SSB), pero se pueden hacer excepciones.
El gobierno de Biden ha prometido añadir más sanciones si Ankara adquiere más material importante de Rusia.
Erdogan dijo recientemente que su gobierno seguirá adelante con los planes de adquirir unidades S-400 adicionales, desafiando las advertencias de Washington.
Durante la cumbre de la Asamblea General de la ONU celebrada el mes pasado, el presidente turco no logró el deseado encuentro con el presidente Joe Biden, pero se espera que ambos hablen cara a cara a finales de octubre en la cumbre del G-20 en Roma.
Los lazos entre los dos aliados han llegado a su punto más bajo desde la compra del S-400. El apoyo de Estados Unidos a las milicias lideradas por los kurdos en Siria en el marco de la guerra multinacional contra el Estado Islámico no hizo más que empeorar las cosas con Ankara, que considera a los combatientes como terroristas y teme una mayor autonomía kurda.
La última solicitud multimillonaria de armas probablemente se llevaría a cabo sin problemas en circunstancias normales, pero las políticas de Erdogan, incluidas las relativas a los derechos humanos internos, han despertado una oposición sin precedentes en el Congreso.
Legisladores de ambos partidos han animado a la administración Biden a adoptar una postura más dura hacia Ankara, empujándola a un delicado acto de equilibrio con su aliado de la OTAN en el Bósforo.