La opción de un enfrentamiento bélico con Corea del Norte no es solo arriesgada, sino potencialmente catastrófica, amenazando no solo a miles sino a millones en Corea del Sur y Japón.
Por ende, las estrategias diplomáticas son eminentemente preferibles ante la perspectiva de un conflicto con desenlaces desfavorables. En el hipotético escenario de un conflicto armado en la península coreana, la supremacía aérea de Estados Unidos jugaría un papel determinante.
Despliegue aéreo y naval en un escenario de conflicto coreano
Al comienzo, se anticipa que la avanzada tecnológica aérea del Pentágono, con aeronaves como el Lockheed Martin F-22 Raptor, el Joint Strike Fighter F-35 y el bombardero furtivo Northrop Grumman B-2 Spirit, sería primordial. Estos aviones, particularmente el F-22 Raptor, reconocido con el Premio Collier, han demostrado ser capaces de asegurar una superioridad aérea inigualable.
La Marina de Estados Unidos no se quedaría atrás, utilizando su arsenal de buques de guerra y submarinos para lanzar salvas de misiles de crucero Tomahawk contra las defensas norcoreanas, buscando neutralizar sus capacidades tanto nucleares como convencionales. La rapidez es crucial para inhibir cualquier capacidad de Pyongyang de lanzar un contragolpe devastador sobre Seúl.
Este dilema subyace en el núcleo de la planificación militar de EE. UU. ante un ataque preventivo contra Corea del Norte: la eliminación efectiva de su arsenal nuclear sin desencadenar una represalia que podría resultar en un alto número de bajas civiles en Corea del Sur y Japón. En escenarios extremos, un ataque norcoreano podría incluso alcanzar el territorio estadounidense mediante un misil balístico intercontinental armado nuclearmente.
Para contrarrestar las defensas aéreas de Corea del Norte en caso de ataque, aviones furtivos como el F-35 serían cruciales para neutralizar rápidamente las capacidades antiaéreas del país. Aunque Pyongyang carece de sistemas de defensa aérea de vanguardia, la amenaza significativa reside en su arsenal de sistemas antiguos de origen soviético, notable por su cantidad más que por su calidad.
Capacidades de defensa antiaérea y desafíos en la península coreana
El Lockheed Martin F-35 Lightning II, un avión de combate polivalente de quinta generación, sobresale por su capacidad furtiva y diseño monoplaza, posicionándose como una pieza clave en el arsenal aéreo contemporáneo.
A pesar de que gran parte del arsenal antiaéreo de Corea del Norte consiste en sistemas obsoletos, el país ha desarrollado nuevas y potentes armas, como el KN-06, un sistema antiaéreo que replica las capacidades del ruso S-300. Vasily Kashin, destacado analista del Centro de Estudios Europeos e Internacionales Integrales de la Escuela Superior de Economía de Moscú y experto en la región asiática, informó a The National Interest que, según fuentes surcoreanas, el KN-06 ha sido exitosamente probado y se estima que posee un alcance de hasta 150 km.
Kashin señaló: “Nadie sabe exactamente cuántos sistemas existen. El KN-06 dispone de un radar de antena de fases múltiples y realiza el seguimiento mediante el sistema de guía de misiles, siendo posiblemente equivalente a las primeras versiones del S-300P, pero con un alcance ampliado”.
No obstante, la amenaza de las defensas aéreas pálida en comparación con el desafío que representan las piezas de artillería norcoreanas.
Estas unidades están estratégicamente ubicadas en posiciones fortificadas con la capacidad de dirigir su fuego hacia Seúl. Aun sin emplear proyectiles nucleares, el arsenal convencional de Corea del Norte tiene el potencial de infligir daños devastadores sobre Seúl en cuestión de horas.
La eliminación de estas amenazas representa un desafío mayor para cualquier operación militar contra Corea del Norte, destacando la complejidad de neutralizarlas sin provocar una escalada descontrolada del conflicto.
Estrategias de penetración y retos de la defensa antiaérea
El Northrop Grumman B-2 Spirit representa una joya de la ingeniería militar estadounidense, siendo un bombardero estratégico que integra tecnología furtiva para mantenerse “bajo el radar” y capaz de eludir sistemas antiaéreos mientras despliega un arsenal tanto convencional como nuclear.
Mike McDevitt, contralmirante retirado y miembro principal del Centro de Análisis Navales, reflexionó sobre las lecciones históricas y las preparaciones de Corea del Norte: “Entre 1950 y 1953, la Fuerza Aérea y la Armada de EE. UU. devastaron Corea del Norte, lo que les ha dado a los norcoreanos 65 años para idear estrategias a fin de evitar una repetición de esos eventos, resultando en la construcción de extensas redes de refugios y túneles resistentes a bombardeos”.
Orquestación de ataques aéreos y defensa antimisiles: Un reto sincronizado
Jerry Hendrix sugiere que cualquier operativo aéreo debería iniciar con ataques fulminantes y coordinados contra objetivos estratégicos, incluyendo las vastas redes de artillería apuntando hacia Seúl, las instalaciones de almacenaje nuclear, los vehículos de lanzamiento de armas nucleares, y los sistemas de defensa aérea. La simultaneidad en la ejecución de estos ataques es crucial.
“En la secuencia de estos ataques, las unidades navales estadounidenses especializadas en defensa contra misiles balísticos, posicionadas en Japón, así como los Sistemas de Defensa Estratégica de Alta Altitud, emplearían sus radares de largo alcance para detectar y neutralizar misiles norcoreanos en su fase de lanzamiento”, explicó Hendrix.
Sin embargo, la certeza de éxito en tales operaciones es elusiva. Cualquier intento de agresión hacia Corea del Norte conlleva riesgos inmensos, poniendo en juego no solo miles sino millones de vidas en Corea del Sur y Japón. Por lo tanto, la vía diplomática emerge como la alternativa más segura y preferente frente al espectro de un conflicto bélico con desenlaces potencialmente trágicos.