El misil balístico de alcance intermedio DF-26, conocido por la OTAN como CH-SS-18, representa una pieza clave en la estrategia de defensa de China.
Análisis técnico del DF-26: Impacto en la estrategia naval global
Desarrollado para contrarrestar la superioridad numérica de los portaaviones de propulsión nuclear de la Armada estadounidense, el DF-26 simboliza la apuesta de Pekín por una disuasión efectiva. Este sistema de armas, introducido en la década de 1990 y en servicio desde 2018 en la Fuerza de Cohetes del Ejército Popular de Liberación (EPL), ha sido diseñado para realizar ataques de precisión tanto convencionales como nucleares contra blancos terrestres y marítimos, incluidos los portaaviones clase Ford.
Con un alcance superior a las 3.100 millas y un peso de lanzamiento de 20.000 kg, el DF-26 destaca por su diseño modular que permite la rápida sustitución de cargas útiles nucleares y convencionales. Este misil de combustible sólido y dos etapas, que mide aproximadamente 14 metros de longitud, puede alojar sus ojivas en un vehículo de reentrada de maniobra (MaRV) bicónico con aletas, facilitando la penetración de defensas enemigas avanzadas. La versatilidad del DF-26 refleja la evolución de la doctrina militar china hacia capacidades de proyección de fuerza y disuasión estratégica.
La aparición pública del DF-26 durante un desfile militar en Pekín en 2015, seguido de su entrada en servicio operativo en 2018, subraya la importancia que China otorga a este sistema de armas dentro de su arsenal estratégico. A pesar de la incertidumbre sobre su efectividad en combate real, los ejercicios y pruebas realizadas, incluido el lanzamiento de un DF-26 hacia el mar de China Meridional en 2020, demuestran la voluntad de Pekín de emplear estas capacidades como herramienta de disuasión y proyección de poder.
Desafíos y capacidades defensivas frente al DF-26
La presencia del DF-26 en el arsenal de China plantea desafíos significativos para la Armada estadounidense y sus aliados. La capacidad del misil para realizar ataques precisos contra objetivos de alto valor, como los portaaviones, exige una revisión de las estrategias de defensa y disuasión. La Armada estadounidense, consciente de estas amenazas, ha desarrollado tecnologías de defensa por capas, incluidos los sistemas SM-6 y HELIOS, así como mejoras en la guerra electrónica, para neutralizar o mitigar el impacto de ataques con misiles como el DF-26.
El informe del Departamento de Defensa de Estados Unidos sobre el poder militar de China en 2023 destaca la posesión de al menos 500 lanzadores de misiles por parte de Pekín, con unos 250 capaces de ser recargados, lo que subraya la profundidad y versatilidad del arsenal misilístico chino. Esta capacidad representa una advertencia para los planificadores militares estadounidenses y aliados, que deben considerar la posibilidad de enfrentarse a un adversario con una considerable capacidad de ataque a larga distancia.
La efectividad de las defensas estadounidenses contra sistemas avanzados como el DF-26 permanece como una interrogante hasta su eventual prueba en condiciones de combate. Sin embargo, la inversión continua en tecnologías defensivas avanzadas y en la integración de capacidades de guerra electrónica subraya el compromiso de Washington por mantener la superioridad táctica y estratégica frente a potenciales adversarios como China. La dinámica de disuasión y respuesta ante la amenaza que representa el DF-26 ilustra la complejidad del entorno de seguridad global actual.