El portaaviones brasileño Sao Paulo, de 34.000 toneladas y 870 pies de eslora, que actualmente se encuentra a la deriva en algún lugar del Atlántico Sur, podría ser hundido frente a las costas de Brasil, informó Folha de São Paulo.
El barco, envuelto en una polémica mundial por su contenido tóxico, está a punto de convertirse en una de las mayores piezas de basura que jamás hayan entrado en el océano, según el informe.
El buque de la Marina brasileña, de 60 años de antigüedad, fue vendido como chatarra a un astillero turco en 2021. Partió hacia Turquía en agosto de 2022 desde una instalación naval de Río de Janeiro.
Sin embargo, mientras estaba en camino, Turquía revocó su permiso de entrada, alegando que Brasil no había podido demostrar que el Sao Paulo estaba cargado de amianto, un mineral peligroso utilizado para construir algunos barcos durante el siglo XX. El barco, por tanto, dio media vuelta.
Brasil, por su parte, no tiene ningún interés en recuperar su antiguo buque de guerra. En septiembre de 2022, un puerto de la costa del estado de Pernambuco prohibió atracar al buque. Las autoridades portuarias dijeron que había muchas posibilidades de que el barco fuera abandonado, lo que obligaría a las autoridades portuarias a pagar la factura de su traslado y de la manipulación del amianto.
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Estuvo abandonado durante cinco meses dando vueltas sin rumbo cerca de la costa brasileña. El 20 de enero, la Marina brasileña reveló que el barco había sido trasladado a aguas internacionales.
La Marina sostiene que no tenía otra opción porque el viejo barco, que sufrió daños en el casco durante su viaje, podría haber encallado o hundido frente a la costa de Brasil, poniendo en peligro a otros barcos y a las criaturas que viven en la orilla.
Los militares brasileños se plantean ahora abandonar el barco en el mar. Según fuentes militares que hablaron con el diario brasileño Folha de So Paulo, la próxima acción de la Marina podría ser hundirlo con explosivos.
El llamado hundimiento controlado se logrará mediante una serie de explosiones que abrirán roturas en el casco, liberando más de nueve toneladas de amianto del buque en el océano.
Preocupación medioambiental
Es probable que el drama del buque se convierta en un episodio extremo de abandono de barcos, un problema que afecta directamente a las zonas costeras y a los conservacionistas marinos de todo el mundo.
Según la ONG Basel Action Network (BAN), el barco tiene miles de toneladas métricas de amianto y otros compuestos peligrosos en su cableado eléctrico, revestimientos y depósitos de combustible. Los defensores de los océanos creen que hundir un barco tan grande y viejo como el Sao Paulo sería una catástrofe medioambiental.
Jim Puckett, ejecutivo de la organización sin ánimo de lucro contra los residuos Basel Action Network, declaró al Time que hundir el barco se consideraría una “negligencia grave”.
“Estamos hablando de un barco que contiene materiales peligrosos y valiosos: se supone que debe ser llevado al territorio de Brasil y gestionado de forma respetuosa con el medio ambiente”, afirma Puckett. “No se puede hundir sin más”.
El Ministerio de Medio Ambiente brasileño, preocupado por los posibles efectos medioambientales del amianto, también ha condenado la intención de la Marina de abandonar y hundir el barco.
El Departamento de Salud de Minnesota afirma que las fibras de amianto pueden contribuir a enfermedades mortales como el cáncer de pulmón y la asbestosis, que provoca cicatrices en los pulmones.
Según Folha de So Paulo, la ministra brasileña de Medio Ambiente, Marina Silva, planteó su preocupación por el amianto al ministro de Defensa, José Mcio Monteiro. Sin embargo, la Marina decidirá en última instancia cómo tratar el buque.
Los buques retirados del servicio suelen enviarse a astilleros para su desguace. Uno de esos lugares donde se desguazan grandes barcos es el astillero de Alang-Sosiya, en la costa occidental de la India. El astillero Aliaga, en Turquía, también desmonta cruceros y vende las piezas.
De hecho, en Brasil, la bahía de Guanabara, en el estado de Río de Janeiro, es el lugar donde 200 barcos, entre cargueros y petroleros, han sido abandonados por sus propietarios debido a dificultades financieras o legales.
Otros barcos han sido abandonados para que se pudran en mar abierto. Pero un buque de guerra de este tamaño, que mide aproximadamente dos tercios de la altura del Empire State Building, podría acabar siendo uno de los mayores trozos de basura del agua.
El vórtice de basura del Pacífico, una acumulación masiva de residuos plásticos y desechos marinos frente a la costa oeste de Estados Unidos, todavía lo empequeñece. No obstante, no está claro el lugar exacto en el que el barco acabaría ahogándose ni cuándo.