El Rockwell B-1B Lancer, con Mach 1,2 y 34.000 kg de carga útil, ha sido clave en la Fuerza Aérea de EE. UU. Su reemplazo por el B-21 Raider marcará el fin de los bombarderos supersónicos en el país.
El B-1B Lancer y su supremacía en velocidad y carga
El B-1B Lancer, apodado “Bone” por su designación original B-One, ha sido el bombardero más veloz de Estados Unidos durante casi cuatro décadas. Con una velocidad de Mach 1,2 (900 mph o 1.448 km/h) y una capacidad de carga de 34.000 kg, superó a modelos como el B-52 y el B-2 en rapidez, manteniendo una presencia estratégica en la aviación militar.
Este bombardero de alas de geometría variable ha sido fundamental en la proyección de poder estadounidense. Sus características le permitieron establecer 50 récords mundiales en velocidad, carga y alcance. Sin embargo, su reemplazo por el B-21 Raider marcará un cambio de estrategia, priorizando la furtividad sobre la velocidad.
Con un diseño optimizado, el B-1B ha sido capaz de operar tanto a altitudes de 60.000 pies (18.288 metros) como a vuelos rasantes de 200 pies (61 metros) para evadir radares enemigos. Estas capacidades fueron clave en misiones como la de 2018 en el Mar de China Oriental, donde demostró su alcance de 5.900 millas (9.495 km) con repostaje aéreo.

Comparación con otros bombarderos estadounidenses
El B-1B se diferencia del B-52 Stratofortress y el B-2 Spirit no solo en velocidad, sino también en su tecnología. Equipado con cuatro motores General Electric F101-GE-102, genera 30.780 libras (137 kN) de empuje con postcombustión, lo que le permite superar la barrera del sonido.
Mientras el B-52, con ocho motores, alcanza solo 650 mph (1.046 km/h), una velocidad similar a la de un avión comercial, y el B-2 se mantiene en un máximo de 630 mph (1.014 km/h), el B-1B destaca por su rapidez. Aunque no iguala la velocidad de cazas como el F-15E (Mach 2,5), su diseño aerodinámico y sus alas de geometría variable optimizan su rendimiento.
Datos clave del B-1B Lancer
- Velocidad máxima: Mach 1,2 (900 mph o 1.448 km/h).
- Carga útil: 75.000 libras (34.019 kg), más que el B-52 (31.500 kg) y el B-2 (20.000 kg).
- Alcance: 5.900 millas (9.495 km) con repostaje aéreo.
- Radar APQ-164 y sistemas de guerra electrónica avanzados.
- Récords: 50 marcas mundiales en velocidad, carga y alcance.
Impacto en la aviación y conflictos militares
Desde su entrada en servicio en 1986, el B-1B ha sido una plataforma clave en conflictos como Irak y Afganistán, acumulando más de 100.000 horas de vuelo. Su flexibilidad lo convirtió en el principal bombardero de largo alcance de EE. UU., entregando el 75% de las bombas guiadas en la Operación Libertad Duradera en 2001.

Sus motores F101 no solo influyeron en cazas como el F-15E y el F-14 Tomcat, sino que también inspiraron la serie CFM56, utilizada en aviones comerciales como el Airbus A320. Su legado abarca tanto el ámbito militar como el civil.
A pesar de no contar con el sigilo absoluto del B-2, su velocidad le otorgó una ventaja táctica, permitiéndole escapar rápidamente tras completar sus misiones. Este factor lo distinguió de otros bombarderos estratégicos.
El futuro: la llegada del B-21 Raider
El retiro del B-1B, junto al del B-2, está programado para 2036, dando paso al B-21 Raider, una aeronave furtiva con un diseño similar al del B-2. Con solo 62 unidades operativas de las 100 construidas, el Lancer se encuentra en un proceso de reducción paulatina.
El B-21, cuyo primer vuelo ocurrió en 2023 y se espera que entre en servicio en 2027, prioriza la furtividad sobre la velocidad. Con un costo de 692 millones de dólares por unidad y un RCS de 0,01 m², representa un cambio en la doctrina militar de EE. UU., enfocándose en la evasión de radares en entornos con sistemas avanzados como el HQ-9 chino y el S-500 ruso.

Por primera vez desde los años 80, Estados Unidos no contará con un bombardero supersónico. Aunque el B-21 tendrá un alcance de 6.000 millas, su velocidad máxima de Mach 0,8 (600 mph) no se compara con el Mach 1,2 del Lancer, afectando su capacidad de respuesta rápida.
El legado de un bombardero insustituible
El B-1B Lancer deja una huella imborrable en la historia de la aviación militar. Su combinación de velocidad, carga útil y alcance lo convirtió en una herramienta clave para la proyección de poder de EE. UU. en diversas operaciones.
Su impacto en la ingeniería aeronáutica se reflejará en futuras plataformas como el B-21 y el programa NGAD. Aunque su retiro marca el fin de una era, el “Bone” permanecerá como un ícono de la supremacía aérea estadounidense.