Probado en el Área 51 entre 1996 y 1999, el Boeing YF-118G Bird of Prey influyó en la tecnología de sigilo y en el desarrollo de aeronaves como el X-32 y el X-45A.
Un avión experimental que desafió los límites del sigilo
El Boeing YF-118G Bird of Prey se desarrolló en los años 90 con el objetivo de probar tecnologías furtivas a bajo costo. Su diseño futurista y sus pruebas en el Área 51 despertaron especulaciones sobre avistamientos de OVNIs debido a su apariencia inusual y operaciones secretas.
Con una velocidad máxima de 300 mph (483 km/h) y un techo de 20.000 pies (6.096 metros), su rendimiento era modesto en comparación con cazas avanzados. Sin embargo, su impacto en la aviación militar fue significativo, sirviendo como base para el desarrollo de aeronaves furtivas modernas.
El proyecto, desarrollado por Phantom Works de Boeing entre 1992 y 1999, permitió explorar nuevas formas de reducir la firma radar. Su estructura sin estabilizadores tradicionales y el uso de materiales absorbentes de radar mejoraron la furtividad, sentando precedentes para futuros diseños.
Aunque no estaba destinado al combate, el Bird of Prey demostró cómo la integración de componentes comerciales podía reducir costos sin comprometer la innovación, lo que influyó en proyectos como el X-32 Joint Strike Fighter y el X-45A.

Características y tecnología furtiva del Bird of Prey
El Bird of Prey utilizó un motor Pratt & Whitney JT15D-5C con un empuje de 3.190 libras (14,2 kN), un modelo empleado en aviones civiles como el Cessna Citation. Esta decisión permitió mantener los costos bajos sin afectar su propósito experimental.
Para mejorar la sigilosidad, el diseño incluyó un fuselaje en forma de diamante, una integración sin fisuras de las alas con el cuerpo y el uso de materiales absorbentes de radar. Estas características redujeron su detectabilidad en radares enemigos.
El tren de aterrizaje del Bird of Prey provenía del Beech King Air, otro ejemplo de cómo Boeing reutilizó componentes civiles para un prototipo avanzado. Esta estrategia demostró que la tecnología furtiva podía desarrollarse sin los costos excesivos de programas como el B-2 Spirit.
Con solo 38 vuelos de prueba en el Área 51, el Bird of Prey cumplió su función como demostrador de tecnología, sin intención de convertirse en un caza operativo. Aun así, su influencia en aeronaves posteriores fue notable.
Datos clave sobre el Boeing YF-118G Bird of Prey
- Período de pruebas: 1996-1999 en el Área 51.
- Velocidad máxima: 300 mph (483 km/h).
- Altitud máxima: 20.000 pies (6.096 metros).
- Motor: Pratt & Whitney JT15D-5C de 3.190 libras (14,2 kN) de empuje.
- Número de vuelos: 38 vuelos de prueba.
- Componentes reutilizados: tren de aterrizaje del Beech King Air.
- Costo de desarrollo: 67 millones de dólares.
- Revelación al público: 2002.
Legado en la aviación furtiva y programas posteriores

El impacto del Bird of Prey se extendió a múltiples proyectos, influyendo en aeronaves como el X-32 Joint Strike Fighter y el X-45A. Ambos incorporaron conceptos de sigilo desarrollados en este prototipo.
El X-32, que compitió en el programa Joint Strike Fighter (JSF), adoptó técnicas de reducción de firma radar similares. Aunque perdió frente al F-35 Lightning II, su diseño reflejaba lecciones aprendidas del Bird of Prey.
Por otro lado, el X-45A, un dron de combate furtivo, se benefició de los avances en materiales absorbentes de radar y aerodinámica sin superficies de control convencionales. Este desarrollo marcó el inicio de los UCAV furtivos.
El uso de técnicas de prototipado rápido y componentes comerciales permitió que Boeing construyera el Bird of Prey con un presupuesto de 67 millones de dólares, mucho menos que otros proyectos clasificados de la época.
Un ícono de la tecnología furtiva en la historia militar
En 2002, el Bird of Prey fue presentado al público, generando gran interés entre entusiastas de la aviación y expertos en tecnología militar. Su diseño y enfoque en la furtividad consolidaron su lugar en la historia de la aeronáutica.
Actualmente, el Museo Nacional de la Fuerza Aérea de EE. UU. en Dayton, Ohio, alberga este prototipo, asegurando que su legado perdure. A pesar de sus limitaciones, su impacto en la aviación militar es innegable.

Mientras el F-22 Raptor representa la cúspide del sigilo en combate, el Bird of Prey exploró formas más accesibles y económicas de implementar estas capacidades, influyendo en la producción masiva del F-35 Lightning II.
Boeing continúa utilizando las innovaciones del Bird of Prey en sus desarrollos actuales. La experiencia adquirida con este prototipo ha sido clave para mantener la superioridad aérea de EE. UU. frente a amenazas como el J-20 chino y los sistemas antiaéreos S-400 rusos.
El Bird of Prey y su impacto en la guerra aérea del siglo XXI
Si bien el Bird of Prey no fue un avión de combate, su papel en la evolución de la furtividad sigue siendo crucial. Sus tecnologías han permitido a EE. UU. y sus aliados desarrollar aeronaves más avanzadas.
El paralelismo con el P-38 Lightning de la Segunda Guerra Mundial es evidente: mientras aquel dominó los cielos con su potencia, el Bird of Prey lo hizo con su invisibilidad. Su legado asegura que la aviación furtiva siga evolucionando.
Gracias a su diseño innovador y su integración de tecnologías avanzadas, el Bird of Prey dejó huella en la industria aeroespacial. Su impacto se refleja en cada aeronave furtiva moderna, consolidando su estatus como un ícono de la guerra aérea.