El MiG-23 “Flogger”, ideado durante la Guerra Fría para competir con el F-4 Phantom estadounidense, concluyó su servicio con una reputación no tan estelar debido a sus múltiples deficiencias.
Concebido con tecnologías punteras como alas de geometría variable y capacidad de intercepción más allá del alcance visual (BVR), el MiG-23 fue diseñado principalmente como un caza económico para exportación, lo que afectó adversamente su desempeño y confiabilidad.
Características y limitaciones técnicas del MiG-23
A pesar de su promesa inicial, el MiG-23 no logró cumplir con las expectativas planteadas. Originalmente fabricado para reemplazar al anterior MiG-21 “Fishbed” y desafiar al F-4 Phantom de Estados Unidos, el MiG-23 terminó siendo considerado el “patito feo” de los diseños de cazas soviéticos.
En lugar de dominar los cielos, este caza frecuentemente se encontraba en desventaja en situaciones de combate aéreo.
Desempeño operativo y evaluaciones críticas
En teoría, el MiG-23 presentaba especificaciones impresionantes durante su desarrollo. Su introducción en 1970 y posterior entrada en servicio operativo en 1971, destacaron por innovaciones como la geometría variable de las alas y sistemas avanzados de radar y control de tiro.
Estas características ofrecían capacidades avanzadas como la intercepción BVR utilizando sensores de largo alcance y un tren de aterrizaje reforzado que permitía operaciones desde pistas cortas y en condiciones remotas.
Sin embargo, las limitaciones en su diseño y rendimiento general resultaron ser puntos críticos que obstaculizaron su eficacia operacional.
Desempeño y evaluación global del MiG-23 en operaciones
Aunque los soviéticos diseñaron deliberadamente el MiG-23 “Flogger” como un caza de exportación de bajo costo, no le otorgaron el nivel de esfuerzo y control de calidad reservados para aeronaves destinadas a defender la propia “Rodina” (Madre Patria). Este enfoque de producción resultó en un avión con deficiencias significativas en términos de operatividad y mantenimiento.
La exportación del MiG-23 se extendió ampliamente más allá del Pacto de Varsovia, llegando a naciones de todo el espectro político global, incluyendo Argelia, Cuba, India, Corea del Norte y Siria. Su atractivo como opción económica fue evidente, aunque esto vino con compromisos en su desempeño y fiabilidad.
La expresión “penny wise, pound foolish” parece aplicarse perfectamente al MiG-23; un avión desafiante en su pilotaje y costoso en su mantenimiento, cuyos motores ofrecían una vida útil decepcionantemente corta. En cuanto a su historial de combate, el análisis es aún más crítico. Peter Suciu, editor sénior, lo describe sin rodeos:
“No hay ambigüedad aquí: el MiG-23 cuenta con un largo, bien documentado y profundamente vergonzoso historial de servicio. El alcance total de sus fracasos es demasiado grande para contarlo en detalle, pero aquí hay algunos aspectos destacados. Más de una docena de aviones de combate sirios MiG-23 fueron derribados por F-15 y F-16 israelíes a lo largo de las guerras árabe-israelíes”.
“A los aviones de combate MiG-23 iraquíes también les fue aún peor contra Irán durante la guerra Irán-Irak, sufriendo según se informa más de cincuenta pérdidas contra los F-14, F-5 y F-4 iraníes. Los MiG-23 libios fueron superados rutinariamente por los cazas egipcios MiG-21 durante la guerra libio-egipcia, y dos de estos cazas fueron destruidos por dos F-14 Tomcats estadounidenses durante la escaramuza de Tobruk de 1989”.
“Durante la Operación Tormenta del Desierto en 1991, un afortunado piloto de MiG-23 de la Fuerza Aérea Iraquí (IqAF) logró al menos un éxito simbólico cuando dañó un F-111 Aardvark con un misil R-24T mientras el cazabombardero estadounidense estaba en una carrera de bombardeo”.
“El Aardvark se las arregló para regresar sano y salvo a la base, y esta victoria parcial fue un pequeño consuelo para la IqAF a la luz de los siete Floggers que perdieron ante los F-15C en combate aire-aire”.
Longevidad del MiG-23 frente a desafíos técnicos y operativos
A pesar de los notables defectos de diseño y un historial de combate cuestionable, el MiG-23 ha perseverado a lo largo del tiempo. Entre 1967 y 1985, los rusos fabricaron un total de 5,000 Floggers en diversas variantes, y la Fuerza Aérea Rusa continuó operándolos hasta 1999.
A día de hoy, estos cazas aún forman parte de los arsenales de Angola, Etiopía, Corea del Norte y Siria, testimoniando su durabilidad y adaptabilidad a diferentes contextos operativos.
Especificaciones detalladas del MiG-23
El MiG-23, diseñado para ser operado por un solo piloto, presenta dimensiones y capacidades que han sostenido su uso prolongado. Detallamos a continuación sus especificaciones clave:
- Dimensiones: El caza mide 54,7 pies (16,7 metros) de longitud, con una envergadura que varía entre 45,6 pies (13,9 metros) con alas completamente extendidas y 25,26 pies (7,7 metros) con alas barridas. Su altura alcanza los 15,81 pies (4,82 metros).
- Peso: El peso en vacío del avión es de 10,2 toneladas, mientras que el peso máximo al despegue se eleva a 17,8 toneladas.
- Armamento: Está armado con un cañón GSh-23L de 23 mm de doble cañón y seis misiles aire-aire que incluyen una combinación de misiles de corto alcance AA-2 “Atoll” o AA-8 “Aphid” de guiado por infrarrojos, junto con misiles de alcance medio AA-7 “Apex”.
- Motorización: Propulsado por un turborreactor Tumansky R-29-300, ofrece un empuje aproximado de 27,500 lbs (12,473 kg).
- Velocidad y agilidad: Puede alcanzar una velocidad máxima de aproximadamente Mach 2,4 (1,553 mph/2,499 kph), y sus alas tienen configuraciones de barrido ajustables en vuelo de 16, 45 y 72 grados, lo que le confiere una notable versatilidad en maniobras aéreas.
Estas especificaciones subrayan la capacidad técnica del MiG-23 para adaptarse a variadas condiciones operativas, a pesar de las críticas a su desempeño global en combate.