Para asegurar una transición efectiva hacia la operacionalización de los F-35A, la Luftwaffe se enfrenta al reto de desarrollar la infraestructura necesaria.
En 2020, el Ministerio de Defensa de Alemania evaluó la adquisición de los cazabombarderos F/A-18E/F Super Hornet y los aviones de guerra electrónica E/A-18G Growler, con el objetivo de reemplazar los Panavia Tornado de la Luftwaffe, encargados de desplegar la bomba nuclear táctica B-61 bajo la estrategia de disuasión de la OTAN.
Esta consideración vino acompañada de un interés notable por parte de Estados Unidos hacia la adopción, por parte de Alemania, del F-35A de Lockheed-Martin, excluyendo al F/A-18E/F Super Hornet de la lista de plataformas aprobadas para portar la versión B-61-12 de la bomba.
Sin embargo, el cambio de liderazgo en Alemania, con la llegada del Canciller Olaf Scholz, y la emergencia del conflicto en Ucrania, aceleraron la decisión de Alemania hacia la adquisición de 35 jets F-35A Block 4, marcando un giro decisivo en la política de defensa alemana.
Esta decisión, tomada con una rapidez inusitada apenas tres semanas después de anunciarse un fondo especial de 100.000 millones de euros para la “reparación” de la Bundeswehr, culminó en la firma de un contrato por valor de más de 8.000 millones de euros en diciembre de 2022.
Alemania avanza: Incorporación del F-35A y retos futuros
El plan trazado por Berlín establece que el entrenamiento de los pilotos alemanes en el F-35A Block 4 comenzará en 2026 en Estados Unidos, anticipando la llegada del primer jet a la base aérea de Büchel en 2028. Este hito significaría el comienzo de la capacidad operativa de la Luftwaffe con esta avanzada aeronave.
No obstante, existen complicaciones en el horizonte, particularmente con la certificación del estándar Block 4 del F-35A. Aunque este estándar está diseñado para integrar las especificaciones más avanzadas del avión, su certificación pende de la evolución del software TR3, cuya estabilidad aún no ha sido alcanzada. Este factor podría introducir demoras significativas en el proceso de certificación y, potencialmente, en la integración operativa del F-35A en la flota alemana.
Modernización de Büchel para el F-35A: retos y costes
Para asegurar una transición efectiva hacia la operacionalización de los F-35A, la Luftwaffe se enfrenta al reto de desarrollar la infraestructura necesaria en la base de Büchel, con una asignación presupuestaria inicial de 525 millones de euros.
Este ambicioso proyecto abarca la creación de instalaciones esenciales, como oficinas, talleres, simuladores de vuelo, y áreas seguras para la planificación de misiones bajo el Programa de Acceso Especial [SAPF], así como refugios para proteger las aeronaves en la línea de vuelo.
No obstante, una revisión presupuestaria ha revelado que los costos proyectados para esta modernización podrían ser significativamente superiores a lo anticipado. Informes de Wirtschaftswoche y Business Insider Deutschland, basados en datos del Ministerio de Defensa alemán, indican que los gastos de actualización podrían ascender hasta los 1.200 millones de euros para 2027, sugiriendo una potencial crisis presupuestaria.
La subestimación inicial se atribuye a la falta de una planificación detallada y a los exigentes estándares de seguridad impuestos por Estados Unidos, que han influido notablemente en el incremento de los costes.
Plazos ajustados y posibles consecuencias de los retrasos en los proyectos
Ante la inminencia del proyecto, se presiona para que la contratación de la empresa constructora se complete antes del 6 de marzo, evitando así la necesidad de reiniciar el proceso de licitación. La prisa por cumplir este plazo pone de manifiesto la importancia de avanzar rápidamente, aunque esto pueda influir en el aumento del coste total debido a la necesidad de expandir la fuerza laboral de manera significativa.
La situación adquiere mayor complejidad al considerar las implicaciones de posibles retrasos. Wirtschaftswoche advierte que cualquier demora, incluso menor, podría comprometer la seguridad nacional de Alemania, dejando a los F-35 sin las infraestructuras necesarias para su operatividad. Esto no solo repercutiría en la necesidad de buscar alternativas para el almacenamiento y mantenimiento de las aeronaves, sino también en incurrir en gastos adicionales.
El caso de Alemania encuentra un paralelismo con la experiencia de Bélgica en la modernización de sus bases aéreas de Florennes y Kleine-Brogel. Lo que inicialmente se estimó en 300 millones de euros, finalmente requirió una revisión presupuestaria que duplicó la cantidad, debido a la formación de una asociación público-privada para afrontar los desafíos y costes no anticipados inicialmente.