En un reciente despliegue táctico, los cazas de asalto JH-7A de la Fuerza Aérea del Ejército Popular de Liberación [EPL] chino han subido el listón en lo que respecta al refuerzo de las unidades terrestres. Este desarrollo se manifestó claramente durante los ejercicios inter armas realizados en el sur del territorio chino.
Estos avanzados aviones de combate, bajo la égida de la brigada aérea del Mando del Teatro Sur, se integraron eficazmente con los contingentes de fuerzas especiales del ejército, la marina y la fuerza aérea. De forma concertada, perfeccionaron sus habilidades en apoyo aéreo cercano, reafirmando la notable adaptabilidad del JH-7 a una amplia gama de escenarios bélicos.
Los ejercicios consistieron en complejas simulaciones de enfrentamientos rojo-azul, en las que el Equipo Rojo, compuesto por elementos de fuerzas especiales de todas las ramas, se enfrentó a la presión del fuego de supresión ejecutado por el Equipo Azul durante un asalto a una posición enemiga vigilada.
Ante esta situación, el Equipo Rojo recurrió a los potentes cazas de asalto JH-7. Tras recibir las coordenadas con precisión, estos medios tácticos identificaron rápidamente al Equipo Rojo y se lanzaron con determinación contra los objetivos del Equipo Azul.
Respaldados por dispositivos de contramedidas electrónicas, los JH-7 pudieron evaluar e informar rápidamente del impacto de sus ofensivas. Los bombarderos mantuvieron una comunicación fluida y constante con las tropas terrestres del Equipo Rojo.
Cuando estos cazas estaban en el punto de mira de los lanzamisiles tierra-aire portátiles del Equipo Azul, recibían alertas inmediatas de sus aliados en tierra. Esta coordinación permitió una retirada rápida mediante el uso de bengalas de distracción.
Al término de los ejercicios, el Mando del Teatro Sur proclamó un progreso significativo en la eficacia del apoyo de fuego aéreo cercano proporcionado por los aviones, estableciendo un nuevo protocolo operativo para futuras acciones de combate.
Los cazas JH-7A elevan la estrategia militar en ejercicios cruciales
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Estos ejercicios de entrenamiento son de vital importancia, sobre todo teniendo en cuenta que el Mando del Teatro Sur es el encargado de supervisar las posibles maniobras a través del estrecho de Taiwán. En este escenario, se prevé que la sinergia entre las unidades de operaciones especiales y los aviones de combate sea un factor decisivo.
A pesar de que China no dispone de aviones específicamente desarrollados para el apoyo aéreo cercano al estilo del Su-25 ruso o el A-10 estadounidense, ha adaptado el uso de UAV y cazas de asalto para mejorar el apoyo a sus fuerzas terrestres. Esta táctica es similar a la de las naciones que están en proceso de discontinuar sus flotas de apoyo aéreo cercano sin tener aún sucesores definidos. El JH-7, aunque no fue diseñado originalmente para tal fin, se perfila como el principal candidato dentro de la aviación china para cumplir esta misión crítica.
La amenaza que suponen para estos aviones los sistemas portátiles de misiles tierra-aire del enemigo es considerable. Su capacidad para integrarse discretamente en las formaciones de infantería, sin dejar señales de radar detectables, les da la ventaja de ser prácticamente invisibles hasta el momento de su empleo. Sin embargo, una meticulosa planificación táctica con unidades de fuerzas especiales sobre el terreno puede mitigar significativamente la vulnerabilidad a este tipo de ataques.
El Ejército Popular de Liberación [EPL] ha reconocido la importancia crítica de disponer de capacidades precisas de ataque aire-tierra, proyectando así el futuro papel estratégico de su componente aéreo. En este sentido, el JH-7 fue optimizado en su versión JH-7A bajo la dirección de Tang Changhong y Wu Jieqin, que actuaron como diseñador jefe y diseñador adjunto, respectivamente.
El JH-7A, más ligero y robusto que su predecesor, es capaz de transportar una carga de guerra máxima de hasta 9.000 kg. Esta característica permite a la Fuerza Aeronaval del Ejército Popular de Liberación [PLANAF] equiparse con cuatro misiles antibuque YJ-82, duplicando la capacidad de carga útil del modelo anterior, el JH-7.
Además, el JH-7A incorpora una innovadora mira montada en el casco (HMS), actualmente en fase de evaluación, y desarrollada por el Grupo Xi’an Optronics. Este sistema de mira, inspirado en uno diseñado anteriormente para un helicóptero por el mismo equipo, comparte numerosos componentes con su predecesor, lo que evidencia una notable intersección en el desarrollo tecnológico entre ambas plataformas.
