Al desplegar el Chengdu J-20, China marcó un hito significativo al convertirse en la segunda nación en integrar un avión furtivo de quinta generación en su arsenal. Esta maniobra situó al gigante asiático en un plano competitivo frente a la hegemonía aérea que Estados Unidos ejercía con su F-22 Raptor.
En la actualidad, tanto China como Rusia operan cazas que presumen de capacidades comparables a las de la maquinaria estadounidense. Sin embargo, el manto de misterio que rodea al Chengdu J-20 “Mighty Dr.agon” de la Fuerza Aérea del Ejército Popular de Liberación (PLAAF) complica el análisis preciso de su potencial.
La escasa información de inteligencia confirmada apunta a que este caza podría constituir una amenaza real para los aviones estadounidenses, aunque Pekín ha sido criticado por exagerar las capacidades de sus sistemas armamentísticos.
La verdadera prueba de fuego para el J-20 y sus especificaciones permanecerá en el aire hasta que no se despliegue en un contexto de combate real.
El Desarrollo y potencial del Mighty Dr.agon en la arena global
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Emergiendo del proyecto J-XX de los noventa, el J-20 recibió luz verde por parte de la PLAAF una década después, consolidándose en el servicio activo en 2017 y multiplicando su presencia para 2019.
Previamente, China se había apoyado fuertemente en la ingeniería y los diseños de Rusia, con modelos como los Shenyang J-11 y J-16, derivados del Su-27 soviético adquirido en los años ochenta.
Asimismo, se reporta que el Shenyang J-15 se inspira en el Su-33 ruso, evidenciando un patrón de adaptación y evolución tecnológica hasta llegar al J-20. Comparativamente, el J-20 se perfila superior en velocidad frente al F-35 Lightning II estadounidense, aunque esta ventaja viene matizada por limitaciones.
Entre ellas, el “Mighty Dr.agon” presenta una mayor sección transversal de radar que su homólogo de EE. UU., lo que incrementa su visibilidad ante sistemas de detección enemigos. Adicionalmente, el desarrollo del motor WS-15 ha enfrentado desafíos notables, especialmente en lo concerniente a la durabilidad de sus álabes de turbina monocristalina bajo condiciones extremas, poniendo en tela de juicio la fiabilidad y el futuro desempeño del J-20 en escenarios de alta maniobrabilidad y temperatura.
A pesar de estos contratiempos, la evolución tecnológica y estratégica detrás del J-20 refleja el dinamismo y la aspiración de China por consolidar una posición de liderazgo en la esfera de la aviación militar de alta tecnología.
Avances y desafíos en la aviónica del J-20
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La tecnología aviónica del Chengdu J-20, denominado “Mighty Dr.agon”, se presenta como altamente avanzada, aunque sus detalles precisos permanecen bajo un velo de clasificación.
La hipótesis de que estos cazas están equipados con el radar Tipo 1475 Active Electronically Scanned Array (AESA) sugiere un nivel de capacidad considerable. No obstante, persisten interrogantes sobre la eficacia real de este sistema.
Fuentes militares estadounidenses sostienen con confianza que el J-20 puede efectuar operaciones bélicas más allá del alcance visual, un atributo que le permitiría localizar y lanzar misiles contra objetivos sin requerir un enfrentamiento directo, destacando así su potencial para cambiar las reglas de juego en el combate aéreo moderno.
En lo que respecta a la producción, los informes de que se han completado alrededor de cien fuselajes del J-20 en el último año, sumados a los 40-50 fabricados en 2022, señalan una expansión significativa.
Según declaraciones de la PLAAF, el ritmo actual de producción podría propulsar el total de la flota a alcanzar hasta 1.000 unidades para el inicio de la década de 2030.
Esta proyección de crecimiento es motivo de atención, especialmente en un contexto de escalada de tensiones entre Washington y Pekín, planteando interrogantes estratégicos acerca de la dinámica de poder aéreo en el panorama global y el equilibrio de fuerzas en el teatro del Pacífico.