La inversión de 24 mil millones de dólares por parte de la Fuerza Aérea de EE. UU. en el ambicioso proyecto del avión de combate de próxima generación, el Next Generation Air Dominance (NGAD), subraya su compromiso hacia una superioridad aérea inquebrantable. Inicialmente concebido como un esfuerzo conjunto con la Marina de EE. UU., este último servicio ha optado por perseguir su visión distinta de caza de sexta generación, denominado para evitar confusiones, Programa F/A-XX.
Aunque el horizonte temporal para la plena operatividad del NGAD en la Fuerza Aérea se proyecta para 2030, el programa avanza a pasos agigantados, destacándose entre sus contemporáneos de la sexta generación. Es de conocimiento público que se están llevando a cabo pruebas en tierra del prototipo NGAD, conocido como XA103.
La próxima generación se prepara para el despegue
El lanzamiento del F-22 Raptor en 2005 estableció un antes y un después en la guerra aérea, marcando el apogeo de la superioridad aérea estadounidense. Sin embargo, dos décadas después, este dominio enfrenta desafíos ante la aparición de nuevos competidores, como el caza furtivo J-20 de China, que amenazan con nivelar el campo de batalla.
El análisis de Perun, especialista en economía de defensa, subraya una verdad fundamental: la Fuerza Aérea de EE. UU. no se conforma con superar a sus adversarios; aspira a dominarlos completamente. Esta filosofía impulsa tanto a la Fuerza Aérea como a la Marina, a través de su Programa F/A-XX, a buscar un nuevo salto cualitativo con el NGAD.
El NGAD promete ser mucho más que un caza de superioridad aérea. Su diseño avanzado prevé capacidades multifacéticas, incluyendo misiones antiaéreas, ataques aire-aire, ofensivas contra objetivos en tierra y la consolidación de la supremacía aérea. Este avanzado aparato pretende dotar a la Fuerza Aérea de una adaptabilidad, supervivencia, persistencia e interoperabilidad sin precedentes, asegurando su dominio en los cielos para las próximas décadas.
El NGAD define el futuro del dominio aéreo
El programa Next Generation Air Dominance (NGAD) de la Fuerza Aérea de Estados Unidos se posiciona como una revolucionaria “familia de sistemas”, destinada a suceder al venerable F-22 Raptor y redefinir el concepto de dominio aéreo. La naturaleza y los detalles específicos de NGAD se mantienen en gran medida bajo el velo del secreto, evidenciando su carácter estratégico y vanguardista.
Entre los pocos detalles divulgados, se destaca su concepción como un sistema integrado por cazas tripulados y aviones de combate colaborativos (CCA) no tripulados, o lo que se denomina plataformas de pilotos leales. Esta sinergia promete transformar el NGAD no solo en una máquina de combate, sino también en un centro de mando aéreo avanzado, equipado con sistemas de mando, control y comunicación de última generación.
La planificación adquisitiva, según informes de Airforce Technology, sugiere la intención de la Fuerza Aérea de incorporar inicialmente 200 cazas NGAD y 1.000 CCA no tripulados. Este enfoque estratégico indica un despliegue de dos CCA por cada NGAD, así como por cada uno de los 300 cazas F-35 de quinta generación que la Fuerza Aérea está adquiriendo, delineando una red de combate aéreo sin precedentes.
Notablemente, NGAD se distingue por ser el primer caza de sexta generación que ha pasado de la conceptualización a la construcción de un demostrador. Este hito se celebró con una demostración de vuelo a gran escala en septiembre de 2020, seguido por el anuncio en junio de 2022 de que el programa estaba avanzando hacia la fase de ingeniería, fabricación y diseño. Además, en febrero de 2024, se confirmó que Pratt & Whitney había completado con éxito la evaluación de su innovadora solución de propulsión adaptativa, allanando el camino hacia la culminación de la fase de diseño detallado.
Con un presupuesto solicitado de 2.300 millones de dólares para el año fiscal 2024, el programa NGAD representa un compromiso financiero significativo, aproximadamente la mitad del presupuesto anual total de Canadá para su fuerza aérea. Este nivel de inversión subraya la importancia estratégica del NGAD y, aunque el costo estimado de cada caza puede alcanzar los 300 millones de dólares, la inclusión de los CCA pretende equilibrar la ecuación financiera, proporcionando una solución costo-efectiva al aumentar la masa operativa en el teatro de operaciones aéreas. Los CCA, operando bajo el mando del NGAD, desempeñarán roles críticos como ejecutores de ataque, sensores avanzados y unidades de interferencia, consolidando así la visión de un dominio aéreo integrado y multidimensional.
Panorama de la sexta generación en aviones de combate
Mientras Estados Unidos avanza con su programa NGAD, no está solo en la carrera por desarrollar cazas de sexta generación. El proyecto Tempest, una iniciativa conjunta entre el Reino Unido, Italia, Suecia y, recientemente, Japón, representa un esfuerzo europeo y asiático por alcanzar la vanguardia en tecnología de combate aéreo. Paralelamente, Rusia ha anunciado su proyecto Mikoyan PAK DP; Francia, Alemania y España colaboran en el desarrollo del Futuro Sistema Aéreo de Combate (FCAS); y China, en su característico sigilo, avanza en la creación de su propio vector de sexta generación.
Con una fecha de despliegue objetivo en 2030 para el NGAD de la Fuerza Aérea de EE. UU., este programa pretende superar a sus contemporáneos internacionales, marcando un hito en la evolución de la aviación de combate. Si logra adherirse a su cronograma proyectado, el NGAD estadounidense tomará la delantera, anticipándose cinco años al programa Tempest del Reino Unido, cuya integración en la Royal Air Force está prevista para 2035, según informa el sitio web de la RAF.
La ambición europea de Francia, Alemania y España, consolidada en el proyecto FCAS y respaldada por Airbus, apunta a un horizonte más distante, con una entrada en servicio proyectada para 2040. En cuanto a Rusia, a pesar de los ambiciosos planes para su PAK DP, denominado “MiG-41” por Janes, las especulaciones sobre su viabilidad se intensifican dadas las dificultades previamente enfrentadas en la producción del Sukhoi Su-57, poniendo en duda la capacidad rusa para cumplir con los plazos anunciados.
La discreción china en cuanto a su programa de sexta generación solo añade misterio al panorama global, con detalles escasos y bien guardados sobre sus avances tecnológicos. Esta diversidad de proyectos refleja no solo la competencia internacional por la supremacía aérea sino también la complejidad y los desafíos inherentes al desarrollo de la próxima generación de cazas, donde la innovación, la estrategia y la colaboración internacional jugarán roles cruciales en la definición del futuro del combate aéreo.