El cambio en el poder marítimo altera el equilibrio global, desafiando la supremacía occidental y emergiendo nuevas potencias.
Ataques en el mar Rojo resaltan la importancia de la seguridad naval
Los recientes ataques de los islamistas hutíes de Yemen contra la navegación comercial y los buques de guerra en el mar Rojo han puesto de relieve la importancia crítica del océano para la seguridad internacional. Estos ataques no solo han causado un incremento significativo en las primas de seguros marítimos, sino que también han forzado a muchos buques a alterar sus rutas, lo que ha resultado en costes elevados y retrasos logísticos. La respuesta de EE. UU. y Reino Unido, consistente en lanzar ataques aéreos contra posiciones hutíes, subraya la seriedad con la que ambas potencias consideran cualquier amenaza contra la libertad de navegación.
El dominio marítimo de Occidente, piedra angular de su liderazgo global, se fundamenta en la capacidad para proyectar poder militar a lo largo y ancho del mundo y garantizar el libre flujo de mercancías por el mar. Sin embargo, este dominio ahora enfrenta desafíos no solo de potencias emergentes, sino también de grupos insurgentes, que amenazan la estabilidad de las cadenas de suministro globales y, por ende, la prosperidad y seguridad de las naciones comerciales.
La situación en el mar Rojo es un claro indicativo de cómo el poder marítimo, y por extensión el orden mundial, está siendo alterado. La libertad de navegación, esencial para el comercio global y la estabilidad económica, se ve amenazada, lo que obliga a las naciones a reconsiderar sus estrategias de seguridad y defensa marítima.
La proyección de poder y los desafíos emergentes en mares disputados
La invasión de Ucrania por Rusia y la respuesta de Turquía bajo la Convención de Montreux destacan la complejidad de la geopolítica marítima. La eficaz defensa de Ucrania, utilizando misiles y drones contra la flota rusa del mar Negro, ha limitado la capacidad de Rusia para perturbar el comercio marítimo ucraniano. Además, la creciente vulnerabilidad de los buques de guerra de superficie a los ataques de misiles y drones terrestres plantea dudas sobre la capacidad de Occidente para proyectar poder en áreas disputadas como el estrecho de Taiwán.
En el Indo-Pacífico, la preparación de China para contrarrestar las fuerzas de proyección de EE. UU. subraya la transición en el poder marítimo. Aunque China busca liderar el orden marítimo mundial, su aproximación se caracteriza por una combinación de desarrollo naval y extensión pacífica de su influencia a través de inversiones en infraestructuras portuarias críticas. Esto refleja una estrategia que busca equilibrar la proyección de poder con la necesidad de mantener la estabilidad en las cadenas de suministro globales.
El papel de China en la crisis del mar Rojo y su postura hacia el orden marítimo mundial sugieren una estrategia calculada para no solo extender su influencia, sino también preservar la libertad de navegación. Esto contrasta con sus acciones en el Mar de China Meridional, donde la táctica de “zona gris” ha sido empleada para justificar una presencia asertiva, difuminando los límites entre medios civiles y militares.
El futuro del poder marítimo y el orden mundial en evolución
La historia nos enseña que el dominio del mar es sinónimo de control sobre el comercio y, por ende, sobre las riquezas del mundo. La disputa actual por la supremacía marítima no solo involucra a Occidente y China, sino también a otros actores globales que buscan ejercer influencia en el mar. El poder marítimo, una combinación de capacidades navales y comerciales, es un elemento central en la conformación del futuro orden mundial.
El incremento en la vulnerabilidad de las infraestructuras submarinas y la proyección de poder en mares disputados resaltan los desafíos emergentes para la seguridad marítima. La capacidad de adaptarse a estos desafíos determinará el futuro del dominio marítimo y, con él, el equilibrio de poder global.
En conclusión, el poder marítimo sigue siendo un pilar fundamental en la estructura del poder mundial. La transición hacia un nuevo orden mundial, potencialmente dominado por China, dependerá de cómo las naciones gestionen y adapten sus estrategias marítimas en respuesta a los desafíos emergentes. La libertad de navegación y el control del mar continuarán siendo centrales en la definición de la prosperidad y seguridad globales.