El B-29, innovador bombardero, marcó la Segunda Guerra Mundial y evolucionó para desempeñar roles cruciales en décadas posteriores.
B-29 Superfortress: De la Segunda Guerra Mundial a la Guerra de Corea
El Boeing B-29 Superfortress destacó en la Segunda Guerra Mundial como el epítome de la innovación aeronáutica. Este bombardero de largo alcance no solo simbolizó el poderío tecnológico de su época, sino que también se convirtió en la herramienta crucial de Estados Unidos durante las etapas finales del conflicto en el Pacífico. Especialmente memorable es su rol en agosto de 1945, cuando un B-29 fue responsable del lanzamiento de la primera bomba atómica sobre Japón.
Con el fin de la Segunda Guerra Mundial, el B-29 no solo se mantuvo relevante, sino que también encontró nuevos roles en la Guerra de Corea y más allá, transformándose en un elemento indispensable como avión de transporte y cisterna.
Este icónico bombardero, recordado principalmente por su papel decisivo al final de la Segunda Guerra Mundial, había comenzado su desarrollo mucho antes, en 1938. Este proyecto, impulsado por el General Oscar Westover, Jefe del Estado Mayor del Cuerpo Aéreo del Ejército de EE. UU., y posteriormente respaldado por el General Oliver Echols, representó un ambicioso salto adelante en la aviación militar, especialmente considerando que su predecesor, el B-17, enfrentaba desafíos de financiación en ese momento.
El Boeing B-29 justificó cada centavo de su inversión en la Segunda Guerra Mundial
La inversión en el B-29 fue monumental, ascendiendo a unos 3.000 millones de dólares antes de su primer vuelo, superando cualquier otro proyecto aeronáutico de la época. La construcción del B-29 fue una hazaña de ingeniería y logística, requiriendo la creación de nuevas fábricas y complejos de ensamblaje, incluyendo instalaciones en Cleveland, Wichita, Omaha y Marietta, y superando los desafíos que presentaba la adaptación de líneas de producción existentes.
El B-29 justificó cada centavo de su inversión al convertirse en el primer bombardero presurizado en servicio, capaz de alcanzar altitudes inaccesibles para los cazas enemigos y de transportar una carga devastadora. Su alcance y capacidad fueron elementos clave que, sin duda, acortaron la duración de la guerra para Estados Unidos.
Originalmente, fue diseñado para bombardear Alemania desde Estados Unidos, pero el B-29 entró en servicio solo cuando la guerra en Europa tocaba a su fin. En su lugar, el bombardero fue desplegado contra los japoneses, donde devastó las ciudades de la nación isleña en enormes incursiones con bombas incendiarias.
B-29 sobre Tokio de 1945: el ataque aéreo más destructivo de la historia
Durante las noches del 9 y 10 de marzo de 1945, la historia de la aviación militar marcó un capítulo crucial con el ataque aéreo sobre Tokio por parte de 324 B-29, bajo la Operación Meetinghouse. Este evento no solo se destacó por su magnitud, sino también por ser el bombardeo aéreo más destructivo registrado hasta ese momento. La intensidad de la tormenta de fuego generada provocó condiciones extremas, similares a la actividad tornádica, resultando en corrientes ascendentes y turbulencia severa que afectó dramáticamente a los bombarderos, llegando incluso a alterar su altitud en más de 1.000 pies y causar vuelcos inesperados en pleno vuelo.
La capacidad del B-29 de transportar hasta 20.000 libras de bombas en sus dos bahías era notable. Estas bahías, ubicadas a ambos lados de la sección central del ala, solían contener las bombas en disposición vertical. En ciertas versiones modificadas del avión, el espacio intermedio entre las bahías se adaptaba para albergar equipos de radar avanzados, como el APQ-13 o Eagle BTO, esenciales para el bombardeo en condiciones de nubosidad.
A pesar de su capacidad para volar a altitudes superiores a las alcanzables por los cazas enemigos, el B-29 no escatimaba en defensas. Estaba equipado con pares de ametralladoras calibre .50 en cuatro torretas operadas a distancia y una torreta tripulada en la cola con un cañón adicional de 20 mm. Esta última también incorporaba una cámara para documentar los efectos de los bombardeos.
El KB-29: la transformación del B-29 que cambió la aviación militar
Posteriormente, con el fin de la Segunda Guerra Mundial, el B-29 evolucionó para convertirse en el KB-29, el primer avión cisterna operativo del mundo, revolucionando la técnica del reabastecimiento en vuelo, un componente esencial en la aviación de combate moderna.
En el contexto de la creciente tensión con la Unión Soviética, incluso antes del fin de la Segunda Guerra Mundial, Estados Unidos optó por no proporcionar el B-29 a Moscú bajo el programa Lend-Lease. Sin embargo, circunstancias forzaron a algunos B-29 a aterrizar de emergencia en territorio soviético en 1944. Estos aviones, internados por los soviéticos, quienes se habían mantenido neutrales en la Guerra del Pacífico, fueron posteriormente desmontados y meticulosamente estudiados en Moscú. Este análisis dio origen al Tupolev Tu-4, conocido en la OTAN como “Bull”, sentando las bases para el programa soviético de bombarderos estratégicos de la posguerra.
El costo del desarrollo del Boeing B-29 Superfortress ascendió a unos 3.000 millones de dólares, una cifra sin precedentes en aquel momento para un proyecto aeronáutico. Esta inversión significó un esfuerzo monumental tanto en ingeniería como en logística.
Después de la Segunda Guerra Mundial, el B-29 Superfortress encontró nuevos roles en la Guerra de Corea y más allá, transformándose en un avión de transporte y cisterna esencial, conocido como el KB-29.
El B-29 destacaba por su capacidad de volar a altitudes elevadas, inaccesibles para los cazas enemigos, y por su habilidad para transportar hasta 20.000 libras de bombas, lo que lo hacía formidable en sus misiones de bombardeo.
Durante el ataque aéreo a Tokio en marzo de 1945, bajo la Operación Meetinghouse, 324 B-29 participaron en lo que fue el bombardeo aéreo más destructivo de la historia hasta ese momento, marcando un capítulo crucial en la aviación militar.
Aviones B-29 que aterrizaron de emergencia en la Unión Soviética fueron estudiados detenidamente, lo que llevó al desarrollo del Tupolev Tu-4, un bombardero estratégico clave para el programa soviético de la posguerra.