El Ejército del Aire ha anunciado que la presentación de su nuevo bombardero estratégico, el B-21 Raider, tendrá lugar el 2 de diciembre. Este programa es una historia de éxito entre la industria y el gobierno: hasta ahora, el programa está cumpliendo los plazos y el presupuesto. Parte de la razón de su éxito es que el B-21 es, en muchos aspectos, un paso evolutivo lógico de lo que ha venido antes.
B-21 Raider: Algo especial
El diseño en sí y muchos de los sistemas principales son avanzados pero no revolucionarios. Los verdaderos avances se han producido en la aviónica, los sistemas electrónicos, las características de sigilo y las armas que permitirán al Raider operar en entornos antiaéreos intensos. El B-21 también se beneficiará del desarrollo por parte de la industria de arquitecturas de sistemas abiertos que permiten una actualización rápida y continua de los sistemas y el software para mejorar el rendimiento.
Es destacable, dado el historial de retrasos en el calendario y sobrecostes en los principales programas de defensa, que el B-21 esté dentro del calendario y del presupuesto. El programa se inició en 2015; siete años después, Northrop-Grumman está poniendo en marcha el primer avión. Esto lo convierte en el programa de adquisición rápida más exitoso del Departamento de Defensa (DoD).
PREPARACIÓN TÉCNICA
El éxito del B-21 se debe en gran medida a la insistencia de las Fuerzas Aéreas en que muchos de los componentes críticos de los diseños propuestos por las empresas que compiten por el contrato del B-21 tengan un alto nivel de preparación técnica. El fabricante de motores Pratt & Whitney ha aprovechado décadas de experiencia con el motor F135 del F-35, incluido el avanzado paquete de motor mejorado, en el diseño de la planta motriz del B-21. También es un reflejo de la sabiduría de las Fuerzas Aéreas al evitar la tentación de aprovechar la oportunidad única que supone la compra de un nuevo bombardero estratégico para sobredimensionar los requisitos. Según se informa, el avión vuela a gran velocidad subsónica y tiene una carga útil menor que el bombardero B-2.
EL B-21 EN UNA NUEVA ERA DE LA GUERRA
La cuestión clave es si la nueva plataforma cubrirá las necesidades del Ejército del Aire en una nueva era de guerra aérea. El Raider entra en servicio en un momento en el que todas las principales fuerzas implicadas en la guerra aérea, tanto ofensivas como defensivas, están en transición. Los cambios más evidentes son los rápidos desarrollos en las defensas aéreas, no sólo en lo que respecta a las armas, sino también a la capacidad de integrar múltiples sistemas en una capacidad de negación de área entrelazada. Otro cambio es la proliferación de las capacidades de ataque, tanto de las cargas útiles a bordo como de los sistemas aéreos no tripulados (UAS) de largo alcance.
Cada vez más, el futuro de la guerra aérea consistirá en una combinación de sistemas tripulados y no tripulados. También está en juego la integración de sensores en todos los ámbitos de la guerra para transmitir rápidamente la información al borde táctico, lo que daría a las plataformas aéreas como el B-21 una capacidad de respuesta sin precedentes en su entorno. Un último cambio es el potencial de crecimiento para que las Fuerzas Aéreas desplieguen sensores, paquetes de comunicaciones e incluso armas ofensivas en plataformas no tradicionales, como los aviones cisterna de reabastecimiento y los aviones de carga.
El Raider podría ser el protagonista de la revolución de la capacidad de ataque de las Fuerzas Aéreas estadounidenses. La atención ya no se centra sólo en las capacidades de un caza o un bombardero, sino también en las capacidades de acompañamiento que se integrarán con las plataformas actuales y futuras. El Ejército del Aire considera que el B-21 y la futura plataforma de dominio aéreo de nueva generación forman parte de una familia de sistemas.
Las Fuerzas Aéreas describen el concepto del Raider de esta manera:
“El B-21 Raider será un componente de una familia más amplia de sistemas para el Ataque de Largo Alcance convencional, incluyendo Inteligencia, Vigilancia y Reconocimiento, ataque electrónico, comunicación y otras capacidades. Tendrá capacidad nuclear y estará diseñado para albergar operaciones tripuladas o no tripuladas. Además, podrá emplear una amplia combinación de municiones de ataque directo y de pie”.
Todos los servicios, pero quizás el más importante sea el Ejército del Aire, están pasando a un paradigma de guerra distribuida. Esto implica la proliferación de sensores y nodos de comunicaciones, la conexión con las capacidades de los demás Servicios, la adición de capacidades de lanzamiento de armas a plataformas no tradicionales, y el uso extensivo de sistemas no tripulados.
EL CAMIÓN FURTIVO
¿Qué capacidades y oportunidades únicas aporta el B-21? Se diseñó desde el principio para ser un “camión” sofisticado y sigiloso que pudiera incorporar futuras generaciones de sensores, electrónica y armas, tanto nucleares como convencionales. Su electrónica avanzada, sus características de sigilo y su capacidad para explotar los sensores externos permitirán al B-21 derrotar las defensas aéreas integradas de los adversarios. Con la proliferación de plataformas y tecnologías no tripuladas, el Raider tiene el potencial de ser una nave nodriza de penetración de largo alcance, desplegando misiles de largo alcance como el Misil Antibuque de Largo Alcance (LRASM) y el Misil Conjunto Aire-Superficie de Alcance Extendido (JASSM-ER), plataformas no tripuladas y efectos lanzados desde el aire como señuelos, interferencias, armas antirradar o incluso municiones de ataque directo.
Operando en modo pasivo, el B-21, al igual que el F-35, puede actuar como un puesto de mando aéreo, dirigiendo enjambres de plataformas tripuladas y no tripuladas. En este papel, el Raider podría proporcionar información crítica en tiempo real para las armas de largo alcance del Ejército y la Armada.
Los altos mandos de la Fuerza Aérea han dejado claro que consideran que los nuevos bombarderos son vitales para contrarrestar las estrategias de antiacceso y negación de área de los adversarios. Estados Unidos necesita un sistema de ataque de largo alcance y sigiloso que pueda derrotar los esfuerzos potenciales de los enemigos para mantener a las fuerzas estadounidenses a distancia o esconder objetivos en sus vastos espacios interiores. Esto fue reconocido como un requisito por el Jefe de Estado Mayor de la Fuerza Aérea, el General C.Q. Brown, quien dijo: “El programa B-21 Raider es fundamental para el imperativo operacional de la Fuerza Aérea de contar con una familia de sistemas de ataque de largo alcance eficaz que garantice nuestra capacidad de atacar cualquier objetivo, en cualquier momento y en cualquier lugar, incluso en el entorno más disputado”.
El B-21 tiene una característica adicional digna de mención: su capacidad para realizar ataques directos contra instalaciones endurecidas y profundamente enterradas. Estos ataques suelen requerir el sobrevuelo de objetivos, que estarían fuertemente defendidos.
Aunque el B-21, según todos los indicios, tiene las cualidades necesarias en un nuevo bombardero estratégico, queda la duda de si se adquirirá en número suficiente. La necesidad declarada del Ejército del Aire es de sólo cien, pero los expertos han argumentado que el doble de esa cifra tendría más sentido dados los avances en las defensas aéreas y el envejecimiento de la flota de bombarderos existente.