El Boeing B-29 Superfortress jugó un papel clave en la derrota de Japón en 1945. Desde bombardeos incendiarios hasta ataques nucleares, su impacto fue decisivo.
El B-29 y su papel en la Segunda Guerra Mundial
Cuando el B-29 Superfortress entró en servicio en mayo de 1944, la Segunda Guerra Mundial ya favorecía a los Aliados, con Alemania al borde de la derrota. Sin embargo, su impacto más significativo ocurrió en el Pacífico, donde llevó a cabo ataques que transformaron el curso de la guerra.
Desde su despliegue en las Islas Marianas, este bombardero ejecutó misiones estratégicas sobre Japón. Entre marzo y agosto de 1945, los bombardeos incendiarios devastaron ciudades como Tokio, Osaka y Kobe, causando cientos de miles de víctimas y dejando a millones sin hogar. Su capacidad de operar a gran altitud y con una carga explosiva sin precedentes lo convirtió en un arma clave.
A pesar de la destrucción provocada por los bombardeos convencionales, el B-29 se convirtió en un símbolo de la guerra cuando transportó las primeras bombas atómicas. Estos ataques, combinados con la ofensiva soviética en Manchuria, precipitaron la rendición japonesa.
Los ataques atómicos y la rendición de Japón
El 6 de agosto de 1945, el B-29 Enola Gay, pilotado por el coronel Paul Tibbets, lanzó la bomba atómica “Little Boy” sobre Hiroshima, causando unas 80.000 muertes instantáneas. Sin embargo, Japón no se rindió de inmediato.

Ante la falta de respuesta, el 9 de agosto, un segundo B-29, Bockscar, bajo el mando del mayor Charles Sweeney, arrojó la bomba “Fat Man” sobre Nagasaki, destruyendo gran parte de la ciudad y sumando decenas de miles de víctimas más. Ese mismo día, la Unión Soviética inició su invasión de Manchuria, aumentando la presión sobre Japón.
El 14 de agosto, el emperador Hirohito anunció la rendición incondicional, que se formalizó el 2 de septiembre de 1945 a bordo del acorazado USS Missouri. Con esto, la Segunda Guerra Mundial llegó a su fin.
Datos clave sobre el B-29 y la guerra en el Pacífico
- El B-29 Superfortress tenía una envergadura de 141 pies y un peso máximo de despegue de 133.500 libras.
- Los bombardeos incendiarios iniciados en marzo de 1945 destruyeron hasta el 50% de Tokio en una sola noche.
- Los ataques atómicos de Hiroshima y Nagasaki causaron más de 200.000 muertes en los primeros meses.
- El presidente Harry S. Truman ordenó que no se lanzaran más bombas atómicas sin su autorización el 12 de agosto de 1945.
- Se produjeron aproximadamente 3.970 unidades del B-29 entre 1943 y 1946.
El costo y la tecnología detrás del B-29
El desarrollo del B-29 fue uno de los proyectos más costosos de la Segunda Guerra Mundial, con un gasto total de 3.000 millones de dólares. Esta cifra superó incluso el presupuesto del Proyecto Manhattan, que ascendió a 1.900 millones de dólares.

El diseño del B-29 incluía características avanzadas como cabina presurizada, torretas controladas remotamente y una autonomía de más de 3.250 millas. Estas innovaciones le otorgaron una ventaja sobre bombarderos previos como el B-17 Flying Fortress y el B-24 Liberator.
Gracias a estas mejoras, el B-29 podía volar a altitudes de hasta 30.000 pies, lo que lo hacía casi invulnerable a las defensas japonesas. Sin embargo, el enemigo ajustó sus tácticas con cazas kamikaze y artillería antiaérea mejorada.
El legado del B-29 en la historia militar
Tras la guerra, el B-29 siguió en servicio y desempeñó un papel clave en la Guerra de Corea antes de ser retirado en 1960. Su influencia se reflejó en bombarderos posteriores, como el B-52 Stratofortress, que aún forma parte de la flota de EE. UU.
Algunas unidades sobrevivientes han sido preservadas. El Enola Gay se exhibe en el Museo Nacional del Aire y el Espacio en Washington, mientras que dos B-29 restaurados, “Fifi” y “Doc”, aún realizan vuelos históricos.
A pesar de su impacto tecnológico, el B-29 también representa el costo humano de la guerra. Los bombardeos incendiarios y nucleares destruyeron ciudades y cobraron cientos de miles de vidas, dejando cicatrices imborrables en la historia de Japón.

El B-29 y el inicio de la era nuclear
El B-29 Superfortress fue más que un arma; marcó un punto de inflexión en la guerra moderna al introducir el uso de la bomba atómica. Su éxito en operaciones estratégicas demostró que la aviación podía determinar el desenlace de un conflicto global.
A ochenta años del final de la Segunda Guerra Mundial, el B-29 sigue siendo un símbolo de innovación y destrucción. Su legado recuerda no solo la victoria aliada, sino también las devastadoras consecuencias de la guerra y la tecnología nuclear.