Más de 50 Stryker llegaron a Texas para apoyar tareas militares en la frontera, donde ahora soldados pueden detener migrantes sin restricción legal.
Blindados y tropas refuerzan control en la frontera con México
El 5 de abril de 2025, el Ejército de Estados Unidos desplegó más de 50 vehículos blindados Stryker en Fort Bliss, Texas, en el marco de una estrategia de seguridad fronteriza impulsada por el presidente Donald Trump. Esta medida se ejecuta dentro de una zona designada como Nueva Área de Defensa Nacional, la cual abarca zonas de Texas, Nuevo México, Arizona y California. Las tropas tienen ahora la facultad de realizar detenciones de migrantes, prerrogativa anteriormente reservada a la Patrulla Fronteriza y autoridades estatales, gracias a que el terreno militarizado no está sujeto a la Ley Posse Comitatus.
El contingente incluye aproximadamente 2,400 soldados de la 2.ª Brigada de Combate Stryker perteneciente a la 4.ª División de Infantería, originarios de Fort Carson, Colorado, junto con un batallón de aviación de apoyo. Los vehículos Stryker M1126 están equipados con torretas no tripuladas, cañones de 30 mm, sensores ópticos y visión infrarroja, herramientas diseñadas para patrullar eficientemente el terreno fronterizo. De acuerdo con el Pentágono, su misión principal es detectar cruces ilegales y tráfico de drogas, brindando apoyo directo a la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza (CBP).
Refuerzo militar y vigilancia en la frontera sur de EE. UU.
- Más de 9,000 soldados se encuentran desplegados en la frontera sur hasta abril de 2025.
- El Paso y la región de Big Bend son puntos clave de operación desde el 26 de marzo.
- Fort Bliss albergará hasta 5,000 migrantes en nuevas instalaciones militares.
- La zona militarizada ahora cubre 110,000 acres, superando por mucho los 560 acres cedidos en 2019.
- Stryker M1126 han sido utilizados anteriormente en Irak y Afganistán.
Las acciones forman parte de la operación liderada por la Fuerza de Tarea Conjunta – Frontera Sur (JTF-SB), implementada desde el 26 de marzo en regiones estratégicas como El Paso y Big Bend, Texas. Según el Comando Norte, el total de soldados en la zona asciende a cerca de 9,000, incluyendo 3,000 efectivos adicionales desplegados desde el 1 de marzo, que se suman a los 5,000 ya existentes. Fort Bliss ha sido designado para albergar hasta 5,000 migrantes, con contratos de construcción ya firmados, según reportes del Departamento de Defensa citados por CNN el 11 de abril.
La decisión de militarizar la frontera ha provocado críticas en México. El gobierno de la presidenta Claudia Sheinbaum emitió una nota diplomática el 16 de abril, expresando su rechazo y exigiendo que las tropas estadounidenses no crucen territorio mexicano. Asimismo, líderes comunitarios y defensores de derechos humanos en Ciudad Juárez condenaron el despliegue de Stryker por considerarlo intimidatorio. Según la Agencia EFE, el pastor Juan Fierro García, director del albergue El Buen Samaritano, expresó su preocupación por el efecto en las comunidades migrantes. Amnistía Internacional también alertó sobre el riesgo de violaciones a los derechos humanos por el aumento de presencia militar.
Flujos migratorios disminuyen mientras aumenta la militarización
Datos de la CBP revelan una disminución en los cruces ilegales en el sector de El Paso, pasando de un promedio diario de 100-150 en 2024 a 40-50 en marzo de 2025. A nivel regional, se reportaron aproximadamente 7,200 cruces ilegales durante marzo, muy por debajo de los 10,000 diarios registrados en diciembre de 2023. Las autoridades atribuyen la baja a políticas migratorias más estrictas y al incremento de controles fronterizos en ambos países. La Operación Frontera Norte en México ha desplegado 10,000 soldados en ciudades clave como Juárez para enfrentar el narcotráfico.
Algunos expertos, como el analista Adam Isacson, cuestionan la pertinencia de un despliegue militar tan masivo, sobre todo en un contexto de disminución de flujos migratorios. La extensión del área militarizada alcanza 170 millas (275 km) a lo largo de Nuevo México, con una superficie de 110,000 acres (44,000 hectáreas). Esta cifra contrasta con los 560 acres asignados al ejército en 2019 durante el primer mandato de Trump.
La portavoz de la Casa Blanca, Karoline Leavitt, indicó el 16 de abril que el despliegue tiene como fin interceptar migrantes indocumentados, bandas criminales y posibles terroristas, además de frenar el tráfico de fentanilo. Por su parte, el secretario de Defensa, Pete Hegseth, afirmó el 1 de marzo que se busca alcanzar un “100% de control operativo” en la frontera, y advirtió que “todas las opciones están sobre la mesa” para combatir a los cárteles.
El 15 de abril se registró un incidente fatal. Dos soldados murieron y un tercero resultó herido en un accidente vehicular cerca de Santa Teresa, Nuevo México. Según el Departamento de Defensa, el vehículo no estaba relacionado con los Stryker. El representante federal Gabriel Vásquez solicitó una investigación exhaustiva sobre el hecho, destacando la importancia de garantizar la seguridad de los efectivos desplegados.
Colaboración entre CBP y Ejército intensifica vigilancia fronteriza
La implementación de vehículos Stryker, utilizados anteriormente en Irak y Afganistán, representa un cambio importante en la estrategia de seguridad fronteriza, que tradicionalmente estaba bajo responsabilidad de agentes civiles. Desde finales de marzo, han sido desplegados más de 200 Stryker en la región, con planes de aumentar esa cifra, según informó Claudio Herrera Baeza, portavoz de la Patrulla Fronteriza en El Paso. Esta decisión se enmarca en la declaración de emergencia nacional de Trump, la cual canceló miles de citas migratorias mediante la aplicación CBP One y reforzó las restricciones de ingreso.
La cooperación entre el Departamento de Defensa y la CBP se ha profundizado, con los Stryker ejecutando funciones de vigilancia y detección de alta precisión. Sin embargo, la percepción pública en México y comunidades fronterizas continúa siendo crítica. Residentes de Del Rio, Texas, y analistas locales han manifestado dudas sobre la efectividad del despliegue militar, especialmente frente a la actual baja en la actividad migratoria. El gobierno mexicano ha reiterado su postura de que la cooperación bilateral es preferible a acciones unilaterales.
Mientras tanto, el terreno fronterizo se ha transformado en una zona altamente militarizada bajo un nuevo marco legal y operativo. Las autoridades estadounidenses insisten en que este enfoque busca proteger la integridad territorial del país. No obstante, las tensiones diplomáticas y sociales reflejan una creciente preocupación por las implicancias de esta estrategia.
El desarrollo de esta política fronteriza sigue generando debates sobre su impacto en los derechos humanos, la soberanía binacional y la efectividad de un modelo militar frente a desafíos migratorios y de seguridad que continúan evolucionando.