Avances en aviónica y estrategia: El JH-7A en el panorama actual
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La mira montada en el casco (HMS) que se está probando actualmente en el JH-7A destaca por su notable versatilidad y compatibilidad con un amplio espectro de misiles, tanto aire-aire como superficie-aire, así como por su perfecta integración con diversos sensores aerotransportados, incluidos radares y equipos electroópticos. Esta configuración da prioridad al HMS sobre otros sistemas de sensores, optimizando los tiempos de seguimiento y puntería del armamento, lo que supone una revolución en la eficacia del avión en combate.
La cabina del JH-7A fusiona elementos tradicionales y modernos, conservando ciertos indicadores analógicos específicos e introduciendo al mismo tiempo dos grandes pantallas multifunción de cristal líquido, que proporcionan al piloto la flexibilidad de ajustar la pantalla a una monocroma si lo desea.
Cabe destacar la evolución en la aviónica del JH-7A, con la sustitución del sistema de supresión de ruido Tipo 960-2 por el BM/KJ-8605, la sustitución del radar altímetro Tipo 265A por su homólogo digital Tipo 271 y la adopción de un sistema de control de vuelo fly-by-wire. El radar JL-10 Tipo 232H se actualizó al más sofisticado radar aerotransportado de pulso-doppler, dotando al JH-7A de mayores capacidades para el despliegue de bombas guiadas por láser y misiles antirradiación Kh31-P.
Como parte de la planificación estratégica para una hipotética guerra contra Taiwán, los estrategas militares chinos podrían considerar dos enfoques principales. Una opción sería emprender un asedio tradicional de corte, acompañado de un asalto anfibio apoyado por una armada preparada para lanzar incursiones contra una selección de las múltiples playas situadas en los márgenes septentrional y occidental de Taiwán, enfrentándose directamente a las fortificaciones defensivas situadas frente al estrecho de Taiwán.
Estrategias aerotransportadas y de asalto especial
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La alternativa estratégica, que se considera junto a la primera, se centra en una combinación de un asalto aéreo/helicóptero unido a operaciones especiales. Este enfoque evoca las tácticas empleadas por Alemania en la invasión de Noruega en abril de 1940 y, más concretamente, en la operación sobre Creta en mayo de 1941.
Durante la ocupación de Creta, las fuerzas alemanas no consiguieron hacerse con el dominio total de las aguas circundantes, pero sí lograron una supremacía aérea suficiente para hostigar a las flotas británicas y desplegar por aire las fuerzas necesarias. A pesar de su inferioridad numérica respecto a los defensores de la isla, establecieron un punto de apoyo inicial crucial.
Este método también encuentra paralelismos con la operación británica en las islas Malvinas en 1982. En tal escenario, el propósito sería neutralizar inmediatamente las estructuras gubernamentales taiwanesas y tomar el control de los puntos clave. El objetivo es concluir la guerra rápidamente con el golpe inicial, facilitando la llegada y el despliegue de refuerzos en una fase posterior.
Los especialistas en estrategia militar advierten de los altos riesgos y la complejidad de llevar a cabo este tipo de ataques. De hecho, las defensas taiwanesas poseen importantes puntos fuertes. En un primer asalto, el número de tropas que pueden desplegarse es necesariamente limitado.
Desde el punto de vista defensivo, si hay suficiente previsión y determinación, es posible movilizar una fuerza considerable cerca del punto de ataque, a menos que el agresor consiga desviarla o neutralizarla eficazmente.
Por eso, el planteamiento estratégico debe incluir un sólido apoyo logístico, respaldado por el envío de miles de toneladas de suministros para sostener una guerra moderna. Otro elemento crítico son las variables meteorológicas en el estrecho de Taiwán.
Desafíos meteorológicos y tácticos en el estrecho de Taiwán
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Las condiciones meteorológicas en el Estrecho plantean importantes retos a cualquier operación compleja durante gran parte del año. A esto se añade el hecho de que la geografía de Taiwán no es especialmente favorable para un asalto anfibio convencional.
Otro factor a tener en cuenta es la mejora de la precisión de los misiles y sensores en la última década, que ha sido posible a un coste relativamente bajo. Este desarrollo proporciona al defensor, equipado con tales sistemas, una ventaja táctica considerable.
Con suficientes misiles y sensores avanzados —ya sean duraderos o reubicables— para detectar objetivos con precisión, los misiles de bajo coste podrían neutralizar eficazmente objetivos más grandes y caros, como buques y aviones, redefiniendo así los términos de la guerra.