El miércoles, surgieron informes sobre sospechas de inteligencia estadounidense respecto a un posible plan ruso para colocar un arma nuclear en el espacio. La preocupación se incrementó tras una declaración pública del presidente del Comité de Inteligencia de la Cámara de Representantes, quien instó a la Casa Blanca a divulgar detalles sobre una “capacidad militar extranjera desestabilizadora”, señalándola como un riesgo significativo para la seguridad nacional.
Aunque la Casa Blanca y otras agencias intentaron restringir la difusión de información, un tuit del congresista republicano Mike Turner generó especulaciones. Según fuentes de ABC News, el arma tendría como objetivo interferir con satélites, no atacar directamente objetivos en la Tierra. Jake Sullivan, asesor de Seguridad Nacional, calificó como inesperado el comentario público de Turner, ya que hoy está prevista una reunión clave con expertos en defensa e inteligencia.
En dicha reunión participarán los líderes de los cuatro partidos del Congreso, así como los presidentes y vicepresidentes de los comités de inteligencia del Senado y la Cámara. Según declaraciones de Mark Warner y Marco Rubio, líderes del Comité Selecto de Inteligencia del Senado, la investigación de este caso ha sido prioritaria. Ambos insistieron en actuar con cautela para proteger métodos de recopilación de información mientras trabajan con la administración en una estrategia adecuada.
Cinco días antes, Rusia había lanzado el cohete Soyuz-2-1v con una carga militar clasificada. Este evento renovó las alertas sobre las crecientes actividades espaciales rusas, como el uso de satélites no autorizados y posibles armas cinéticas. El antecedente histórico de Starfish Prime, una prueba nuclear espacial de 1962 realizada por Estados Unidos, ilustra el potencial disruptivo de este tipo de armamento, cuyo impacto dañaría masivamente los satélites en órbita.
El aumento de satélites comerciales amplifica los riesgos de una detonación nuclear en el espacio. El Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales destacó esta amenaza en su evaluación de 2023, advirtiendo sobre el daño indiscriminado que podría ocasionar a las redes satelitales globales, afectando tanto su operatividad inmediata como a largo plazo.
El Ministerio de Defensa ruso confirmó que el cohete Soyuz-2-1v despegó el 9 de febrero de 2024 desde Plesetsk, colocando su carga útil en la órbita prevista. Según reportes oficiales, el satélite clasificado, denominado Kosmos-2575, ahora opera bajo el control de las Fuerzas Aeroespaciales rusas. Aunque se desconoce su propósito exacto, analistas sugieren que podría ser un satélite de reconocimiento óptico BARS-M o EO-MKA5.
El BARS-M, diseñado para recopilar imágenes de alta resolución, forma parte de un sistema de vigilancia ruso que también tiene aplicaciones civiles como monitoreo ambiental y cartografía. Equipado con sensores avanzados, el satélite opera en órbita heliosincrónica, asegurando condiciones de iluminación consistentes en sus imágenes, lo que facilita comparaciones a lo largo del tiempo.
La red de satélites de reconocimiento de Rusia busca garantizar una cobertura continua de la superficie terrestre, beneficiando tanto a objetivos militares como civiles. Sin embargo, la naturaleza dual de estos sistemas sigue siendo motivo de preocupación para la comunidad internacional, especialmente en un contexto de tensiones crecientes sobre el uso del espacio con fines militares.