El gobierno de Donald Trump autorizó el 24 de febrero de 2025 la entrega de casi 400 millones de dólares para el programa de aviones de combate F-16 de Pakistán. La medida busca fortalecer las capacidades antiterroristas y de contrainsurgencia de la Fuerza Aérea paquistaní.
Según documentos revisados por Reuters, la decisión forma parte de la reactivación de 5.300 millones de dólares en ayuda exterior previamente congelada, con prioridad en programas de seguridad y lucha contra el narcotráfico dentro del marco de seguridad nacional de la administración.
El financiamiento incluye apoyo al Equipo de Seguridad Técnica (TST), compuesto por contratistas estadounidenses en Pakistán encargados de supervisar el uso de los F-16. Las regulaciones estipulan que estos aviones, en especial los F-16C/D Block-52, solo pueden emplearse en operaciones contra el terrorismo y la insurgencia, excluyendo cualquier conflicto con India.
El anuncio reavivó el debate sobre la relación militar entre Estados Unidos y Pakistán, caracterizada por períodos de cooperación y desconfianza desde los ataques del 11 de septiembre de 2001. Washington ha considerado a Pakistán un aliado clave en la lucha antiterrorista, pero también ha cuestionado su compromiso en la materia, acusándolo de desviar recursos a disputas regionales.

El precedente de 2018, cuando la administración Trump suspendió la asistencia en seguridad por dudas sobre la postura de Pakistán contra el terrorismo, marcó el contexto de esta nueva asignación. La relación entre ambos países ha estado influenciada por restricciones impuestas desde la Enmienda Pressler de 1990, que llevó a la congelación de entregas de F-16 debido al programa nuclear paquistaní.
El uso de estos aviones ha sido motivo de controversia, particularmente tras el enfrentamiento aéreo de 2019 con India en Cachemira. Investigaciones estadounidenses revelaron infracciones a los acuerdos de uso, lo que llevó a reforzar los mecanismos de control con el TST y otras medidas de supervisión.
El monto autorizado de 400 millones de dólares es menor que los 450 millones aprobados en 2022 para mantenimiento y mejoras del F-16. La reducción refleja restricciones presupuestarias y un mayor escrutinio del Congreso sobre la asistencia militar a Pakistán.
Decisiones previas, como la negativa del Congreso en 2016 a financiar la compra de más F-16, obligaron a Islamabad a buscar apoyo en China, que le ha proporcionado aviones como los J-10CE. La actual asignación se limita a infraestructura de vigilancia y supervisión, sin contemplar nuevas adquisiciones ni mejoras significativas en la flota.
La medida también afecta la relación con India, que ha criticado sistemáticamente el respaldo militar estadounidense a Pakistán. El enfrentamiento aéreo de 2019 y el presunto uso indebido de F-16 paquistaníes generaron fricciones diplomáticas y llevaron a Washington a reafirmar que estos aviones solo deben utilizarse en operaciones antiterroristas.

Desde una perspectiva estratégica, Estados Unidos busca equilibrar su apoyo a Pakistán con la necesidad de preservar la cooperación con India, un socio clave en el Indo-Pacífico. La creciente relación militar entre Pakistán y China añade complejidad a este escenario, pues reduce la dependencia paquistaní del equipo estadounidense.
La administración Trump ha optado por una aproximación pragmática al renovar el diálogo con Pakistán sin ignorar los riesgos. La asistencia militar se orienta a objetivos antiterroristas, pero las restricciones impuestas reflejan la desconfianza en la fiabilidad de Islamabad como aliado.
El despliegue del TST en Pakistán podría generar tensiones políticas internas si es visto como una injerencia en la soberanía nacional. Además, la asistencia militar estadounidense a un país con capacidades nucleares plantea riesgos a largo plazo, especialmente en un entorno regional inestable.
El Congreso estadounidense mantiene reservas sobre la entrega de fondos a Pakistán, influenciado por antecedentes de incumplimiento de acuerdos y preocupaciones sobre la proliferación nuclear. A nivel geopolítico, la administración Trump prioriza la seguridad y los intereses estratégicos sobre la asistencia humanitaria, como lo demuestra la distribución del paquete de 5.300 millones de dólares en programas militares y antinarcóticos.
Para Islamabad, la financiación representa un alivio parcial para el mantenimiento de su flota de aproximadamente 80 F-16, aunque insuficiente para una modernización integral. La necesidad de recursos adicionales podría fortalecer su relación con China en materia de defensa.
Estados Unidos afronta el desafío de garantizar que estos aviones se utilicen exclusivamente en operaciones antiterroristas, en un contexto donde Pakistán ha mantenido posturas ambiguas en el pasado. La estabilidad de la región dependerá del cumplimiento de las condiciones impuestas y de la evolución de las tensiones entre Pakistán, India y China.