Cazas F/A-18 de EE. UU. desde USS Dwight D. Eisenhower neutralizaron instalaciones hutíes en Yemen, previniendo amenazas marítimas.
Este viernes, en un sexto episodio de confrontación, cazas estadounidenses F/A-18, desplegados desde el portaaviones USS Dwight D. Eisenhower, han neutralizado instalaciones hutíes en Yemen, con el objetivo específico de aniquilar lanzaderas de misiles antibuque. Estas armas, según fuentes oficiales, estaban listas para ser utilizadas en operaciones contra intereses marítimos en la región.
El Mando Central de EE. UU., en una comunicación oficial, ha enfatizado la naturaleza defensiva de estas acciones, subrayando la identificación de los misiles en zonas controladas por los hutíes como una amenaza inminente para la seguridad marítima, incluyendo buques comerciales y de la Armada estadounidense. Este reconocimiento de peligro ha sido el detonante de una respuesta militar contundente y preventiva.

Informes procedentes de Al-Masirah, un medio de comunicación alineado con los hutíes, reportan que los bombardeos se han concentrado en la ciudad portuaria de Hodeida, específicamente en el distrito de al-Yabaana. Estas informaciones, sin embargo, no han sido verificadas de forma independiente hasta el momento.
Por su parte, un representante de los hutíes, en una reciente entrevista, ha declarado que no tienen planes de escalar sus operaciones marítimas en el mar Rojo, más allá de sus objetivos declarados, que incluyen la obstrucción de Israel y acciones de represalia contra Estados Unidos y Gran Bretaña, en respuesta a los ataques aéreos sufridos.
Persistencia en la ofensiva: la postura de Biden

El presidente de Estados Unidos, Joe Biden, ha reafirmado la continuidad de las operaciones militares contra los islamistas hutíes en Yemen. En declaraciones previas a un discurso de política interna en Carolina del Norte, Biden ha reconocido que, a pesar de los esfuerzos conjuntos con el Reino Unido, los bombardeos aún no han logrado neutralizar completamente los ataques marítimos hutíes en el mar Rojo.
En un contexto más amplio, esta semana ha sido testigo de una intensificación de las hostilidades, con el ejército de EE. UU. ejecutando una nueva serie de ataques con misiles desde buques y submarinos. Estas acciones se han centrado en emplazamientos controlados por los hutíes, identificados como amenazas inminentes. Este incremento en la actividad militar se produce en medio de una escalada regional de violencia, con el ataque de Hamás el 7 de octubre en el sur de Israel y la subsiguiente guerra en Gaza como telón de fondo.
El mismo miércoles, un buque de bandera estadounidense en el golfo de Adén fue objetivo de un ataque con un dron bomba, atribuido a los rebeldes hutíes. Aunque el ataque provocó un incendio, este fue controlado sin mayores incidentes, y la tripulación y el buque, identificado como el granelero Genco Picardy, están seguros y en camino al próximo puerto.
Respuestas y represalias: la dinámica del conflicto

La respuesta de los hutíes a estas acciones no se ha hecho esperar. Yahya Saree, portavoz militar del grupo, ha advertido de represalias inminentes contra cualquier nueva ofensiva estadounidense o británica, subrayando que estos actos no quedarán impunes. Este anuncio coincide con la reciente decisión de EE. UU. de reincorporar a los hutíes en su lista de terroristas globales, una medida que busca restringir el acceso del grupo al sistema financiero mundial.
El grupo hutí, respaldado por Irán, ha manifestado su firme intención de continuar atacando barcos en las rutas marítimas críticas del mar Rojo, en apoyo al pueblo palestino y en respuesta a las agresiones de Estados Unidos y Gran Bretaña.
La guerra marítima en el mar Rojo: un panorama complejo.
La situación en el mar Rojo se ha complicado con los recientes ataques hutíes a buques desde noviembre, una táctica que afirman es un esfuerzo por respaldar a los palestinos en la guerra en Gaza. Sin embargo, muchos de los barcos afectados no tienen vínculos con Israel, lo que añade una capa de complejidad al conflicto.
Estos ataques se enmarcan dentro de una respuesta más amplia del llamado Eje de la Resistencia, compuesto por hutíes, Hamás y Hezbolá, todos ellos respaldados por Irán, y que han manifestado abiertamente su hostilidad hacia Estados Unidos e Israel.