Por más de cien años, los arsenales de guerra han recurrido a las minas terrestres como una estrategia para restringir el movimiento enemigo en los teatros de operaciones. En un giro reciente de eventos, la ofensiva de contraataque de Ucrania se ha visto obstaculizada por una red masiva de campos minados desplegados por Rusia.
Con el conflicto evolucionando hacia una fase donde Ucrania adopta una postura defensiva ante una ofensiva rusa revitalizada, las tropas rusas se encuentran ahora ante desafíos parecidos, al tener que lidiar con los campos de minas dispuestos por Ucrania.
Los campos de minas ucranianos, aunque significativamente menos extensos en comparación con los emplazamientos rusos —algunos de los cuales se extienden hasta 20 km de profundidad—, presentan un obstáculo formidable para las fuerzas rusas en su intento de avance. Estos campos, menos imponentes, obligan a las fuerzas rusas a buscar rutas de paso, que al ser descubiertas las canalizan hacia caminos específicos. Este movimiento canalizado facilita su detección por drones de vigilancia ucranianos, exponiéndolos a ataques de artillería precisa.
Informes recientes destacan la experiencia rusa con campos de minas cerca de Novomykhailivka, en la región occidental de Donetsk, donde una columna de vehículos blindados rusos fue aniquilada por fuego de artillería ucraniano al intentar cruzar uno de estos campos. Blogueros militares rusos también han señalado que los campos de minas ucranianos están generando dificultades a lo largo del frente Kharkiv-Luhansk.
A pesar de su efectividad, el empleo de campos de minas no está exento de polémica. Ucrania, a diferencia de Rusia, es signataria del Tratado de Ottawa, que restringe el uso de minas antipersonales. No obstante, este tratado no aplica a las minas antitanque, de las cuales Ucrania posee un vasto arsenal, incluidas aquellas heredadas de la era soviética, como las TM-62, TM-83 y PTM-1. Además, Ucrania ha recibido minas de países miembros de la OTAN, incluyendo las alemanas DM-22, DM-31 y DM-1399, las francesas HPD-2A2, las danesas M/56 y las estadounidenses RAAMS. Estas minas varían tanto en su método de colocación —manual, mediante máquinas o dispersadas desde aeronaves o artillería— como en sus mecanismos de activación, desde la presión ejercida por un vehículo hasta la detección de firmas magnéticas de vehículos blindados.
Al igual que sus adversarios, Ucrania ha integrado sistemas de minado tradicionales con la avanzada tecnología de drones, transformando la vigilancia y el mantenimiento de sus campos de minas en una operación continua y eficiente. El arsenal ucraniano incluye una diversidad de drones de vigilancia, desde modelos proporcionados por aliados internacionales, como el Puma de EE. UU. y el FlyEye de Polonia, hasta desarrollos nacionales como el A1-SM Fury y el ASU-1 Valkyrja.
Estos UAV están equipados con sistemas ópticos de alta tecnología capaces de penetrar cortinas de humo y otros métodos de ocultamiento, incrementando significativamente la efectividad de la vigilancia. Además, muchos de estos drones cuentan con capacidades de autonomía mejoradas y prolongados períodos de operación.
La capacidad de desplegar sistemas de minas a distancia, ya sea mediante proyectiles de artillería o helicópteros, ha permitido a Ucrania establecer campos de minas adelante de sus líneas defensivas. La utilización de drones no solo facilita el emplazamiento de estos campos, sino que también asegura su constante vigilancia, incluso cuando se sitúan en territorio avanzado. En caso de que las fuerzas rusas logren superar estos obstáculos iniciales, se encontrarán con barreras aún más densas, semejantes a las empleadas por ellos mismos contra las fuerzas ucranianas anteriormente. La progresión medida de las ofensivas rusas está otorgando a Ucrania el tiempo necesario para fortificar sus defensas minadas.
Ante estos desafíos, es probable que Rusia busque contrarrestar la eficacia de la vigilancia aérea ucraniana mejorando sus capacidades de defensa contra drones, aunque enfrenta dificultades para neutralizar una gama tan amplia de sistemas UAV. A pesar de contar con tecnología avanzada en guerra electrónica, la aplicación práctica de estas soluciones a nivel táctico parece ser insuficiente. Rusia podría, por lo tanto, adaptar sus tácticas para facilitar el cruce de campos minados, posiblemente incrementando el soporte aéreo para restringir el uso de artillería por parte de Ucrania.
A pesar de las críticas por los daños colaterales que provocan, la eficacia de las minas en el diseño del campo de batalla contemporáneo es indiscutible. El proceso detallado y lento de despejar campos minados y avanzar bajo la amenaza constante de la artillería enemiga complica significativamente la agilidad operativa, un elemento vital en el contexto de la guerra moderna. El año pasado, los campos de minas tuvieron un papel decisivo en detener la contraofensiva ucraniana, y este año ya están marcando diferencias en la dinámica de la ofensiva rusa.