El B-52H Czar 52 se estrelló en la Base Fairchild, lo que causó la muerte de cuatro tripulantes, tras maniobras peligrosas del teniente coronel Holland.
Accidente del B-52H Czar 52 en la Base Fairchild
El 24 de junio de 1994, la Base de la Fuerza Aérea Fairchild, en Washington, fue escenario de una tragedia que marcó la historia de la aviación militar. A las 13:58 PDT, un B-52H Stratofortress, con indicativo Czar 52, se estrelló durante un vuelo de demostración, lo que causó la muerte instantánea de sus cuatro tripulantes: el teniente coronel Arthur “Bud” Holland, el teniente coronel Mark McGeehan, el coronel Robert Wolff y el teniente coronel Ken Huston. El accidente, resultado de maniobras peligrosas ejecutadas por Holland, expuso fallos sistémicos en la Fuerza Aérea de Estados Unidos (USAF), como la falta de disciplina y una supervisión inadecuada.
Holland, jefe de la rama de Estandarización y Evaluación de la 92ª Ala de Bombardeo, era conocido por su estilo de vuelo audaz, que en repetidas ocasiones violó regulaciones de seguridad. El vuelo, planeado como una exhibición ambiciosa para un avión de gran tamaño, contemplaba pases a baja altitud, giros pronunciados de 60°, una subida empinada y un touch-and-go. El coronel Wolff, vicecomandante del ala, participó como observador de seguridad, tras ser designado por el coronel Brooks, comandante del ala. Este fue el vuelo ceremonial final de Wolff antes de su retiro, al cual asistieron su familia y amigos.
Durante la maniobra final, Holland solicitó realizar un giro de 360° a la izquierda alrededor de la torre de control tras recibir una instrucción para evitar un KC-135 en la pista. Con el permiso otorgado, efectuó un giro cerrado a unos 250 pies de altitud, inclinó la aeronave más allá de los 90° y el B-52H entró en pérdida, se estrelló y explotó, sin permitir que la tripulación se eyectara con éxito. McGeehan intentó la eyección, pero no logró escapar.
La investigación oficial, basada en el AFR 110-14 y transcripciones de la Junta de Investigación de Accidentes Aéreos, concluyó que el accidente fue el resultado final de una serie de violaciones previas cometidas por Holland, que sus superiores pasaron por alto. Estas incluyeron maniobras no autorizadas durante exhibiciones aéreas en 1991, 1992 y 1993, así como sobrevuelos peligrosos realizados durante ceremonias y misiones de entrenamiento.
Antecedentes de violaciones y fallos de liderazgo
En el espectáculo aéreo de Fairchild de 1991, Holland excedió los límites de inclinación y cabeceo del B-52, sobrevoló la multitud y violó las Regulaciones Federales de Aviación. Evidencia en video confirmó estas infracciones, pero los comandantes, incluido el coronel Weinman, no adoptaron medidas. En 1992, durante otra exhibición, Holland repitió maniobras peligrosas, como giros pronunciados a baja altitud, sin haber obtenido las exenciones requeridas. El coronel Capotosti, entonces oficial de operaciones, expresó su preocupación, aunque no se documentaron sanciones.
En una misión de Global Power, Holland permitió acciones no autorizadas, como la grabación de videos en la bahía de bombas, lo que violó las regulaciones del Comando de Combate Aéreo (ACC). El teniente coronel Bullock, comandante del escuadrón, enfrentó acusaciones de coacción, aunque las negó. En 1993, Holland continuó realizando maniobras riesgosas durante el espectáculo aéreo de Fairchild, lo que impactó negativamente en la moral de las tripulaciones y llevó a imitaciones peligrosas entre oficiales subalternos.
Una misión al campo de tiro de Yakima marcó un punto crítico. Holland voló por debajo de la altitud mínima, se integró en una formación de A-10 sin autorización e ignoró advertencias de la tripulación. El capitán Eric Jones, copiloto, intervino de forma física para impedir un accidente. Después de este episodio, el teniente coronel McGeehan y el mayor Don Thompson intentaron que Holland fuera apartado del vuelo, pero el coronel Pellerin, jefe de operaciones, optó por emitir solo una reprimenda verbal y minimizó la gravedad de las infracciones.
Factores clave del accidente del Czar 52
- Violaciones reiteradas: Holland incumplió regulaciones en múltiples exhibiciones y misiones desde 1991, sin enfrentar consecuencias significativas.
- Falta de supervisión: Superiores como los coroneles Weinman, Pellerin y Julich no impusieron medidas disciplinarias efectivas.
- Planificación deficiente: El vuelo de 1994 no contó con informes detallados, especialmente para el coronel Wolff, quien fue incorporado a última hora.
- Factores ambientales: Un tiroteo masivo ocurrido en Fairchild días antes pudo haber afectado la concentración de la tripulación.
- Erosión de confianza: La pasividad de los líderes desmoralizó a las tripulaciones, lo cual disminuyó la disposición a reportar infracciones.
Consecuencias y medidas posteriores
Tras el accidente, la USAF fue objeto de un escrutinio intenso. El coronel Pellerin enfrentó un consejo de guerra y fue hallado culpable de negligencia en el cumplimiento del deber. La investigación resaltó la falta de acciones disciplinarias contra Holland, cuya conducta había sido tolerada durante años. La USAF distribuyó los hallazgos con el objetivo de reforzar la importancia de cumplir los protocolos de seguridad y aplicar correcciones inmediatas ante cualquier violación.
El accidente puso en evidencia una cultura de tolerancia hacia comportamientos riesgosos, lo que deterioró la confianza en la cadena de mando. Las tripulaciones, plenamente conscientes de las infracciones de Holland, se sintieron impotentes ante la inacción de sus superiores. La tragedia también dejó al descubierto una planificación inadecuada de las misiones de exhibición, que no contemplaba los riesgos de maniobras complejas en aeronaves como el B-52.
Pese a las reformas, un accidente similar se registró en 2010, cuando un C-17 Globemaster III se estrelló en la Base de la Fuerza Aérea de Elmendorf, Alaska, durante un vuelo de práctica previo a una exhibición aérea. Este incidente reafirmó la necesidad de mantener una vigilancia estricta en la aplicación de las normas de seguridad.
Legado del accidente en la aviación militar
El accidente del Czar 52 pasó a convertirse en un caso de estudio dentro de los programas de entrenamiento de la USAF, con el propósito de ilustrar las consecuencias de la negligencia en la supervisión y de la permisividad ante comportamientos inseguros. Los documentos de la investigación, obtenidos mediante la Ley de Libertad de Información, incluyeron testimonios de 49 personas y 11 entrevistas personales, y ofrecen un análisis detallado de los eventos que precedieron al accidente.
El análisis titulado “Zar 52 – Un preludio al desastre” explicó cómo las decisiones adoptadas por el liderazgo contribuyeron a la tragedia. Cada incidente previo, desde sobrevuelos no autorizados hasta maniobras peligrosas, reflejó una ausencia de responsabilidad que culminó en el desastre del 24 de junio de 1994. La USAF adoptó medidas para mejorar la supervisión de los vuelos de exhibición y reforzar la disciplina en las operaciones aéreas.
La tragedia de Fairchild sigue siendo un recordatorio de la necesidad de cumplir estrictamente los protocolos de seguridad. Las lecciones obtenidas de este accidente continúan influyendo en las prácticas de entrenamiento y en la doctrina operacional de la Fuerza Aérea, con el objetivo de prevenir futuras pérdidas en circunstancias similares.